Perdida Ficticia, Amor Genuino Redescubierto romance Capítulo 3

Realmente no tenía ganas de entregar este pedido.

Leila caminó silenciosamente hacia su pequeña motocicleta y justo cuando subía al pedal.-

De repente, vino un grito detrás de ella.

Leila se asustó tanto que se resbaló y cayó al suelo con la moto. En un instante, la motocicleta cayó sobre ella, aplastándola, el dolor era como si le hubieran roto los huesos.

Antes de que pudiera reaccionar, escuchó un gran ruido sordo.

Ese fue el sonido de un objeto pesado cayendo al suelo.

A menos de un metro de ella, la mujer que acababa de saltar desde arriba estaba acostada en el suelo, un montón de sangre espesa fluía desde su nariz.

"¿Roxana?" Leila abrió mucho los ojos, mirando incrédula a la mujer que se había lanzado, y pronunció su nombre con incertidumbre.

El líquido rojo tiñó rápidamente las baldosas blancas del suelo, Roxana abrió la boca como si quisiera decir algo, pero al final no pudo pronunciarlo y dejó de respirar.

Leila levantó la cabeza para mirar el lugar desde donde Roxana se había saltado, pero vio una sombra negra en lo alto de la villa.

No tuvo tiempo de ver claramente la figura de la sombra, su vista se oscureció y se desmayó...

Cuando Leila se despertó de nuevo, se encontró acostada en una cama grande y desconocida.

Lo que veía era una sábana gris oscuro, que transmitía una sensación de calma. El edredón tenía un ligero aroma a agua de colonia, lo que le daba a Leila una sensación de familiaridad, como si surgiera de lo más profundo de su memoria, llenando de inmediato su olfato.

Se quedó con los ojos abiertos, mirando fijamente durante un par de minutos, hasta que de repente recordó lo que había sucedido antes.

Al recordar todo esto, un sentimiento de miedo llenó inmediatamente el corazón de Leila. Su atención volvió a su cuerpo y comenzó a sentir un dolor en la pierna.

Leila se sintió impresionada por su propia capacidad para sobrevivir en este estado.

Observó toda la habitación, esta habitación llena de una atmósfera tranquila le hizo entender que este era el lugar de Rubén.

Sabiendo esto, Leila estaba aún más decidida a salir de la cama y dejar el lugar. No importaba cuánto le doliera la herida en la pierna, se levantó con determinación y cojeó hacia la puerta, pasando junto al hombre que estaba de pie junto a la cama, sin siquiera mirarlo directamente.

Sin embargo, el resentimiento en sus ojos se mantuvo, no se disipó ni por un momento.

La actitud obstinada de esta mujer finalmente enfureció a Rubén. Antes de que tuviera la oportunidad de acercarse a la puerta, Rubén agarró firmemente su muñeca.

Leila se volvió, sus ojos estaban llenos de ira intensa, miró al hombre frente a ella, su voz era dura: "¡Suéltame!"

Luchó, tratando de liberarse de la mano de Rubén, pero fue empujada contra la puerta detrás de ella.

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