"¡Suéltame!" Leila levantó la barbilla, mirando fijamente al hombre frente a ella, con un brillo frío en sus ojos.
"Roxana está muerta." La voz del hombre resonó de repente desde arriba.-
Leila se quedó paralizada al instante, incluso dejó de luchar. Un rastro de emoción emergió en su rostro tranquilo.
La muerte de Roxana no la sorprendió, porque vio todo el proceso con sus propios ojos. Pero cuando este hecho salió de la boca de Rubén, su corazón sintió como hubiera sido pinchado por algo.
Recordó el día que decidió divorciarse, le preguntó: "Rubén, si yo fuera la que muriera en la mesa de operaciones, ¿estarías triste?"
Recordó claramente la mirada en los ojos del hombre en ese momento, fría como si hubiera salido de una bóveda de hielo.
Él se sentó elegantemente en el sofá, cruzó las piernas, mirándola como si estuviera cubierto por una fina niebla, con una leve sonrisa en los labios, dejó escapar un susurro, pero respondió firmemente, "No".
Luego tomó la pluma que ella le había regalado y firmó elegantemente su nombre en el acuerdo de divorcio.
El día del divorcio, ella se fue decididamente.
Ahora que lo pensaba, ¡ella era la verdadera tonta en ese momento!
Poco a poco, su expresión de tristeza volvió a ser una máscara impecable.
Leila levantó la cabeza, una sonrisa fría se curvó en la esquina de su boca: "Ella era tu prometida, ¿no deberías despedirla generosamente? ¿No deberías tener un funeral solemne y seguir interpretando tu papel de amante leal?"
Leila empujó fríamente al hombre frente a ella, con una sonrisa burlona en sus labios, dijo: "No te preocupes, no voy a exponerte."
Se giró, su mano ya estaba en la manija de la puerta.
Pero antes de que tuviera tiempo de abrir la puerta, fue cargada por Rubén sobre su hombro y luego arrojada descuidadamente a la cama.
Leila agarró firmemente la mano del hombre, haciendo que Rubén cayera con ella sobre la cama. Para evitar aplastarla, Rubén se apoyó en el colchón con una mano.
Rubén bajó la mirada hacia Leila, sus ojos parecían cubiertos por una fina niebla, su tono burlón resonó en su oído.
De repente, recordó que muchas mujeres podrían haber dormido en esta cama, lo que inmediatamente hizo que Leila, que era un poco maniática con la limpieza, arrojara la cobija.
"Ninguna otra mujer ha dormido en esta cama." Rubén adivinó de inmediato en qué estaba pensando Leila, así que le explicó.
Solo entonces Leila bajó su actitud un poco disgustada, se envolvió en la cobija y miró a Rubén.
Rubén miró tranquilamente a Leila envuelta en la cobija y luego dijo con indiferencia: "Aunque ninguna otra mujer ha dormido en esta cama, pero usé estas sabanas anoche."
Rubén tenía la costumbre de dormir desnudo, eso Leila lo sabía. Inmediatamente le echó una mirada llena de desprecio a Rubén, luego arrojó la sábana rápidamente y se levantó de la cama...
Rubén, con una sonrisa burlona en los labios, le devolvió la mirada a Leila y luego se fue con arrogancia...
Leila se relajó profundamente, echó un vistazo al sofá de cuero no muy lejos, caminó hasta el sofá y se acostó exhausta.
Pensó que Rubén no volvería a entrar, pero solo unos segundos después, él regresó, con una pomada en la mano.
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