Perdón, ¿Te Pisé la Mano con mi Tacón? romance Capítulo 10

¿En serio el matrimonio de Cyntia tenía algo que ver con ella? Pero no parecía que tuviera amigos en común con Catalina, ¿verdad? Ella pensó por un momento, y de repente una idea brilló en su mente.

¿El prometido de Cyntia era ese Adán? ¡Ese gordito grasoso! No se podía negar, Cyntia y Adán eran como dos guisantes en una vaina; uno pervertido y la otra coqueta. Al pensar en eso, Catalina sonrió ligeramente, mirándola con diversión: "Lo siento, estoy muy ocupada, no me interesan tus asuntos".

Cyntia puso mucho esfuerzo en provocarla, pero no consiguió nada, solo se estaba disparando en el pie. Una ola de ira se apoderó de ella, casi se rompe los dientes de la rabia, estaba a punto de estallar: "Catalina, te digo, mi esposo es..."

"¡Cyntia!", Catalina levantó la voz, cortándola bruscamente. "Vas a casarte, pero aún no te has casado, ¿estás segura de que todo saldrá como esperas?".

Cyntia se quedó en blanco, sin saber qué decir.

"Si yo fuera tú, me quedaría con él hasta el final. No como tú, presumiendo antes de que algo esté confirmado. Si al final no sucede nada, la única que pierde eres tú".

Cyntia no había logrado su objetivo y su odio hacia Catalina era inmenso. Pero sus palabras sí que las había escuchado. Diego había dicho que la iba a casarse con ella, pero algo o alguien había arruinado el último paso, dejándola sin título ni estatus.

Pasó un día y Diego no se había puesto en contacto con ella. No tenía su número de teléfono, así que, si cambiaba de opinión, ni siquiera podría encontrarlo.

No podía dejarlo ir, tenía que pedirle a su padre que averiguara la dirección de la empresa de Diego, fingiría ser la víctima y conseguiría una respuesta clara.

Cyntia volvió en sí, la miró con frialdad y amenazó sin saber lo que estaba haciendo: "Catalina, esto no ha acabado. Espera, cuando me case con esa familia rica, te haré arrodillarte ante mí".

"Bueno, estaré esperando". Catalina sonrió, una sonrisa que no era una sonrisa, sus ojos claros llenos de desdén por esa mujer.

Una persona realmente inteligente nunca dejaba que los demás vieran sus pensamientos. Para Catalina, una mujer como Cyntia que siempre estaba alardeando era solo una broma.

Mientras tanto, en la oficina del presidente del Grupo Moreno.

Diego se recostó en su silla con los ojos medio cerrados, sus dedos largos retorciendo un pedazo de papel de prueba que llevó a su nariz para oler, pero al segundo siguiente frunció el ceño, su rostro se oscureció aún más.

"¿Todavía no hueles nada?", le preguntó un joven guapo de rasgos finos con preocupación.

Capítulo 10 1

Capítulo 10 2

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