PERVERSIÓN romance Capítulo 19

—No sé lo que llegó a ver pero sí que lo que duró la reunión sus ojos no se apartaron de mi escote, para consternación y enfado de Daniela, que no debe estar acostumbrada a no ser el centro de atención -me pareció que estaba orgullosa por haber conseguido ese logro.

-Vaya, no me esperaba algo así… al menos no tan pronto… - lo dije sinceramente, todo iba mucho más rápido de lo que pudiera haber imaginado cuando empezó todo aquello.

-Ya, a mí también me sorprende pero a medida que van sucediendo las cosas, me voy dejando llevar y cada vez disfruto más de las sensaciones que acarrean. Pero aún hay más… -dijo mirándome con sus ojos encendidos por la lujuria.

-¿Más? -pregunté atónito.

-Ayer no. Ha sido hoy. A media mañana me ha llamado Roberto a su despacho, supongo que queriendo pegarse otro festín con mis tetas. Pero hoy, con esta blusa y tal como la llevo, poco iba a ver y enseguida se ha dado cuenta de ello.

Tenía una cara de decepción cuando me ha visto entrar… Sí, pobre Roberto pensé yo para mí. -Pero luego se ha dado cuenta de la falda, algo más corta, y que no llevaba medias debajo y sus ojos se han perdido en mis muslos de tal manera que parecía que nunca hubiera visto unas piernas… -otra vez parecía orgullosa de haber causado tal efecto en su jefe.

-Me ha invitado a sentarme en el sofá que tiene en su despacho y claro, al ser la tela tan fina y la falda más corta, al sentarme se ha subido bastante dejando al descubierto buena parte de mis muslos desnudos… al no llevar medias…

Claro, la culpa era de las medias pero aun así, no podía dejar de imaginar la cara de Roberto recorriendo aquellos muslos que tan bien conocía y que yo solo tenía derecho a tocar y disfrutar. Mi polla estaba ya que reventaba.

-Se ha puesto a darme ánimos, diciendo lo bien que lo estaba haciendo y como insinuando que iba en cabeza para hacerme con su puesto. Y todo eso con su mirada perdida en mis muslos, embobado con ellos… ni te imaginas la calentura que me recorría… si hubieras visto su cara cuando se me ocurrió cruzar las piernas… casi se le desencaja la mandíbula al pobre jajaja.

Sin darnos cuenta, ya habíamos llegado a nuestra calle y enfilé la rampa al garaje subterráneo donde encerraba el coche, en el sótano de nuestro edificio. Aparqué el coche en nuestra plaza y entonces me giré para mirar detenidamente a mi mujer. Todo ella demostraba la tremenda excitación que la recorría.

-¿Así era cómo tenías la falda cuando estabas con Roberto? - le dije señalándole el estado de su falda que, fruto de sus movimientos al calentarse contando la historia, se le había subido mostrando sus torneados muslos.

-Aja -dijo después de mirar su falda

- ¿Te molesta lo que te he contado? -preguntó mirando mi entrepierna. Era evidente que no pero aun así quise confirmar sus sospechas. -¿Tú qué crees? -dije mientras desabrochaba el pantalón y sacaba mi polla totalmente enhiesta.

Y entonces pasó algo que no ocurría desde que habíamos empezado a salir juntos. Su mano aferró mi v3rga, iniciando una lenta paja mientras ella, totalmente obnubilada, se deshacía del cinturón de seguridad y pugnaba por subirse encima de mí.

Recliné rápidamente el asiento, haciéndole sitio y consiguiendo ella su objetivo de quedar sentada sobre mis piernas. Mientras su mano seguía recorriendo mi miembro las mías subían su falda, descubriendo aquellos muslos que horas antes habían sido objeto de atención de Roberto, acariciándolas durante el proceso, dejando la prenda enrollada en su cintura y contemplando sus braguitas donde resaltaban sus labios completamente hinchados.

Sara alzó su cuerpo mientras sujetaba con su mano mi polla y yo, adivinando sus intenciones y con pocas ganas de parar aquello, aunque estuviéramos en un lugar donde en cualquier momento podía aparecer alguien, aparté la tela a un lado y ella se dejó caer, empalándose de golpe en mi dura v3rga. Al instante empezó a cabalgarme, de forma lenta y recreándose con las sensaciones que su coño le transmitía.

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