¿Por qué eres mi hermanastro? romance Capítulo 44

No sé en qué momento entré en el auto de Ethan, pero estoy aquí adentro, en la parte de atrás con un Sergio muy histérico a mi lado. No entiendo porque está así. ¡Yo soy la que está pasando por el maldito dolor! Es horrible, siempre me habían dicho que las contracciones son dolorosas solo que no pensé que fueran tan brutales. La presión que se siente bajo el vientre es horrible y no sé si pueda soportarlas.

En algún momento pensé en hacer del parto de mi bebé un parto natural, pero ahora que se vayan a la mierda todos. Necesito que me den la epidural y quiero que me la den ahora ya.

Oh bebé te amo tanto, pero estás haciendo que mamá pase por algo parecido a un infierno terrenal.

Ethan y Sergio me piden que respire, pero ellos no entienden que así no se pasa el maldito dolor. Qué suerte tienen ellos que son hombres y no tienen que soportar este tipo de dolor. Aunque dicen algunos estudios que una patada en su parte sensible duele más que no sé cuántos partos juntos. No creo que eso sea verdad ya que ellos se recuperan en un minuto y dudo que pueda recuperarme de esto en un buen tiempo.

Si, así es el dolor que estoy sintiendo ahora.

Cuando llegamos al hospital todo lo demás pasa muy rápido. Me llevan a una habitación y muy pronto llega Sergio conmigo vestido de una manera muy graciosa. Unas enfermeras se quedan conmigo mientras un doctor comienza a revisar si estoy dilatada.

Si creen que esto es incómodo para mí deberían ver la cara que Sergio tiene en estos minutos. No debe ser agradable que otro hombre comience a revisar la parte intima de tu novia. Si, eso no debe ser para nada lindo.

-Wow- exclama el doctor al terminar de revisarme- Ya estás bastante adelantada para el parto, pero faltan unos centímetros por dilatar. Por ahora, solo acuéstate. En unos minutos vendrá el anestesista a ponerte la epidural. Claro si eso es lo que quieres...

- ¡SI! - digo prácticamente gritando interrumpiéndolo- La epidural en este momento suena como una de las mejores ideas que usted ha tenido, doctor.

Mi médico se ríe y parece que Sergio quisiera matarlo con los ojos. Al menos eso me divierte y me desconcentra del dolor de las contracciones un minuto.

El anestesista, para la mala suerte de Sergio, también es hombre y también lo mata con la mirada. Que te pongan la epidural es doloroso, pero es un juego de niños comparado con el dolor de las contracciones, así que cuando por fin hace efecto en mí, soy una de las chicas más felices del mundo. Por fin puedo descansar, aunque sea un poco de ese dolor permanente en mi vientre. Aun se siente algo, pero es más solo una pequeña presión que es casi imperceptible.

-Creo que desde ahora ese pequeño bebé nos tendrá aquí por unas horas- dice Sergio sentándose en la silla que han puesto para él que está al lado de mi cama.

Nos quedamos hablando y hasta dormí un poco luego de la última vez que me revisaron cuan dilatada estaba. Sergio nunca se ha movido de mi lado y le agradezco enormemente por esto, sé que será así siempre que lo necesite, pero un sentimiento comienza a removerse en mi interior y no es muy agradable...

-No puedo creer que ya está por nacer- digo acostándome en la cama mirando al techo- Creo que aún no me siento preparada...

Lagrimas comienzan a caer por mis mejillas. Tengo miedo, tengo tanto miedo... Quiero ser la madre perfecta para mi bebé, pero ¿Y si no lo soy? Este y todos los bebés del mundo merecen a alguien que los ame incondicionalmente y que cuide de ellos como se merecen. ¿Qué pasa si soy muy inmadura aun para él?

Como si Sergio hubiera leído mis pensamientos, comienza a acariciar la parte posterior de mi cabeza, en el lugar exacto en donde él sabe que yo me relajo. Me río a pesar de tener lágrimas en la cara. Amo a este hombre demasiado, tanto que hasta podría enloquecer.

-Serás una estupenda madre- dice Sergio a mi lado- Todos lo sabemos, ahora solo falta que tú creas en ti misma y sepas que serás la madre que este bebé, nuestro bebé, se merece. Lo amaremos con nuestra vida y tú sabes que es así, es nuestro hijo, el fruto de nuestro amor y te juro que estaré allí para ustedes siempre, pase lo que pase. Nuestro bebé tiene mucho amor a su lado, recibirá mucho amor y le enseñaremos a dar amor.

Hago que Sergio se acerque a mí y le doy un beso en los labios, a pesar de estar llena de lágrimas. Sólo quiero demostrarle lo mucho que lo amo y que me encanta los discursos que da cuando me siento mal y triste. Él me conoce y sabe cómo hacerme sentir mejor. Amo a este chico y no me cansaré de repetirlo.

Los médicos y las enfermeras comienzan a llenar la habitación. Me doy cuenta de que ya es la hora en que mi bebé por fin nacerá, es el momento y ya nada nos puede detener de aquello...

Seré madre, Sergio será padre. Ambos seremos padres muy pronto.

-Vamos pequeña- dice Sergio tomando mi mano con fuerza- Es hora de traer a este niño al mundo.

...

3 horas después. Tres horas en las que pujar no era una opción si no una obligación y que no podía descansar de ella, un bebé completamente sano de 3 kilos salió de mí y ahora una enfermera lo está limpiando.

Aun no caigo en la cuenta de que mi bebé por fin ha nacido, no puedo creerlo. Todo parece tan surrealista, tan de ensueño, tan de vanguardia... pero él está aquí. Y ha llegado para poder quedarse con todos nosotros.

Estoy muy cansada y siento que mis ojos se cierran casi por inercia, pero no puedo descansar. No. Primero tengo que ver a mi hijo.

Sergio se encuentra a mi lado y no ha dejado de darme la mano. No me ha soltado desde que empecé el trabajo de parto y ahora que nuestro pequeño bebé ya ha nacido, él tampoco me suelta. De algún modo se lo agradezco, creo que sin ese agarre ya hubiera caído rendida ante el cansancio.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Por qué eres mi hermanastro?