Martes 20 de noviembre
Y así comenzó su regreso al trabajo corriendo por el apartamento para conseguir estar lista en solo ¡15 minutos! Cuando solo el poder dominar sus risos rebeldes le toma 10. En cuanto su cabello estuvo presentable volvió a ponerse la muñequera para luego ir a su habitación a buscar un traje, esta mañana más que nunca quería verse bien, así que tomó uno de sus trajes preferidos y se vistió a toda prisa, se maquilló un poco, lo que pudo considerando que aún no podía con el delineador, se calzó sus tacones negros, su abrigo a juego y salió hecha una bala, no quería hacer esperar a Nicholas, más de la cuenta y no porque lo detestara, quería estar con él, para asegurarse que la noche anterior fue real, el hombre detrás de esa actitud fría, temperamental y altanera también era alguien cariñoso y un poco loco..., y necesitaba que fuera antes de llegar a la oficina
Al llegar a la entrada y atravesar la puerta lo vio apoyado en su auto contra la puerta del copiloto mirando su reloj, estaba impaciente y con esa arruga perpetua en su frente, al parecer no solo ella estaba impaciente...
-Nicholas
Lo llamó para captar su atención y su mirada, él, levantó la mirada de golpe y la arruga en su frente desapareció en un segundo, fue reemplazada por una sonrisa nunca antes vista en público.
Manteniendo la alegría de verla se acercó a Danielle, y siguiendo con su impulso le sostuvo el rostro con sutileza y la besó impaciente mientras que gente transitaba a su alrededor de camino a sus trabajos
-Hola... -susurró Danielle, sin aliento
-Puntual como siempre señorita Ross
-Tengo un jefe impaciente, no quiero hacerlo esperar más de la cuenta
-Respuesta correcta –volvió a besarla antes de guiarla al auto
-¿Dormiste bien?
-Sí, hasta que me di cuenta que ya no estabas conmigo
-Tenía que regresar, necesitaba una ducha y ropa apropiada para el trabajo
-Yo tengo ducha..., y la ropa podríamos haberla obviado...
-¿Y asistir a la oficina en una toalla?
-Bueno..., te ves increíble en toalla, eso lo puedo asegurar –afirma don seriedad
Ruborizada y con una sonrisita cómplice Danielle, subió al auto y se acomodó en el deportivo lujoso de Nicholas, mientras lo observaba dar la vuelta para tomar su lugar frente al volante.
-¿Siempre sales a esta hora de tu apartamento?
-A las 6:30am, sí ¿Por qué?
-Aún está algo oscuro, es peligroso
-Tranquilo que como ves hay bastante gente transitando a esta hora –señala a través de su ventana
-No es suficiente –insiste hablando muy en serio
-Nicholas, no te preocupes tendré cuidado, además Leo, ya debe haber hecho la denuncia
-Me preocupo y no me pidas que deje de hacerlo –espetó conteniendo su enojo
-Yo no..., lo siento..., no quise pasar a llevar tu preocupación es solo que..., es algo que hago a diario y..., lo siento... -suspiró apenada, no sabía que decir
-No, no, no así no funcionan las cosas si tienes algo que decir me lo dices, no importa lo que sea, quiero saberlo todo
-Mandón
-Lo soy, acostúmbrate –dijo don seriedad
Danielle sintió una sensación de calidez en el pecho difícil de ignorar y regalándole una sonrisa ante su preocupación no dijo más, simplemente extendió su mano para tocar la de Nicholas, sobre la palanca de cambios, no se acostumbraba a que quisiera cuidarla.
-Me gusta el pañuelito en tu cuello ¿es nuevo? –comentó luego de unos tranquilos minutos en silencio
-No, pero es..., necesario
-¿Mucho frío? Puedo subirle a la calefacción
-No te hagas el inocente
-Quiero verlo, déjame ver –extendió la mano para intentar alcanzar el pañuelo
Divertida lo observó detenerse en el siguiente semáforo para poder girarse con una sonrisa contenida bailando en sus labios, estaba para comérselo, ansioso por ver su hazaña, así que no le quedó más remedio que aflojar el pañuelo y dejar al descubierto la marca que le había dejado en el cuello la noche anterior, una de las marcas que le había hecho...
-Mmm..., se ve bien mi dentadura –comenta analizando la marca de sus dientes
-Eres un animal, tengo horrible y se pondrá peor
-A mí me gusta –la provoca con una mirada llameante
-No salgas con una de esas frasecitas a lo tarzan, no eres mi dueño –le advierte aunque sabía que de todos modos haría lo que quisiera
-Mía. Exclusivamente MÍA -le hizo saber y hablaba muy en serio, lo decía su expresión de "se hace lo que digo" en el rostro
-Cavernícola
-Y hambriento
Y de buen, muy buen humor Nicholas, quitó el seguro de su cinturón de seguridad y se lanzó a besarle el cuello con cuidado, la marca colorada comenzaba a tomar tonos más oscuros y entre las risitas de Danielle y los bocinazos de los autos que esperaban detrás de él para avanzar no sabía si detenerse o seguir su camino hasta la oficina porque en estos momentos lo último que deseaba era ir a trabajar
-Nic..., tenemos que avanzar todos están furiosos, el semáforo ya cambió –ríe mientras intenta alejarlo para que se acomode en su asiento
-Más vale que no me saquen una multa por esto –gruñe regresando a regañadientes a su asiento
-Pero si yo no he hecho nada –frunció los labios en una mueca
-Y eso es peor -la mira de reojo mientras avanza-. Y no me estires esos labios cuando no puedo besarte
Aun en su modo "juguetón" extendió la mano y tocó su boca a lo que Danielle, reaccionó riendo por el gesto para luego regresarle la mano al volante.
-Y puedes apostar que voy a querer que hagas "algo" en la oficina que no esté relacionado con el trabajo en lo absoluto
-Señor Allen, estoy segura que tendré una pila interminable de trabajo esperando en mi escritorio, no tendré tiempo para asuntos "personales"
-Ya lo veremos señorita Ross
Y ya, con ambos sonrientes dejaron el tema por el resto del trayecto, en su lugar Nicholas, encendió su sofisticado equipo de sonido y sintonizó una radio al azar. Centraron su atención en la música pop basura que sonaba desde tan temprano, lo cual fue una muy buena idea, pasaron un rato más que agradable burlándose de las letras demasiado cursis o sugerentes, incluso contaron la cantidad de "baby" que escuchaban.
-Bien, bien está claro que el pop no es lo tuyo –ríe divertido con las burlas de Danielle, hacia la canción que sonaba
-Si tiene algo de rock no me molesta –se encoge de hombros
-¿Eres una chica de bandas?
-Síp
-¿Tienes alguna favorita?
-Bon Jovi –no lo dudó un solo segundo
-Mmm..., interesante
-Ya dilo, sé que quieres decir algo
-No quiero decir nada, solo..., eres bastante joven para escuchar y "adorar" a Bon Jovi
-A mi papá le gustaban..., Guns n' Roses, Poison, Bon Jovi, Mötley Cüre, etc. Me llevó a mi primer concierto a los 10 años
-¿Bon Jovi?
-Sí señor
-No, no, no, no me vengas con eso
-De acuerdo don "eres muy joven para ser fan de Bon Jovi", a veces olvido que eres más viejo
-Son solo 9 años primor –le lanza su mejor sonrisa arrogante
-¡Uy! No me digas "primor", me revuelve el estómago –saca la lengua en señal de desagrado
-Ahora quiero saber el motivo
-Cameron, me llamaba así cuando iba a pedirme algo
-No me compares con ese enfermo
-Nic..., por supuesto que no, solo estaba diciendo que esa palabra me desagradaba y...
-El ayer es historia el mañana un misterio
-¡Nic! –chilló soltando una sonora carcajada
-Lo acabo de escuchar del puto Timberlake –se encoge de hombros mientras guía el auto a la entrada del estacionamiento subterráneo del edificio
-En realidad es una frase de Kun-Fu Panda
-¡¿De qué?!
-Una película, ya quita esa expresión, se te va a quedar la ceja trabada
-Que graciosita
-Gracias por el aventón, señor Allen
Y sin esperar por respuesta se bajó inmediatamente del auto intentando mantener la distancia ahora que habían llegado al trabajo, literalmente corrió lejos esperando una reacción del conocido temperamento de Nic, pero increíblemente este solo soltó una sonora y genuina carcajada al ver lo que intentaba hacer. Eran solo las 7:05 de la mañana, probablemente el guardia nocturno apenas se despertaba de su siesta, así que siguiendo el ruido de los tacones de Danielle, corrió tras ella para alcanzarla, la tomó de la cintura y la alzó en sus brazos románticamente
-¿¡Qué haces!? –chilló cubriéndose la boca al escuchar el eco de su voz
-No escapes de mí
-Solo estoy..., impaciente por volver al trabajo –y era en parte cierto, es una trabajólica
-Nadie te va a quitar tu puesto, sobre mi cadáver trabajas para otro hombre
-Celoso
-Mía –le recuerda con su arruga perpetua en la frente
-Cierra la boca, no me gusta eso –protestó en voz baja para que solo él la escuchara
-A mí sí, así que ve acostumbrándote a que soy un cavernícola hermosura –le guiño y comenzó a caminar hacia los ascensores
-Lo voy a intentar
-Pero con ganas –la apretó contra su torso para dar énfasis en su orden
-Ya veremos, ahora bájame se caminar
-Me gusta tenerte en mis manos –insinúa
-Qué pervertido ¿me vas a cargar los 16 pisos?
-Sí
Asiente mientras se acerca a pulsar el botón de llamado del ascensor.
-Puede subir más gente al ascensor Romeo –le advierte con una sonrisita en el rostro
-¿Qué consigo si te bajo ahora?
-Si me miras con esa cara de "no te revelo nada pero soy un pervertido" voy a salir huyendo
-Otra vez –le recuerda
-Sí, otra vez
-De acuerdo, un beso si te bajo
-Tenemos un trato señor Allen
Entraron al ascensor y solo entonces la bajó, pero no se alejó un solo centímetro le rodeó los hombros con el brazo y la mantuvo pegada a él.
-¿Qué? –pregunta al notar como la observa con esa mirada negra tan intensa que ya conoce bien
-No he dicho nada
-Con esa mirada tuya no es necesario... -le sostiene la mirada-. No me mires así hay cámaras de seguridad –señala hacia la esquina izquierda de la cabina
-¿Y cuál es el punto?
-Niño rico, te importa demasiado lo que digan de ti, que te besuquees en el ascensor con una empleada te...--
-No sigas –la interrumpe
-¿Qué, ya te enojaste?
-No
-¿Entonces qué pasa?
-Fastidiosa..., tienes razón
-Gracias –le sonríe burlona
-Te quiero en mi despacho para ese beso
-Calma que apenas estoy regresando
-Danielle –le advierte
-Sí señor, como usted diga
-"Como usted me quiera", eso es lo que quiero escucharte decir la próxima vez
-Yo la sumisa, si claro –suelta con humor
-También puedo serlo si me tratas bien
-Disculpe usted señorito
Y así nada más se ganó una ruidosa nalgada.
-¡NICHOLAS, ME DOLIÓ!
Gritó apartándose de él, mientras se tocaba el trasero en la zona dolorida
-Vamos, te he dado mejores –le resta importancia con una sonrisa de satisfacción
-Me duele..., me..., mordiste allí..., tengo sensible –murmura ruborizada
-¿Qué? Pero si no fue tan... -se detuvo antes de acabar la frase, puede que si haya sido un poco agresivo. Estaba borracho cuando le mordió el culo
-¡Si lo fue! Y antes que lo pidas, no pienso mostrarte –le advirtió adivinando lo que esa media sonrisa que estaba mostrando significaba o quería
-Oh sí vas a hacerlo
-Ni loca –se cruza de brazos decidida a no ceder
-No me discutas...
Comenzó a decir pero ya habían llegado a su piso, las puertas se abrieron y revelaron una oficina vacía
-Muy bien acabo de entrar al trabajo, no más temas personales
-¡Qué mandona!
-Y el burro hablando de orejas -ríe por su elección de palabras
-¿Burro? ¿Me has llamado burro?
-Sí señor Allen, lo hice –le saca la lengua mientras se aleja camino a su escritorio
-Bueno si es por mi anatomía bien dotada puedo olvidarlo
-Qué vanidoso, señor –alza la voz llegando a su escritorio
-Ya para con eso, aún no ha llegado nadie –refunfuña alcanzándola
-Entonces ya deja de distraerme que tengo que trabajar, ve a tu oficina
-¿Me acabas de dar una orden? –alza las cejas con sorpresa
-No, aun no vayas, tengo que revisarla y no, fue una sugerencia Nicholas
-Puedes darme órdenes –insinuó sugerente
-¿Ha si?
-A veces
-Ya lo sabía –negó con la cabeza
Con una sonrisa difícil de ocultar y con el pecho hinchado de esta nueva sensación que no conseguía explicarse Danielle, tomó una larga respiración para recordarse que debía tomarse las cosas con calma, es lo que necesitaba, quería conocerlo bien, no solo lo "necesario" porque le gustaba muy en serio y eso la asustaba..., solo ha tenido dos novios, el primero fue cosa de niños, pero el segundo y último, fue quien la marcó, la dejó apenas se supo de los asuntos turbios de su papá, cuando más lo necesitaba, desde entonces que no confía, le cuesta..., pero lo que está sintiendo con Nicholas, la hace querer intentarlo con todas sus fuerzas.
Colgando el bolso y la chaqueta en el perchero detrás de su mesa de trabajo Danielle, pudo apreciar el desastre de pilas de papeles, carpetas, notitas adhesivas..., tenía mucho que hacer. Pero primero debía iniciar su rutina, la que partía chequeando el despacho de su jefe, se giró pasando junto a él, que no le perdía pisada, y abrió la puerta de su sofisticada y elegante oficina. Encendió las luces, calefacción y computadora, luego comprobó el baño, no estaba aseado, tomó nota mental de un par de vasos dejados por ahí, probablemente por el propio Nicholas, que la seguía con la mirada apoyado en el umbral de la puerta y su expresión de hielo usual instalada en ese atractivo rostro
-¿Ya acabaste?
-¿Acabar? Estoy apenas comenzando –suspiró con una media sonrisa y caminó hacia la salida pero Nic, la detuvo tomándola del brazo con cuidado
-Quiero mi beso, ahora –exigió con cara de pocos amigos, odiaba que lo hicieran esperar
-Impaciente
-Lo soy y lo sabes
Y sin esperar un segundo más la soltó solo para extender su brazo tomándola por la cintura para atraerla en un beso embriagador y apasionado contra la puerta del despacho
-Deja todo esto y toma tu abrigo –ordenó mirándola a los ojos
-Pero... -de reojo vio pasar al conserje y corrió hacia él-. ¡Señor Jakob! –lo llamó mientras se acercaba a toda prisa.
Habló con el conserje sobre el aseo en el despacho de Nicholas, y el hombre se mostró muy dispuesto a corregir lo que le pidiese, también le hizo saber cuánto le alegraba verla de regreso antes de dirigirse por sus artículos de aseo
Y antes de regresar a su escritorio Danielle, fue al puesto de Frida a recoger la correspondencia y todo lo pendiente.
-Aun te queda tiempo para todo eso –protestó con su ceño fruncido
-Nicholas, yo solo quiero...
-Lo sé, pero necesito que me tomes en cuenta, desde que llegamos hace solo algunos minutos que vas de un lado a otro sin prestarme atención
-No fue mi intención, sé que eres el jefe y..., discúlpame –bajó la mirada apenada
-Tus disculpas están de más, solo quiero un momento a solas contigo antes que la gente comience a llegar
-De acuerdo ¿qué quieres hacer? –suspiró dejando lo que hacía para mirarlo
-Desayuno
-Ay no, no sé preparar esos terribles cappuccinos –protestó haciendo un puchero
-Vamos a salir
-Pero, pero es que...
Y con esa mirada tan intensa que lo caracterizaba y que si no conocías podía llegar a ser intimidante no dejó de observarla, se acercó hasta ella, posó las manos en su cintura arrastrándolas hasta cerrarlas en un abrazo para levantarla hasta que sus rostros estuvieron al mismo nivel
-Ahora –susurró sobre sus labios
La cargó fuera del despacho tomando el abrigo de Danielle, a su paso hacia el ascensor, no pensaba soltarla para que pudiera hacerlo cambiar de idea.
-Nicholas, deja de hacer esto -se sacudió para intentar que la bajara-. No soy una niña bájame
-Si digo que desayunas conmigo tienes que dejar TODO lo que haces enseguida
-Pe...--
-Nada de peros señorita
Volvió a besarla antes de entrar en el ascensor y bajar al estacionamiento. En el interior la dejó con cuidado en el piso, sin dejar de observar sus reacciones en ningún momento, le ayudó con el abrigo e hicieron el trayecto en absoluto silencio. Danielle, no dijo nada en todo el camino al auto, o a la cafetería una vez que subieron al auto de Nicholas.
¿Así iba a ser de ahora en adelante?
Porque en el trabajo está bien que le diga qué hacer y cuándo hacerlo, pero si realmente lo están intentando la situación es completamente distinta. Danielle, no es alguien a quien le guste recibir órdenes en su vida cotidiana, mucho menos por un hombre, es independiente y le gusta tomar todas sus decisiones, buenas o malas son sus decisiones.
-¿Té negro con dos de azúcar? -Preguntó Nicholas, sacándola de sus pensamientos
-Observador -murmura preocupada era un tema serio
-Dame una sonrisa
Pidió ignorando a la cajera que seguía ofreciéndole opciones de desayuno, observó a Danielle, que seguía en silencio, lo estuvo todo el corto trayecto y eso no era normal, aunque no protestó cuando Nicholas, entrelazó sus manos para caminar a la cafetería
-Hay algunas cosas de las que hablar
-Por supuesto
-Tal vez después del trabajo –sugirió intentando dejar de lado el revoltijo que tenía en la cabeza en esos momentos
-Cuando tú quieras
Sin importarle la fila o la gente que los observaba, Nicholas, tomó el rostro de Danielle, con cariño y la besó por unos segundos sin perder el contacto visual
-¡Disculpen hay más gente que necesita comprar!
El gritito de fastidio de la cajera (para nada amigable) los hizo separarse enseguida ganándose una mirada asesina por parte de Nicholas
-Un cappuccino mediano con edulcorante, un té negro con dos de azúcar, y dos tostadas con queso cheddar, gracias
Lanzó la orden Danielle, mientras Nicholas, sonreía y pasaba su tarjeta de crédito para pagar
-¿Qué? No me mires así -pidió confundida, no reconocía la expresión de su rostro
-Me encanta cuando eres mandona
-No soy mandona, pero esa mujer olvidó sus modales en alguna parte
-Como digas pero fue sexy
-Ya avanza
Ocultando lo mucho que le agradó su comentario lo jaló del brazo hasta la zona de la barra donde entregaban los pedidos y allí aguardaron abrazados como dos simples personas en una relación..., excepto que lo de ellos no tenía nada de simple y aún no era una relación
Solo era el día uno.
-Tenemos que hablar de lo que haremos en la oficina, porque son unos chismosos -suspira Danielle, luego de darle una mordida a su sándwich
-No te preocupes por eso deja que yo me encargue
-Es que..., tú
-¿Soy muy atractivo? Lo sé -bromea
-Impulsivo, explosivo. Sí, atractivo pero un odioso de primera
-Todo de primera -insinúa seductor
-Voy a ignorar eso, aun no lo compruebo y...-
-Cuando quieras, estoy listo para el control de calidad –informó más que dispuesto
-Ya déjame hablar, es importante
-Todo lo que salga de esa boquita es importante para mí
Y eso le derritió las ideas y puso dos corazones uno en cada ojo. ¿Este era el mismo odioso que toda la oficina temía y que más de un muñeco vudú habían confeccionado en su "honor"? Porque definitivamente Danielle, nunca lo imaginó siendo dulce y gentil o romántico
¿Lo será?
La única vez que Danielle, vio a Nicholas, intentando "coquetear" con mujeres fue cuando la hizo ir a esa cena finolis y parecía un robot, es muy estricto y quisquilloso, todo a su modo sino está todo mal, así que eso de "las mujeres me buscan no al revés", podría ser cierto, aunque es difícil de imaginar a un hombre tan atractivo sin una mujer perfecta colgando de su brazo..., o a muchas.
-¿Danielle? ¿Estás aquí?
Preguntó Nicholas, curioso con su silencio repentino
-No puedes estar cargándome cada vez que quieras llamar mi atención o desees algo de mí, pueden vernos y no quiero que pierdas credibilidad, menos después de esa junta de directorio tan desastrosa y no quiero que piensen que te enredas con la secretaria y tu asistente don "no tengo novias".
-Astuta
-¿Tengo razón? –y de verdad quería saberlo
-Por supuesto, hermosura
La arrastró con todo y silla hasta que la tuvo pegada a él. Se besaron hasta que su té y café se enfriaron y ya tuvieron que regresar a la oficina.
En el estacionamiento subterráneo subieron al ascensor, Danielle, intentó convencerlo que tomaran distintos viajes, pero como Nicholas, es un obstinado y hace lo que quiere no la dejó alejarse un solo milímetro, la agarró de la cadera y enterró sus dedo (o garras)
-Puede subir alguien, ya son casi las 8 de la mañana –intentó hacerlo alejarse uno o dos pasos
-¿Te preocupa lo que digan de ti? –gruñó apretándola con más ganas contra su costado
-Un poco, que piensen mal –aclaró en voz baja
-Tranquila que no voy a tolerar que hablen mal de ti o de nosotros
-Mmm..., nosotros
Un largo suspiro escapó de Danielle, saboreando la palabra, era extraño pero sentía que esta vez sí es real, con ambos poniendo de su parte, si arrebatos. Como debe ser. Un trabajo de dos.
Y la campanilla del ascensor les indicó que se detenían, las puertas se abrieron en el lobby y un grupito de personas subieron, entre ellos Frida, el resto decidió esperar el siguiente ascensor, no se sentían cómodos subiendo cuando Nicholas, estaba en el interior.
-Buenos días señor Allen
Saludaron las cuatro personas que subieron, a lo que Nicholas, contestó con una escueta respuesta, mientras que Danielle, apartándose un paso adelante los saludó a todos por su nombre e intercambiaron un par de palabras.
Nadie dijo más en el resto del trayecto hasta el piso 16, pero la mirada de Frida, no abandonó al reflejo de Danielle, en las puertas del ascensor, que cuando se abrieron todos bajaron más que rápido corriendo a sus puestos de trabajo.
-Señor Allen
A la 1:30 de la tarde decidió hablar con Nicholas, así que sin dudarlo le marcó a la línea privada, contestó al primer tono.
-Háblame
-¿Estoy interrumpiendo?
-No, mi papá acaba de entrar al baño ¿todo bien?
-Bueno yo..., sé que querías almorzar pero creo que las cosas con tu papá está bastante tensas y me gustaría reunirme con Jazmin y...
-¿Me acabas de pedir permiso para ver a tu tía? –pregunta con una sonrisa en su voz
-No sonrías tanto que lo hago solo porque tú querías que almorzáramos
-¿Cómo sabes que estoy sonriendo?
-Tu voz cambia
-Ve de todos modos estoy atrapado con mi papá
-¿Está todo bien?
-Es un desastre, tómate dos horas –confesó dejándose caer en su silla
-¿Pido delivery para ti y tu papá?
-No tengo apetito pero gracias Dani
-Regreso a las 3 de la tarde en punto
-No puedo esperar, quiero verte
-Me has visto todo el día –le recuerda mordiéndose el labio, ansiosa por estar a solas con él, y ver qué pasa
-No hagas planes para la salida, tú y yo iremos a cenar
-Sí señor
-Tengo que cortar, nos vemos luego
Danielle, se reunió a almorzar con su tía, desde que el viernes pasado Cameron, la atacó en la calle que está preocupada y necesita hablar con ella y verla a diario, más ahora que han puesto la denuncia y solicitado una orden de restricción.
El resto de la tarde fue igual. Nicholas, no salió del despacho en todo el día, le pedía archivos ocasionalmente. Lo esperó hasta las 7 de la tarde y nada, decidió marcharse, pero antes de ir a casa le escribió un mensaje de texto
Ya me voy, espero que las cosas no estén tan mal como lo parecen, descansa esta noche y nos vemos mañana ;)
Se acomodó el abrigo y caminó al ascensor para ir a casa, pero antes que pudiera presionar el botón del lobby, apareció Nicholas, y sin importarle si había cámaras de seguridad la besó estampándola contra la pared del reducido espacio.
-Lamento la demora, ya estoy aquí
-¿Seguro que quieres salir? Porque podemos dejarlo para otro día
-Lo necesito
-De acuerdo
Se puso de puntillas para besarlo una vez más antes de presionar el botón del lobby, entonces recordó que el auto de Nicholas, estaba en el estacionamiento subterráneo
-No, iremos con el chofer, no tengo ánimos de conducir
-Me parece una buena decisión
Se miraron a los ojos con complicidad, y eso fue todo lo tranquilos que estuvieron, el celular de Nicholas, comenzó a sonar en el interior de su bolsillo y sin ocultar su fastidió lanzó una palabrota antes de contestar. Hicieron el descenso en silencio. En el lobby, Danielle, saludó al guardia y avanzó unos pasos más delante de Nic, pretendía esperar afuera a que acabara su llamada, cuando ve a Aaron, de pie frente al edificio, emocionada le avisa con señas a Nicholas que estará afuera y prácticamente corre al encuentro con su amigo
-¡Aaron! ¿Qué haces aquí?
Chilló feliz de verlo fundiéndose en un afectuoso abrazo. Había estado trabajando fuera de la ciudad.
-Hey –la levanta del suelo respondiendo a su saludo
-Hola ¿cómo supiste que estaba aquí?
-Te llamé toda la tarde
-Lo siento mi celular estaba sin batería
-¿Estás bien? Jaz, ya me contó lo que pasó con ese asesino en serie –dijo con desprecio hacia Cameron
-Estoy bien -levanta su mano herida-. Por suerte ya está solucionándose según el correo de Leo
-¿El esposo de la tonta de Mika?
-¡Vaya! Tú y Jaz, se pusieron bastante al día
-Sí y no quiero ni cruzarme con la rubia tonta de Amanda
-Aaron –suspiró divertida, agradecida con su preocupación
-Vine a buscarte, respondiendo a tu pregunta
-Vaya yo...
-¡Danielle!
Como si el abrazo de Aaron, quemara dio un paso atrás y giró la cabeza con brusquedad. En la entrada se encontraba Nicholas, de pie y estaba que echaba humo por la nariz al verla con otro hombre.
-Hay no..., yo..., Aaron, iba saliendo con mí, mí... ¿jefe? –lo de ellos seguía en construcción y explicarlo sería muy enredado, más frente a ambos
-¿Quién es él?
Los celos se estaban apoderando de la capacidad de razonamiento de Nicholas, desde que la vio correr a lanzarse a los brazos de otro hombre. Ahora lo fulminaba con la mirada ¿quién era este y porqué creía que podía tocarla?
-Él es Aaron, un buen amigo que ha regresado de viaje
Explicó nerviosa, ya iba conociendo esa mirada furiosa y celosa de Nicholas
-Aaron, él es Nicholas Allen..., mi jefe... -bajó la voz nerviosa
-Hola, hey señor Allen, solo pasé a saludar a mi amiga no le corte la cabeza –intentó bromear para que Nicholas, quitara esa expresión del rostro
No lo hizo.
-Danielle, nos vamos ahora –ordenó apretando los dientes para no soltar alguna palabrota o una de sus frasecitas
-Sí claro -hizo una mueca hacia Aaron-. Te escribo más tarde, me alegra que estés de regreso en la ciudad
-Buenas noches
No lo tocó, Danielle, solo le sonrió a Aaron y luego caminó hacia el auto que esperaba estacionado al borde de la calle, sin esperar a que alguien le abriera la puerta lo hizo ella misma, se deslizó en el interior acomodándose en el asiento, Nicholas, hizo lo mismo claro que dejó a la vista su enfado cerrando la puerta de un portazo que hizo temblar a todo el auto. El chofer no dijo nada, ya sabía dónde debía llevarlos así que solo puso el auto en marcha.
Los primeros minutos fueron de absoluto silencio, Danielle, lo observaba a la espera de la pregunta, estaba preparada para aclarar lo que necesitara
-¿Quién era?
Y llegó la pregunta
-Es Aaron, es DJ y somos buenos amigos
-Le mentiste –espetó sin mirarla a la cara
-¿En qué? ¿En cómo te presenté?
-Sí
-Nic... -soltó aire con fuerza-. No quiero discutir, sé que has tenido un día complicado, Aaron, es un amigo, nada más no tienes de qué preocuparte
-Le gustas –la fulminó con la mirada
-A. M. I. G. O. S –destacó cada palabra para que entendiera que no representa nada más que amistad
-No me hables así –se quejó ofendido apartando nuevamente la mirada
-Basta, no uses ese tono conmigo que se me está quitando el apetito
A diferencia de él, no le quitó la mirada, observaba como se recostaba en el asiento y miraba hacia el frente furioso, colérico
-Danielle, si estás conmigo es solo conmigo
Literalmente con la boca abierta aguardó a que añadiera algo más, no podía estar insinuando eso. ¡Qué le pasa!
-¡Lo sé! No soy ese tipo de chica..., aunque no lo creas –su tono dejaba claro lo ofendida que se sentía
-No fue lo que quise decir –giró la cabeza para mirarla
-Así sonó...
-No puedo hacer nada con tu capacidad de comprensión
¡Uy! Quería golpearlo por ser tan cuadrado e insensible. Pero en su lugar guardó silencio el resto del camino, apartó la mirada y evitó que la tocara.
Cuando el auto se detuvo fuera del restaurante favorito de Nicholas, ninguno se movió, Danielle, se sentía molesta por el comentario que le hizo, sabía que lo había hecho con intención de hacerla sentir mal, ese era su juego
-¿Vas a seguir con esa actitud? –rompió el silencio ella
-¿Qué actitud?
-Petulante
-No me insultes –ordenó en ese tono tan amenazante que poseía
-Muy bien..., gracias por la invitación pero creo que prefiero irme a mi casa, buenas noches.
Se bajó del auto y caminó lejos en busca de un taxi, no tenía idea de donde se encontraba la parada de bus más próxima
Con suma calma Nicholas, bajó del auto y la observó a unos cuantos metros, estaba molesta, de eso no había duda y era su culpa, lo sabía pero de pronto no supo cómo actuar. Se sintió furioso cuando lo presentó como su jefe, un golpe bajo
-¿Por qué le dijiste que soy tu jefe?
-Lo eres Nicholas –respondió en voz baja, no deseaba montar una escena en la calle
-No quiero serlo, lo sabes
-No es el mejor lugar para hablar de este tema –murmuró mirando a su alrededor
-Entra conmigo
-Me quiero ir...
Necesitaba que entendiera dos cosas. La primera y más importante es que no podía tratarla así, menos si intenta tener algo más que una relación de trabajo. La segunda es que lo suyo ni siquiera está definido y explicarle a Aaron, que está teniendo una relación no oficial con su jefe no se escucha bien
-¿Quieres que me disculpe? –preguntó hablando muy en serio
-No quiero que hagas nada que no desees hacer Nicholas
-Entonces ya deja el berrinche y entra conmigo al maldito restaurante
-Puedo hacerte compañía
-No. Vas a cenar conmigo
-Ese es tu problema, solo sabes dar órdenes
Cruzándose de brazos Danielle, mantuvo la distancia ¿Cómo era posible que el hombre de esa mañana haya desaparecido por completo? Quería llorar de frustración con los cambios de humor de este hombre que tanto, tanto le gusta. Ahora no sabía qué hacer, si decidía marcharse entrarían nuevamente al círculo vicioso de "ahora estamos bien pero mañana no".
Decidió entrar. Lo miró a los ojos unos instantes y entonces caminó a la entrada del restaurante, saludó al anfitrión y respondió a su pregunta con un educado "mesa para dos" y siguió al empleado.
-Su mesa –le indicó dirigiéndose a Danielle
-Gracias ¿me podrías pedir un vaso de agua?
-Por supuesto, enseguida vienen a tomar su orden
Ignorando a Nicholas, que no hacía nada solo la observaba desabotonándose el abrigo para deslizarlo por sus hombros, hasta que sintió sus manos, la ayudó a quitarse la prenda para luego inclinarse y susurrarle al oído
-Perdóname, me vuelvo loco cuando otro hombre te mira
La abrazó con fuerza apoyando su barbilla en la cabeza de Danielle, que estaba a punto de echarse a llorar de la emoción. El demonio acababa de disculparse.
-Aaron, es mi amigo y no voy a dejar de verlo porque tú no quieras que se acerque a mí
-Estuvo mal, lo sé
-Sí, tú tienes a esa hermosa amiga tuya que le gusta decir que es tu novia así que no tienes derecho
-No controlo mis celos cuando se trata de ti –suspira abrumado con estos sentimientos en su pecho
-Confía en mí
-Lo hago, mucho..., pero eres preciosa y desconfío de los hombres que te rodean, no de ti
Girándose en sus brazos para poder verlo a los ojos, en esos estanques oscuros que brillaban en sinceridad, le creyó. Estaba intentándolo y eso era todo lo que necesitaba
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