Santino jamás se había sentido de ese modo. Sinceramente él creía que dejarla ir sería la solución a esa revolución de sentimientos dentro suyo, pero solo había conseguido hundirse en la desesperación.
Verla allí, gozando en los brazos de otro lo hacía sentir con el alma en pedazos y la sensación de las lágrimas correr por su rostro mojándolo era una experiencia que vivía por segunda vez en su vida ¿Por qué tenía que sentirse así?
La expresión facial de Abril al estar siendo penetrada por Gastón lograba calar tan hondo en su corazón que cada uno de sus gemidos era un pinzamiento agudo que dolía cada vez más fuerte. ¿Cómo reaccionar ante eso? Él era el único culpable de que la mujer que amaba estuviera con otro hombre, gozando y disfrutando del sexo con él, pero aún así no podía aceptar lo que le pasaba con ella, porque no creía ser capaz de hacerla feliz.
Haber pasado gran parte de su vida acostándose con decenas de mujeres bajo contrato lo había convertido en una persona fría que basaba su existencia en los placeres que podía otorgarle la carne y por eso siempre necesitaba más en la cama. No era suficiente sodomizar a sus mujeres hasta volverlas esclavas de sus deseos, de sus fantasías, siempre necesito llevar sus deseos al límite y últimamente ya no le era suficiente eso con Abril.
Lo peor para él no solo era verla moverse sobre el miembro de otro hombre, sino que éste se trataba de Gastón y sabía por demás que lo hacía para vengarse de haberse quedado con Clara. Gastón jamás superó haber sido cambiado por un principiante que si podía mantener en el éxtasis a cualquier mujer durante toda una noche.
- ¡Abril! – su grito de desesperación se mezclaba con los gemidos descontrolados de ella - ¡Déjala! ¡Déjala! – se estaba volviendo loco, sus golpes en la puerta de aquella habitación no lograba escucharse dentro de la misma y aunque ella no podía ni imaginarse de la presencia de él, Gastón sabía a perfección que Santino podría estar viéndolos, por lo que no solo disfrutaba de su cuerpo, sino que quería que tuviera un primerísimo primer plano de como estaba haciendo gozar a la única mujer capaz de darle vuelta el mundo.
Los golpes que daba a ese cristal irrompible, lograba lastimar sus manos y su voz se quebraba a cada grito desgarrador, pero aún había más que ver.
Gastón se acomodó boca arriba de la cama e hizo que ella, con sus piernas abiertas se acomodara sobre su miembro, haciendo que Santino viera claramente cómo sus partes íntimas encajaban tan perfecto como si se tratará de un rompecabezas. El suspiro que ella dejó salir de su boca al sentir como su polla la llenaba por completo le hizo recordar la cantidad de veces que hizo lo mismo al ser él quién la llenaste por completo.
Las manos de Gastos sujetaban su cadera y como si supiera de su ubicación frente a la cama, fijo su mirada en ese espejo y con una sonrisa triunfante comenzó a guiar los movimientos de ella sobre su miembro.
La sonrisa siniestra de él hacía que la cabeza de Santino le estallase, ambos sabían que Abril solo era un trofeo de guerra y que no había otra cosa que le diera más placer que saber que Rivas se moría de celos al estar follando a su esclava. Quien lo fue y dejó ir por idiota.
La Srta. Evans no imaginaba que solo era parte de un juego sucio entre un hombre que no se banco haber sido abandonado y un egocéntrico y narcisista que se creer el último vaso de agua en el desierto y que a única que saldría más herida sería ella.
La sensación de estar cabalgando su polla era exquisita, aunque no tan placentera como estar con Santino ¿Qué lo diferenciaba? Que a Santino lo quería, en cambio con Gastón solo era… necesidad porque un favor se paga con otro favor.
Con la espalda apoyada sobre el pecho de él y sus piernas abiertas, le daban a Santino una imagen tan dolorosa que si quiera entendía el por qué seguía parado allí sin ser capaz de escapar ¿qué debía hacer? Él conocía el funcionamiento de esas habitaciones, por lo que para que ellos salieran primero debería hacerlo él. Lo cierto es que Rivas se caracterizaba por hacer y deshacer a su antojo y esto incluía el entrar y salir cuando quisiera de las instalaciones del “The Climax”
Mientras ella cabalgaba de espaldas, Gastón la envolvía con sus brazos y mientras que con una mano apretaba sus pechos pellizcando sus pezones, con la otra estimulaba su clítoris.
- Ahh… ahhhh… - sus gemidos golpeaban como tsunamis en su cabeza y verla abrazar el rostro de él le provocaba ciertos celos que no quería manejar, por lo que decidió hacer algo al respecto.
Él, como muchos de los socios del lugar, sabía que su dueño monitoreaba los sectores desde su pen house, por lo que solo necesito mirar hacía aquella luz roja que titilaba en lo alto de la habitación para decir una sola palabra.
- Apágalo. – dijo sin levantar la voz, con furia en sus ojos, con mucha seguridad y determinación.
Automáticamente todo se detuvo y aquel “click” le dejó entender que la puerta de la habitación espejo estaba abierta y que solo debía empujarla para poder entrar.
No lo pensó dos veces, en tanto dentro de la habitación Gastón se había dado cuenta que los sistemas de seguridad del cuarto se desactivaron y que solo una persona podía ser capaz de hacer eso, Santino Rivas, pero como Abril no entendía el funcionamiento del sitio no se percató.
- ¿te gusta mi amor? – le decía Gastón en el oído y cómo ella mantenía sus ojos cerrados, ida por la excitación del momento que solo podía gemir que sí. – vamos, dilo fuerte. – le ordena y pegando sus labios al lóbulo de su oreja es que la provoca aún más. – quiero que gimas mi nombre. – le pide al mismo tiempo que con su mano derecha sujeta su cuello haciéndole presión.
- Ga… Gas… ohh dios. – ella no era capaz de completar su nombre, porque él la penetraba tan profundo que le cortaba el aire.
- ¡vamos, gime mi nombre! – insistía sin dejar de meterle su grande polla, dura de deseo. – me vuelves loco Abril, me vuelves loco. – decía y mordía su carne con tanta fuerza que sorprendentemente a ella le estaba provocando mucho placer.
- Gas… ohhh sí… - era imposible poder nombrarlo y él disfrutaba de eso.
- Diosa… eres toda una diosa. Eres exquisita, jamás me cansaría de ti. – le decía mientras que con sus manos abría su coño para que su polla entre y salga de ella y que pueda sentirla de manera más placentera. – ¿te gusta? – le pregunta ¿y cómo decir que no? Estaba loca del placer porque jamás se imagino que pudiera hacerle llegar al éxtasis. -¡contesta! – ordena insistente. - ¿te gusta? – pregunta nuevamente.
- Sí. – logra decir entre gemidos, pero Gastón necesita demostrarle a Rivas que es capaz de quitarle lo que más quiere para hacerlo sentir del mismo modo que él cuando se quedó con Clara.
- Dime que soy mejor que Rivas. – y en ese momento ella abre sus ojos.
- ¿qué? – dijo casi sin pensarlo.
- Que me digas que soy mejor que Santino. – repitió serio deteniéndose.
- No puedo. – dijo saliendo de encima de su cuerpo y vaciándose por completo. – lo siento, pero no puedo.
Santino ya no soportaba verla en los brazos de él por lo que había decidido ordenar al borde de la suplica que desactiven los sistemas de seguridad. Necesitaba sacarla de allí, necesitaba recuperarla. No le importaba lo que ella pensara, pasaba por alto que estuviera desnuda en brazos de Gastón, le importaba un demonio él, porque solo la quería a ella y haría cualquier locura por rescatarla de ese gilipollas.
Escucharla intentando gritar el nombre de ese cobarde entre gemidos se sentía como dagas apuñalándole el alma, pero no podía irse, quería llevarla lejos y aunque no lo creía ni podía imaginarlo, Abril deseaba lo mismo.
Cuando iba a empujar el vidrio para entrar en la habitación escuchó lo último y lo dejó inmóvil, con su mano en el cristal a punto de ingresar a ese espacio lleno de olor a sudor y sexo.
- Dime que soy mejor que Rivas. – escuchar esa oración hizo que se detuviera en seco. Santino necesitaba escuchar de los labios de ella su respuesta.
- ¡al demonio! – en ese momento Gastón alcanza a Santino y le da un puñetazo en la zona de la boca provocando que se le lastimaran los labios y le sangrara la nariz a borbotones. En tanto Abril se cubría el cuerpo avergonzada y aterrada.
Santino ya no esperaría a que le dijera lo que quería escuchar, ni tampoco permitiría que Gastón la utilizara para lastimarlo. Abril era una mujer con un corazón hermoso y él mismo lo sabía, aunque se demostrara un perro y no dejaría que él o cualquiera le hiciera daño, aunque el primero en herirla era él y no era consciente de ello aún.
Con toda la rabia contenida en sus manos, le dio un puñetazo en el estómago a ese gilipollas logrando quitarle todo el aire y viendo cómo aun, en vano, intentaba ponerse nuevamente de pie.
Luego de que lo golpeó volteó su mirada hacía ella quien miraba espantada la situación, verlo acercarse y sentir un miedo que jamás experimentó cerca suyo.
- No me importa, en algún momento le lo tendrás que decir. – y sin siquiera ser capaz de procesar lo ocurrido, él la toma entre sus brazos y la saca de allí.
Todos en el The Climax lo conocían perfectamente, por lo que verlo salir con una mujer en brazos y que no gritase y que además la conocían como una de sus esclavas no les fue raro y le dieron paso, pero al llegar al jardín delantero de esa gran mansión y dejarla en el pasto para abrir la puerta del copiloto ella reaccionó e inmediatamente se giró sobre su eje para regresar al lugar.
- ¡espera! – le gritó él corriendo tras ella.
- ¡suéltame! - dijo empujándolo lejos de su cuerpo con una fuerza que no sabía que tenía. - ¡déjame en paz! ¿no te fue suficiente todo el daño que me has hecho? – su enojo lo lastimaba, no era como cuando la conoció que lo veía y consideraba como manifestaciones de caprichos, esto era diferente, él lo sentía distinto. – déjame, yo lo elegí a él. – pero había escuchado perfectamente de sus labios que lo quería ¿cómo podía cambiar de opinión, así como si nada? No, no lo concebía como posible.
- Pero tu me quieres. – escucharlo decir aquello la hizo detenerse en seco. – te escuché decírselo a él. – y ella se giró sobre su propio eje, quedando frente a frente.
- ¿y eso qué? – indago igual de fría que él.
Ella estaba cansada de toda la situación, estaba harta de él, de su acuerdo y de todo lo que tenga que ver con Santino Rivas y aunque lo quisiera no podría olvidar jamás que no le importó romper los sueños de una niña que solo desea volver a caminar.
- No puedes estar con él. – le ordenó volviendo a ser frío y distante, pero ella carcajeo negando con la cabeza.
- No tienes derecho a ordenarme nada. – lentamente y con mucha seguridad se acercó a escasos centímetros de su rostro y juntando valor de donde no tenía, es que “le dio el último tiro de gracia” – ya no soy tuya. – dice mirando sus ojos negros como la noche. – le pertenezco a otro hombre. – le dice con una sonrisa que se esfuerza por mantener, pero en el fondo desea tirarse a los brazos de Santino. – piérdete de mi vida. – le dijo y tuvo que darle la espalda porque si seguía parada frente a él no podría contenerse a besarlo.
Él no quería perderla, se desesperaba el solo pensar que volvería a los brazos de Gastón y no quería ni imaginarla nuevamente tocando otro cuerpo, gozando con otros besos, con otro miembro. El la quería y era momento de ser valiente y ser sincero consigo mismo.
- ¡te quiero! – dice de golpe haciendo que ella se detenga en seco. – no quiero verte en otros brazos. – ella cierra los ojos al escucharlo y aunque por primera vez en su vida él está siendo sincero, ella no le cree. – soy un gilipollas, lo sé, pero te quiero y no sé como manejar mis sentimientos hacía ti. – y luego de dar una gran bocanada de aire, pero sin voltear a verlo le dice algo que termina por romper sus esperanzas.
- Me valen madres tus sentimientos. – y la vio alejarse de él para ingresar nuevamente al The Climax.
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