Poséeme romance Capítulo 42

Cuatro años más tarde . . .

El día que Santino comprendió que no podía darle a Abril un amor como ella se merecía, vio escapar de sus manos a la única mujer que había logrado darle un sentido a su vida ajeno al sexo. Lo que había comenzado como una repentina obsesión se había transformado, sin siquiera darse cuenta en una necesidad vital para su existencia.

Cada noche se repetían en su cabeza secuencias del tiempo que estuvo con ella, de cómo, desde un comienzo las cosas no fueron como con las demás. De hecho, Abril no supo en su comienzo la duración del contrato porque no quería limitarse a encuentros esporádicos dentro de las cuatro semanas como lo hacía con sus otras sumisas, él quería tener la libertad de hacerla suya las veces que quiera y en el tiempo que quería y por eso aquel tema se pasó por alto dentro y fuera del acuerdo.

Tal era la obsesión que le había generado, que llegó un punto en el que buscaba coincidir en todos los lugares a donde ella acudía tan solo para disfrutar y excitarse por la forma de imponerse frente a él, por desafiarlo y confrontarlo. No había noche que no imaginara las mil y unas formas de poseerla, de someterla a sus fantasías.

En todo el tiempo que había transcurrido, ni él le había vuelto a escribir, ni ella se había animado a hacerlo. Los años pasaron y aunque solo fueron cuatro, les fue suficiente para continuar con sus vidas fingiendo que no había sucedido nada, que siquiera uno había existido en la vida del otro.

Abril, logró recibirse de abogada y gracias a su buen desempeño en sus pasantías en uno de los estudios jurídicos más resonantes de Madrid, logró hacerse de un lugar como parte del equipo de abogados especializados en derecho civil, de familia y desde el primer caso en el que fue asignada hasta el último, había logrado el éxito en cada uno de ellos. Era una excelente abogada y todos sostenían lo mismo.

En cuanto a su vida privada, debía ser sincera consigo misma, quizás el sexo que compartía con Santino no era como el que había tenido con su ex novio y no porque no hubiera sentimientos de por medio, claro que sí lo había, o por lo menos de su parte. El asunto era que desde que ella tuvo consciencia de sus sentimientos hacía él, por más que poseyera su cuerpo de manera salvaje, en su corazón era sentir el amor. Ella le estaba haciendo el amor y lo que no sabía, era que Santino también le estaba haciendo.

Por parte de Santino, él no la había olvidado, pero terminó por aceptar que todo había acabado, que al final de cuentas quizás era verdad que no lo quería, como ella se lo dijo aquella vez. Ya no importaban sus sentimientos, después de todo ella jamás contestó y aunque aún la quería, se sentía herido en su ego. No esperaba que se le echara a los brazos, aunque si eso conseguía alcanzaría la verdadera felicidad, pero en cambio solo se vio herido. El asunto era que para él fue muy difícil luchar con sus propios demonios, con lo que le sucedía adentro; eso que no sabía expresar, que si quiera podía ponerle nombre. Santino solo podía experimentar sensaciones que en su vida había conocido cada ver que la pensaba, que la tenía cerca o solo con mencionar su nombre todo su interior era un terremoto de cosas a las que no sabía qué nombre ponerle.

El tiempo los había transformado, especialmente a Abril, quien luego de haber aceptado el rol de sumisa bajo las reglas de Santino lo único que quería para su vida sexual era el poder tener el control de todo lo que respecta a la intimidad. Ella sabía que no volvería a enamorarse porque aún sus latidos tenían el nombre de él y tampoco quería hacerlo no quería sufrir y menos por hombres cobardes como para admitir lo que sienten y no entregarlas a los brazos de otro por no saber manejar los sentimientos. Aunque lo quisiera no podía comprenderlo y no quería hacerlo porque Santino Rivas había quedado atrás. Es por eso que, eligió optar por un nuevo estilo de vida sexual donde sea ella quien tenga las riendas de la situación, sin darle el lugar a ningún hombre a que decida por ella o quiera manejarla como una marioneta, un títere.

Por su parte, Santino había vuelto a ser lo que era el típico hombre frío, hostil y egocéntrico que ella había conocido. Continuó con su estilo y con esos contratos, aunque nunca más volvió a experimentar el éxtasis con otra mujer, de echo no había vuelto a besar a nadie y no porque no supiera besar, simplemente porque quería seguir teniendo la sensación de los labios de ella la ultima vez que se besaron al cerrar los ojos. Era lo único que le quedaba de ella y no quería borrarlo. En cambio, Abril no volvió a besar con la misma pasión, el mismo deseo las mismas ganas y el mismo amor cómo lo había hecho con él.

Cuatro años fueron suficientes para transformar sus vidas, volver a retomar viejos caprichos o simplemente para volver a empezar disimulando que el pasado no existe y que nada de lo que suceda en el presente les cambiará el futuro.

- Licenciada Evans, es momento. –

Abril se había especializado en el derecho de familia ya que era algo que le gustaba demasiado y solo hecho de contribuir para hacer valer los derechos de un niño o de una madre soltera le era suficiente para sentir que había hecho algo útil por alguien.

Mariana Rojas es una mujer como cualquiera quien estuvo casada por ocho años con Armando Esquivel, un muy reconocido productor de televisión, y hacía ocho meses se habían divorciado y cómo éste tenía contactos y poder adquisitivo, había logrado no solo quitarle la tenencia total de los niños que habían tenido, de seis y cuatro años, sino que la había acusado de adulterio y por ende no tenía que darle la mitad de los bienes y desde entonces estaban peleando por la tenencia de los chicos. Abril, luego de conocer el caso se ofreció no solo a costear todos los gastos de un buen abogado que la ayude a recuperar lo que por ley le pertenece, sino que sería ella misma la que llevaría el caso y haría hasta lo imposible por reunirla con sus hijos, a quienes no veía, no hablaba, si quiera los había podido abrazar ni llevar una torta de cumpleaños cuando ambos los cumplieron. Este era un caso que la había afligido dado que ella, que era huérfana y sintió la ausencia de sus padres cuando se fueron, sabía cuan importante era ese vinculo y más cuando son niños tan pequeños como Alma y Juan, los niños.

- Bárbaro, enseguida estamos allí. – le dice a la asistente que se había acercado a ella, quien se encontraba en uno d ellos cuartos repasando lo que la madre debía decir al momento de ser llamada al estrado, para avisarle que el juicio daría comienzo. - ¿entonces comprende lo que haremos verdad? – se asegura de que haya entendido cada palabra.

- Claro doctora. – asiente con sus manos entrelazadas y cerca del pecho. – Dios ayúdame. – dice Mariana mirando hacía el crucifijo en la pared junto a la puerta para luego persignarse.

- Tranquila, lograremos que el juez le ordene compartir la tenencia. – la anima.

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