Poséeme romance Capítulo 41

Una semana más tarde.

Abril y Catalina ya estaban instaladas en Madrid y aunque no estaban muy a gusto en un país ajeno al suyo, por lo menos estaban juntas y la gente, con ellas era muy amena.

Cathy comenzaba a conocer a los directores de la ONG y a sus compañeros, niños y niñas de su misma condición y con cientos de sueños que los motiva a no perder la esperanza. En tanto Abril, se estaba preparando para rendir las equivalencias de algunas materias en la facultad de derecho. La ONG dónde asistía su hermana le habían conseguido, además de un departamento donde vivir, la escolarización y un trabajo de medio tiempo, cuyo sueldo le servía para poder vivir y cubrir gastos necesarios.

Por suerte los rumores de su relación con Santino Rivas no habían llegado hasta España y realmente se sentía tranquila con ello.

Aún no se acostumbraba a la distancia. Por un lado, su mejor amiga, que aunque hablaban por video llamada no era lo mismo. Necesitar sus abrazos en las noches vacías y no tener nada, querer desahogarse y no tener con quien hablar. Eso era una tortura. Para no pensar en Santino, pasaba gran parte de sus días estudiando y no solo para los exámenes, sino para poder rendir libre algunas materias. Tenía la posibilidad de rendir un total de siete cátedras en esa modalidad y se había comprometido a hacerlo. Ella era buena para el estudio y de este modo no solo le faltaría año y medio para recibirse sino que mantendría su mente funcionando en algo útil día y noche.

En la ONG había conocido a un muchacho que más o menos tenía la misma historia que ella, con la diferencia que había sido su padre quién en un arranque de desesperación y ansiedad aceleró el auto donde viajaba junto a la niña provocando un accidente donde él resultó muerto y la con una lesión irremediable en la columna. Se había conmovido por su historia y de alguna manera había iniciado algún tipo de relación amistosa. De echo era la única persona con la que se llevaba amigable en Madrid.

Para ella no era evidente el interés de ese hombre, porque su cabeza estaba metida en dos asuntos, sus estudios y su hermana. Rara vez había espacio para pensar en Santino.

Cuando Abril se fue, lo hizo días antes del juicio del asesino de sus padres y aunque le quemaba la curiosidad de saber cómo salió el mismo, no quería saberlo. De echo se había propuesto comenzar una nueva vida, enterrando su pasado. Ella creía que no saber qué hizo Santino sería lo mejor, pero muy en el fondo se moría de ganas y como si los ángeles la hubieran escuchado, esa mañana una llamada y una acción le cambiaría la vida.

- ¿Cómo estás? – le pregunta Érika con una sonrisa.

- Bien, por suerte . . . bien – contesta Abril fingiendo en verdad estar bien. Pero lo cierto es que cada vez que enciende la computadora para hablar con Érika, desea tanto preguntarle por él, pero debía borrarlo de su cabeza.

- Abril… - le dice y ella guarda silencio. Sabía que volvería a insistir.

Erika le había comentado que hacía unos días Santino fue a verla a su casa para hablar con ella, ya que le había enviado varios mensajes a su email y a sabiendas de que sería débil para no leerlos le pidió a su amiga que cambiase la contraseña y que bajo ningún concepto se la entregase. Pero Érika insistía en hablar con ella sobre él, pero cada vez que lo nombraba a ella le agarraba un ataque de histeria, no quería saber nada. Ella lo quería, su corazón aún latía por él, pero no podía flaquear.

Con el correr de los días ella pudo perdonarlo, porque al final de cuentas la decisión de firmar, en principio, y aceptar todas las clausulas fue de ella. De echo él no le había ocultado nada. Comprendía que una persona que no experimento algún tipo de emoción no sabría cómo actuar ante algo nuevo como es el amor, por no era tan estúpida como para no darse cuenta que a él le pasaban cosas con ella. Después de todo nunca había besado a nadie y eso lo podía saber. Cada vez que recordaba el primer beso reía a carcajadas. “besa como un perro” negaba entre sonrisas. Pero le dolía todo lo ocurrido. Le dolía en el alma haber lástima a Mauro, haber defraudado a Cathy y peor aún, el que ella no se haya podido operar. Por decisión propia. Aún sentía que se avergonzaba de ella por venderse a Santino. Con quién había intentado hablar era con Mauro, pero no le respondía un solo mensaje, y lo entendía ¡Por dios que lo hacía!

Por otra parte las dudas sobre lo que había ocurrido con el asesino de sus padres no la dejaban dormir, pero no quería saber que Santino lo había dejado libre.

- No empecemos, por favor. – le dice ella poniendo los ojos en blanco y a sabiendas que otra vez sería una lucha la cual Érika terminaría perdiendo, lo soltó de inmediato.

- ¡Santino hizo que a ese hombre le dieran perpetua! – dijo rápidamente casi sin respirar. Abril, que estaba de pie, necesitó sentarse ¿Había escuchado bien? Ante su silencio su amiga continuó. – dos días antes se presentó en casa diciendo que sería tu abogado en el juicio porque renuncio a la defensa de Seing y gracias al poder que me firmaste y luego de sus explicaciones acepte a cambiar el abogado. Todo aquello lo hizo por fuera de su estudio generando le no solo perdidas a la entidad sino desprestigio a sí mismo profe alta de ética y moral. Él arriesgó sin importarle nada y ganó el caso. El asesino de tus padres quedó preso con una condena de 25 años. – de pronto guardó silencio para decirle una última cosa. – me pidió que no te lo dijera porque no quería que te negras y que sientas que le debes algo, pero yo creo que debías saber. Abril, es hombre me ha dejado en jaque. Ese hombre ha hecho un gran acto de amor. Ese hombre te ama. – escuchar esto hizo que se largué a llorar y que sienta una desesperación por verlo, por hablar con él y no se reprimió el sentimiento.

- -¡Quiero verlo!- dice de pronto. - ¡Necesito verlo, necesito hablar con él! Llamaré al estudio.- dice rápidamente pero Érika no le tenía buenas noticias.

- Abril, con lo que Santino hizo fue despedido y la última vez que vino a casa para dejarte una carta se marchó. Dijo que iría al extranjero a llevar un caso, pero que no sabía si volvería. – Abril llevó su mano a su corazón y ahogo su llanto, pero Érika la conocía muy bien. – lo siento mucho amiga. – tu contraseña es la fecha de cumpleaños de Mauro. – sabía lo que debía hacer. – lee los mensajes y por sobre todo la carta. Se fue amándote y pidiéndote perdón.

Abril colgó el teléfono y se tiró en la cama a llorar. Se sentía frustrada, dolida en el alma porque lo que hizo no solo la sorprendió, sino que la hizo dar cuenta de que en verdad la quería y ella le había dicho que no. Él se fue sabiendo lo que le dijo, más un su corazón. Estaba desecha.

Luego de varias horas, tomó su laptop y usando como contraseña la fecha de cumpleaños de Mauro ingresó al mail.

Solo cinco mensajes vio con su nombre y uno que acababa de llegar de parte de Érika. Sabía lo que le mandó. De esos me sabes, a ella le llamo la atención el “asunto” de uno en particular. “ Se feliz, hermosa mía” y casi sin ser consciente de sus movimientos, lo abrió.

De: Lic. Santino Rivas.

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