Se sentía tan distinta al estar en ese lugar, estaba acostumbrada al bullicio de la gran ciudad, vivía con sus padres en Upper East Side, cerca de Central Park, entre edificios, museos y restaurantes, cerca de la Quinta Avenida, así que solo convivía con la naturaleza cuando iban a la villa de sus padres en Catskill, era uno de sus lugares favoritos, su nana y ella hicieron del jardín un lugar maravilloso.
Subió a la habitación a bañarse, ya era tarde y tenía que preparar la cena, Bruno aún le tenía prohibido salir de la casa, por lo que había pasado todo el día en el jardín.
Preparó un Rosbif con ensalada y puré de papas, bajó a la cava por un vino tinto, pensó que en ese lugar había más vinos que en una vinatería, se decidió por un Malbec.
Durante la cena, Bruno estaba muy serio, noto que la miraba de vez en cuando, ceno en completo silencio, después se marchó a su despacho.
Nicole limpio todo, cuando se dirigía hacia la recámara, escucho una suave música proveniente del despacho de Bruno, se acercó con curiosidad, justo en ese momento él abrió la puerta.
—¿Qué haces ahí? Entra. —Ordenó al verla parada frente a él.
—No creo que sea adecuado, no quisiera interrumpirte. —Contestó mientras dudaba, no sabía de qué humor podría estar.
—No lo haces, pasa toma asiento. —Intento bajar el tono de su voz, sabía que cuando hablaba fuerte ella temblaba, por lo general siempre le gritaba.
Bruno tomó la botella de whisky, sirvió una copa y se la ofreció a Nicole, ella dudó en aceptarla, pero con tal de llevar la fiesta en paz, la aceptó, temía que se molestara si no la aceptaba.
Él se sentó a su lado, no habló, solo se dedicó a observarla, eso la estaba incomodando demasiado, su intensa mirada y el alcohol corriendo por sus venas, la tenían muy acalorada.
Cuando Bruno llegó a la mansión esa tarde, se había asombrado de que Nicole ya tuviera lista la cena, a decir verdad, lo menos que esperaba de ella es que supiera cocinar, cuando le pidió que lo hiciera fue tan solo con la intención de molestarla, suponía que una niña mimada no sabría hacerlo, ese sería un motivo más por el cual podría humillar la, pero en eso se había equivocado totalmente.
Oprimió un botón de un pequeño control y una suave melodía comenzó a sonar (The thrill is gone de B.B. King) , desde lo ocurrido con Shelsy le había dado por escucharla, sentía que era perfecta para él, sonrió ante ese pensamiento, a Nicole le provocó curiosidad verlo sonreír, lo haciá tan pocas veces.
Bruno apuro su vaso de whisky, después de un rato se dio cuenta de que no podía dejar de observar los labios de la chica, el whisky, su compañía y la música que estaba sonando no eran buena combinación, habían despertado todos sus sentidos.
No pudo resistirse más, se acercó y la beso de una manera agresiva, como si necesitará de ella, la tomó entre sus brazos y la llevó a la habitación, la colocó sobre la cama, desesperadamente le quitó la ropa para después hacer lo mismo con la suya.
Nicole disfrutaba del maravilloso espectáculo que veía desde allí, Bruno se acostó sobre ella, sus manos recorrieron todo su cuerpo con avidez, beso cada centímetro de su piel, abrió lentamente sus piernas para poder entrar en ella, Nicole temblaba pues pensó que sentiría dolor como la primera vez, estaba equivocada, cada movimiento la hizo sentir un inmenso placer, sintió que flotaba, de repente estalló en un mar de sensaciones, Bruno ahogo un gruñido, después se apartó de ella y le dio la espalda.
Se quedó pensativo, sintió que fue increíble estar de nuevo dentro de ella, era tan estrecha, su piel, su cuerpo, eran tan perfectos, necesitaba alejarse, empezaba a sentir que la necesitaba, eso no podía estarle pasando, no con ella, su mente estaba llena de un sin fin de pensamientos que le asustaba, no podía permitirse caer en su trampa, sentía que Nicole estaba tejiendo una fina telaraña a su alrededor en la que estaba quedando atrapado.
Nicole se despertó muy temprano, Bruno ya no estaba, aún podía sentir su aroma impregnado sobre la almohada, se levantó y se dio un baño, después bajó a desayunar, al terminar, salió al jardín, un guardaespaldas al verla se acercó a ella.
—El señor ha salido del país, dio órdenes de que usted solo puede salir con sus padres, de lo contrario debe quedarse en la mansión.
Ella no entendía que le pasaba a Bruno, únicamente la había utilizado y ella como una tonta había caído entre sus brazos, regresó a su habitación, sin poderlo evitar lloró, se sentía prisionera de ese hombre, no sabía si aquello tenía salida, sus constantes cambios estaban por volverla loca.
Había pasado una semana desde que Bruno se había ido, Nicole no tenía idea de dónde estaba, era obvio que ella no le interesaba porque ni siquiera se había comunicado, era una tonta porque no podía sacarlo de su cabeza, pensaba en él a todas horas.
Ese día se despertó muy tarde, no tenía ánimos de nada, bajo a desayunar aún en pijama, estando en la cocina escucho algunas voces en la sala, al acercarse para ver que pasaba, vio a Jack el guardaespaldas hablando con un chico rubio, cuando volteó vio que era Dante su cuñado.
—Hola cuñadita ¿Cómo has estado? —El chico la saludo alegremente, pudo notar que era muy diferente a su hermano.
—Muy bien gracias. —Contestó muy seria, no sabía si este chico también la odiaba o como iba a tratarla.
—Bruno me ha dicho que tardará en Italia, por lo que vine a ver si necesitas algo, mis padres se disculpan por no venir, aún están en Australia. —Cuando menos ya sabía en donde se encontraba Bruno, eso ya era algo.
Estuvieron conversando por un largo rato, a Nicole le pareció que Dante era un chico agradable, muy bien parecido, era alto, rubio de ojos verdes, con un cuerpo bien tonificado, de carácter alegre, achispado, totalmente opuesto de lo que era Bruno.
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