Quemame con tu pasión romance Capítulo 37

Cuando Carina estaba dudando si debía separarse de Daniel o no, sintió que el bebé se movió un poco en su vientre, provocándole un dolor ligero. Ella no pudo evitar dibujar una sonrisa y se acarició suavemente en la barriga.

Dijo dulcemente:

—Cariño, ¡qué caprichoso eres! ¿También te ha quedado herido en este incidente? Mamá siento mucho no haberte protegido bien. Afortunadamente, estás bien. Me puedes escuchar, ¿verdad? Mamá decido llevarte a la casa de abuela. Sé que eres un buen bebé y me entenderás, ¿verdad?

Cuando Carina terminó sus palabras, el bebé dejó de moverse caprichosamente como si hubiera escuchado las palabras de su madre.

Carina acarició cariñosamente su vientre y siguió hablando:

—Carino, aunque tu llegada me ha causado muchos problemas y me ha hecho perder mucho, ¡te prometo que mamá no te abandonaré, pase lo que pase!

***

A la mañana siguiente, la luz tierna y cálida del sol se filtraba a través de la ventana y se derramaba silenciosamente por toda la sala. Carina había despertado y estaba recogiendo sus cosas de uso diario con la intención de salir del hospital y pasar unos días en el apartamento de su madre, Amanda.

Después de empacar bien su maleta, abandonó la sala y se dirigió a la recepción del hospital.

En el pasillo, sumido en un silencio total, no se veía nadie, lo que daba una impresión lúgubre a Carina. Caminando solamente en este pasadizo largo y totalmente callado, Carina incluso podía escuchar claramente el sonido de sus pasos.

Se dirigió directamente a la recepción, Carina esbozó una sonrisa amable y dijo a la enfermera:

—Hola, soy Carina Juderías de la sala 601 en el piso 6, por favor, ¿me podría ayudar en el alta hospitalaria?

La recepcionista levantó la vista de su ordenador al oír las palabras de Carina, le mostró una sonrisa profesional y preguntó:

—Señorita Juderías, ¿estás segura de salir del hospital ahora? Todavía no estás completamente recuperada, te recomendamos que te quedes unos días más descansando aquí.

—Gracias por tu preocupación, pero no hace falta. Realmente no me conviene el hospital y puedo descansar en mi propia casa. Por favor, ayúdame a cumplir trámites para el alta, gracias —Carina repitió otra vez su gana de irse.

Al ver que su tono era tan firme, la enfermera no tuvo más remedio que aceptar su petición.

—Bueno, espera un momento, te hagan trámites para el alta ahora mismo —dicho esto, la enfermera empezó a trabajar en su computador e imprimió algo.

—Señorita Juderías, aquí tienes tu autorización médica de salida del hospital. Que te recuperes pronto y el bebé llegue pronto al mundo con muchas felicidades —la enfermera le entregó el alta con cortesía y le dijo con una voz dulce y suave.

Carina metió el alta en su bolso y contestó con una sonrisa:

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