Quemame con tu pasión romance Capítulo 38

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás de tan mal humor? Pues dime quién te ha enfadado tanto? —María preguntó a su hijo con algo de descontento.

María siempre había estado mimando a su hijo, claro, ella también se sentía molesta al ver que su querido Daniel estaba de tan mal humor.

«¡No perdonaré fácilmente a cualquiera que se atreva a maltratar mi querido hijo!»

—¡Mamá, qué dices! Nadie me ha enfadado, solo estoy un poco molesto y nada más. Ya quiero descansar, mamá —Daniel conocía muy bien el carácter de su madre. Si le contara lo de hoy, seguramente se enfadaría aún más y se pelearía con Carina.

—¿Acaso es por esa mujer que todavía está en el hospital? Justamente quiero hablar algo serio contigo —dijo María.

Al oír las palabras de su madre, Daniel cambió la expresión, la tomó de la mano a su madre y preguntó ansiosamente:

—Mamá, ¡¿acaso has ido a buscar a Carina a mis espaldas?! ¡¿Qué le has dicho?!

—¿Por qué te pones tan nervioso? ¡No le he hecho nada a ella! Es que me he topado por casualidad con su desgraciada madre en el pasillo del hospital. Esa Carina está codiciando la riqueza de nuestra familia. Eres demasiado ingenuo y estás cegado por sus trucos, ¡pero tu madre, yo no soy tonta! ¡¿No me digas que realmente quieres casarte con ella solo porque está embarazada?! —María dijo con el ceño fruncido al ver a su hijo ponerse tan preocupado por esa Carina.

Y tras una pausa, María siguió diciendo con mucho desprecio:

—Daniel, te digo que nuestra familia Chicote es una familia eminente y nos importan mucho el decoro y la reputación familiar, por eso creo que Diana es mucho más mejor para ti en comparación con esa Carina humilde. ¡Hoy he dicho a Amanda que quiero pagarle una gran suma de dinero para que su hija se separe de ti! Daniel, podremos mantener a ese bebé, después de todo, es tu propio hijo, pero es mejor que te deshagas de esa Carina lo antes posible.

—¡No lo acepto! ¡Mamá, te digo seriamente que no lo aceptaré! —gritó negándose Daniel, quien se quedó tan furioso que sus ojos se pusieron sonrojados, lo cual sobresaltaba un poco a María.

—¡¿Qué?! ¿Acaso quieres llevarme la contraria y casarte con esa zorra Carina? ¡Una mujer tan vulgar como ella no es digna de unirse a nuestra familia! —María dijo severamente.

María nunca había visto que Daniel estaba tan enfadado por una cosa. Fue la primera vez que su hijo se peleó tan ferozmente con ella. Como madre, naturalmente se sentía ofendida.

—Daniel, puedo tolerarte cualquier cosa, ¡pero tienes que hacerte de esa mujer después de que nazca el bebé! Y te prometo que se pueda quedar ese bebé en nuestra casa, después de todo, es tu propio hijo y la abuela ha estado esperando su nacimiento —dijo María rotundamente sin ceder ni un poco.

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