Quemame con tu pasión romance Capítulo 44

—Sí, Lupe, ¡tienes toda la razón! Ahora lo más importante es llevar a Carina de vuelta a casa. Ya está en el hospital más de una semana, debe de recuperarse completamente —al oír lo que dijo la criada, Daniel se dio una ligera palmadita en su propia cabeza.

—Señorito, ahora lo que usted debe hacer es ir al hospital a llevar a la señorita Juderías de vuelta a la familia Chicote y cuidar bien de ella hasta que nazca el bebé. Pase lo que pase, usted debe darle las gracias sinceramente, después de todo, está embarazada para usted —le dijo la criada a un lado.

—Si esa señorita realmente quiere irse de la familia Chicote después de parir, usted podrá darle una suma de dinero a ella como compensa. En ese momento, aunque el bebé no pueda tener una familia completa, no podremos cambiar nada. Sin embargo, ante todo, tenemos que hacer todo lo debido, ¿no? —añadió la criada pacientemente.

—Dices muy bien, Lupe. Si realmente ella quiere separarse de mí en ese momento, pues le devolveré la libertad. Sería mejor si pudiéramos sentirse atraídos mutuamente en el futuro medio año. Si no, no me arrepentiré —dijo Daniel firmemente.

—Lupe, muchas gracias por tu buen consejo. De verdad me has ayudado mucho hoy. Es muy agradable charlar contigo —Daniel le dio sinceramente las gracias a la criada y mostró una sonrisa alegre y relajada.

Al ver a su señorito ser tan amable, la criada, Lupe, se apresuró a decir:

—Señorito, no es nada, es mi placer poder ayudarle. Le he visto crecer desde niño y sé que usted es un buen chico que sabe considerar por otros, aunque a veces es un poco rebelde. Además, usted es un verdadero hombre responsable que siempre es honesto consigo mismo. Realmente le aprecio mucho su virtud de ser responsable de lo que ha hecho, con tal carácter confiable, usted puede destacarse entre todos los ricos jóvenes de Andranta.

Al escuchar el elogio de la criada, Daniel se quedó un poco avergonzado y dijo:

—Lupe, me da mucha vergüenza que me elogias así. ¡No soy tan bueno como dices!

Mirando la cara sonrojada por vergüenza de Daniel, Lupe dijo sonriendo:

—Señorito, todavía tengo otras cosas que hacer, por eso no le molesto más. No olvide el café en la mesa. Si usted tiene algo más molesto en el futuro, puede charlar conmigo cuando quiera. Haré lo posible para ayudarle sin duda alguna.

Luego, la criada se marchó del estudio.

Daniel tomó un sorbo de café, sacó su móvil del bolsillo y marcó un número.

Muy pronto, se conectó la llamada.

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