En dos automóviles se trasladaron desde el Hotel Mingmen al hotel en el que se alojaban. Cuando llegaron, Rúan Cheng bajó primero del auto, seguida de Zhou Xiaosu. En la entrada del hotel esperaba Dong Liyan vestido de traje.
—Buenas tardes, Asistente Dong —lo saludó Rúan Cheng, al igual que lo hizo Zhou Xiaosu cuando entró.
Dong Liyan asintió a Rúan Cheng, pero su mirada cambió al verla. Sus ojos la siguieron hasta el lobby del hotel y frunció un poco las cejas. Cuando Mu Chenjue bajó del auto, se percató de la expresión inadecuada del asistente. Miró a Dong Liyan con su mirada hosca y feroz. Cuando este se dio cuenta, se volteó con rapidez hacia su jefe.
El alto y musculoso Mu Chenjue entró en el hotel con sus pasos agigantados y dijo con frialdad:
-La mirabas. -Sus palabras iban dirigidas a Dong Liyan, que le seguía.
Este dudó en responder. Tras pensarlo un poco, dijo brevemente:
-No la miraba.
¡Era una mentira que no tenía pies ni cabeza! Mu Chenjue bajó la mirada. En ese instante, Li Ye salió de un taxi y entró en el hotel con una computadora portátil en la mano. Cuando vio al jefe y al asistente Dong de pie frente al ascensor, titubeo por un segundo antes de acercarse a saludarlos.
—Hola, Asistente Dong y Director Mu.
Mu Chenjue lo miró con su mirada penetrante.
»Soy nuevo en el Departamento de Diseño. Me llamo Li Ye —dijo y, después de presentarse, prosiguió sin demora—: Me disculparé si no les importa.
En ese momento, aunque Mu Chenjue permaneció en silencio, su mirada era fría como el hielo y parecía distante e inalcanzable.
De vuelta a la habitación del hotel, Mu Chenjue se desabotonó los puños de su camisa, donde llevaba dos gemelos muy elegantes, diseñados especialmente. Miró hacia la cama y pudo ver a sus dos hijos dormidos después de un agotador día de juegos. Se dirigió al gabinete de vinos de la suite, abrió una botella de vino tinto y se sirvió una copa. El líquido frío se deslizó por su garganta mientras tragaba el alcohol y fruncía el ceño.
Pronto, los niños se despertaron. El hermano mayor se levantó primero y fue a ducharse. Cuando terminó, volvió para ayudar a su hermana a encontrar su traje de princesa.
-Hermano, ¿qué le pasa a papá? -susurró Ruanruan.
El hermano mayor negó con la cabeza al no saber lo que sucedía y respondió:
-Mejor no preguntar nada.
Al mismo tiempo, en la habitación de Rúan Cheng, L¡ Ye dejó el bolso de la computadora portátil y la abrazó con
fuerza.
—¿Qué pasa? —preguntó ella ante este abrazo repentino.
Llevaban un año juntos, pero no estaban acostumbrados a tanta intimidad. Ella tenía una aflicción en su corazón. Él la respetaba y nunca se sobrepasaba. Aunque esta vez se comportó de manera inusual.
—No pasa nada, solo quería abrazarte porque te he extrañado mucho. Eso es todo -dijo él con cansancio.
Rúan Cheng no preguntó nada más. Esa noche cenaron juntos y luego L¡ Ye le propuso ir de compras. Tenía prisa cuando salió para este viaje de negocios, así que no pudo empacar nada de ropa. Al terminar de comprar, ya eran las nueve y media de la noche.
-Quisiera una habitación, por favor. -Li Ye sacó su documento de identidad y se lo entregó al recepcionista.
Rúan Cheng esperaba a su lado y no pudo evitar pensar en la noche anterior, cuando trató de reservar otra habitación y no había ninguna disponible. El recepcionista levantó la
vista y dijo:
-Lo siento, señor. No hay ninguna habitación disponible en este momento.
Dong Liyan se dio cuenta de lo que pensaba su jefe, pero lo guardó para sí mismo. Entonces dijo:
-Ruanruan, ¿qué tal si te llevo con la Señorita Cheng?
Ruanruan dejó de balbucear y con rapidez se bajó de la silla. Quería que Dong Liyan la llevara a buscar a la
Señorita Cheng. El asistente miró a su jefe. Mu Chenjue estuvo en silencio todo el tiempo y no parecía estar en desacuerdo. De este modo, Dong Liyan condujo a la niña fuera de la suite y la llevó hasta Rúan Cheng.
El ascensor bajó. Antes de que Dong Liyan llegara al piso de Rúan Cheng, sonó su teléfono.
—Director Mu —respondió sorprendido. Frunció el ceño, pero no tuvo más remedio que cumplir la orden.
En medio de la noche, Rúan Cheng y Zhou Xiaosu conversaban en el auto. Esta, somnolienta y cansada, le decía:
—Tengo el presentimiento de que la hija del Director Xiao es una persona siniestra. ¡Nos trajo mala suerte después de nuestro primer encuentro! ¿Por qué el jefe nos ha ordenado volver a Ciudad A en plena noche? ¡Oh, Dios mío! ¿Qué le pasa? Él ya pagó la habitación del hotel, pero aun así no se nos permite pasar la noche. ¿Le hace feliz que estemos en la carretera a estas horas?
Rúan Cheng también estaba cansada y no podía entender en qué estaba pensando Mu Chenjue. Li Tao conducía y L¡
Ye estaba sentado en el asiento del lado del chofer.
Tarde en la noche, en el hotel de Ciudad H.
Mu Chenjue estaba solo en el balcón del hotel. Encendió un cigarrillo y frunció el ceño, lo que reveló su emoción actual. Las personas que habían tratado con él en el negocio sabían que era una persona asertiva. Estaba un poco borracho después de haber tomado unas cuantas copas de alcohol en la habitación. Pensaba en la sonrisa de Rúan Cheng de hacía cinco años y en cómo le había costado resistirse la noche anterior. No pudo evitar burlarse de sí mismo con frialdad. Luego, se inclinó y apagó el cigarrillo en el cenicero.
A la mañana siguiente, Dong Liyan acompañó a su jefe y a su familia al Aeropuerto Internacional de Ciudad H. El rostro atractivo de Mu Chenjue seguía sombrío. Dong Liyan, que estaba detrás, no pudo evitar pensar para sí mismo: «Mi querido jefe, incluso puede impedir que duerman juntos en el hotel de Ciudad H, pero eso no significa que pueda impedir que se queden juntos en Ciudad A. Entonces, ¿qué sentido tiene? Usted no significa nada para ella».
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