Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 213

Al día siguiente, Óscar aún estaba sumido en un profundo sueño cuando una cubeta de agua fría lo despertó de golpe.

El gerente del casino estaba parado sobre su cabeza, con una expresión de lástima en su rostro.

—Lo siento, chico, pero tu vieja acaba de mandar otros cincuenta mil y no alcanza. Se nos acabó el tiempo, así que toca despedirte— dijo con una falsa compasión.

Óscar comenzó a gritar desesperado.

—¡No quiero morir, por favor, déjenme ir! ¡Voy a trabajar sin parar para pagarles, les suplico…!

El gerente, sin un ápice de clemencia, lo pateó a un lado.

—Háganlo— ordenó con frialdad.

Los guardaespaldas sacaron de inmediato navajas afiladas de sus cinturas. Para ellos, deshacerse de un jugador inútil como Óscar ni siquiera merecía el gasto de una bala.

Uno de ellos agarró con firmeza el cabello de Óscar, mientras otros dos lo inmovilizaban. No importaba cuánto llorara o suplicara, era inútil.

Un simple corte en el cuello sería suficiente para acabar con él al instante.

Pero justo cuando todo parecía perdido, la puerta del pequeño cuarto se abrió de golpe.

Unos cuantos hombres entraron tranquilamente, liderados por Zeus, quien lucía una holgada vestimenta negra y llevaba una pistola brillante en la cintura.

Tenía un aire despreocupado.

—Vaya, si es el jefe Zeus. Oí que andaba muy ocupado, ¿cómo es que se dio una vuelta por aquí?— preguntó el gerente del casino con una sonrisa cordial, evidenciando su familiaridad con Zeus.

—Me picaban las manos por jugar unas cartas y vine. Desde lejos escuchaba alaridos como de matadero y decidí ver qué pasaba— contestó Zeus.

Al oír eso, el gerente señaló hacia Óscar, quien estaba en un rincón y parecía más un espectro que un ser humano.

—Qué mala pata, me tocó este muerto de hambre. No se le puede sacar nada, un completo desperdicio de mi tiempo.

—¿Ah sí?— Zeus miró a Óscar con desdén y soltó una carcajada.— Pues resulta que necesito gente y este chico parece estar en buenas condiciones. ¿Qué tal si me lo vendes?

El gerente del casino lo pensó por un momento y aceptó.

Total, matarlo no le reportaría nada. Mejor obtener algo de dinero.

Así que con un gesto despreocupado dijo— Dale, jefe Zeus, usted ponle precio. Este muchacho y su familia están pelados, no tienen ni un centavo, ya están exprimidos.

—Aparte de para estafar o desvalijar algo, no sirve para mucho más— agregó el gerente.

Zeus, con una sonrisa misteriosa y fumando un cigarrillo, replicó:

Sacó su móvil de inmediato e intentó llamarla, pero no hubo respuesta.

Zeus echó un vistazo al número y vio que era el mismo que él había confiscado días atrás.

—¡Imbécil!— exclamó, golpeando la cabeza de Óscar. —¿No tienes otro número?

—Solo tenía ese…— Óscar estaba al borde de las lágrimas.

—¿Y no ha intentado contactarlos en estos días?— preguntó Zeus con escepticismo.

—No, en serio, ella hace tiempo que no busca a nadie de la familia. No nos llevamos bien, es una desagradecida— explicó Óscar, temiendo que no le creyeran.

Zeus se levantó de forma despreocupada. —Péguenle a ese inútil. —

—No, por favor, no… — Óscar se rogó de inmediato. Si lo seguía golpeando, moriría en minutos.

—Entonces llama a tus padres y diles que te manden un millón— dijo Zeus pausadamente.— Tu hermana nos debe un millón. Si no podemos encontrarla, tú pagarás su deuda. Te soltaré cuando el dinero esté en nuestra cuenta.

—¿Qué?— Óscar se aterrorizó aún más.

¿Por qué Evrie les debe un millón a estas personas?

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