—Señor...— Joan se apresuró a su encuentro, sintiendo una seguridad como si hubiera visto a un salvador.
Farel le preguntó mientras caminaban, —¿Qué está pasando con el Grupo K ahora?—
Joan informó de inmediato, —Estos dos días no han hecho movimientos, los tenemos bien vigilados. Después del incidente en el hospital, sus objetivos se han hecho evidentes. Hemos recopilado algunas pruebas y ya las hemos reportado a las autoridades, estamos evitando estrictamente que su gente entre al país.—
Pero al final... esto es solo una guerra de negocios.
Las fluctuaciones del mercado hacen que no sea conveniente apuntar demasiado abiertamente.
Solo podemos confiar en la fuerza del grupo para resolverlo.
—Sigue así—, dijo Farel, —si no alcanzan su objetivo, solo intentarán expandirse en otras sucursales del Hospital Asana. Además, todos nuestros socios deben ser revisados y seleccionados de nuevo, para evitar traidores.—
—Entendido.—
Ambos entraron al ascensor, y Farel presionó el botón del piso más alto.
Joan pudo ver fácilmente el vapor en el abrigo de Farel, así como la frescura y el cansancio en sus ojos, indicando que no había descansado bien esta semana.
Volvió al país contra reloj.
No pudo evitar preguntar, —Sr. Haro, acaba de volver al país de noche, ¿quiere ir a casa a descansar?—
—No, seguimos con las reuniones—, respondió Farel. —Organiza todas las citas de hoy, sigue el progreso.—
—Entendido.—
Ambos se sumergieron en un día de trabajo intenso, al punto que el almuerzo fue algo que Joan trajo al azar.
Cerca del final del día, la alarma del teléfono sonó.
Farel levantó la vista de la computadora, apagó la alarma del teléfono.
Era la hora de salida.
Se recostó en el respaldo de cuero de su silla, se tomó un momento para masajear su frente, y después de tres segundos, se levantó para apagar la computadora.
Luego, tomando las llaves del auto, salió de la empresa.
Joan lo encontró en el pasillo y le preguntó, —Sr. Haro, ¿a dónde va?—
—A casa.—
...
Cuando Evrie salió del trabajo, justo al salir del edificio de la empresa, vio un familiar auto negro estacionado afuera.
La matrícula le resultaba extremadamente familiar.
Sus ojos brillaron, y rápidamente se acercó al auto, a través de la ventana medio abierta vio al hombre sentado en el asiento del conductor.
Con rasgos distinguidos y un perfil claro, no podía ser otro que Farel.
—¡Has vuelto!—
Evrie se apoyó en la ventana, su tono se volvió más animado.
Después de una semana sin verlo, parecía más delgado y sus ojos mostraban signos de fatiga, con ojeras bastante marcadas.
Era evidente que no había descansado bien.
Farel dejó de masajear su frente, giró la cabeza hacia afuera, y cuando su mirada cayó sobre Evrie, el cansancio en sus ojos se disipó un poco, transformándose en ternura en un instante.
Extendió la mano a través de la ventana y pellizcó su rostro dos veces.
—Vine a recogerte, ¿me extrañaste?—
Evrie asintió, —Mucho, muchísimo.—
La sonrisa de Farel se elevó inevitablemente mientras le abría la puerta del copiloto.
—Sube.—
Evrie, contenta, rodeó el auto y se sentó en el asiento del copiloto, cerrando la puerta justo cuando vio a Blanca saliendo del trabajo.
Blanca, al ver a Farel, comenzó a burlarse de Evrie.
—Me preguntaba por qué saliste sin esperarme, resulta que tu marido vino a recogerte.—
Evrie, exitosamente distraída, respondió, —Déjame cocinarte, justo aprendí un par de platos nuevos, perfecto para mostrar mis habilidades y consentirte un poco, mira cómo has adelgazado.—
La esquina de los labios de Farel se elevó ligeramente, su voz se suavizó.
—Perfecto.—
...
Por otro lado, Blanca llegó a casa, cenó y luego salió a pasear al perro por el barrio.
El clima se volvía más cálido, la primavera había llegado.
El viento de principios de primavera soplaba cálido, no frío.
Debería ser un clima agradable, pero por alguna razón, se sentía vacía por dentro.
Recordando cómo Evrie y Farel salían del trabajo, apretó los labios.
Farel había vuelto, pero no había noticias de Berto.
Era bastante extraño.
Estos días, Berto solo le enviaba mensajes de voz para tranquilizarla, raramente llamaba.
No quería molestarlo demasiado sabiendo que estaba ocupado.
Pero hoy, por alguna razón, no pudo resistirse.
Blanca sacó su teléfono y llamó directamente a Berto.
—Dum—dum——
El teléfono sonó varias veces del otro lado, tanto que Blanca pensó que iba a colgar.
Entonces, una voz masculina baja y ronca se escuchó.
—¿Hola?—
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...