Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 231

Entonces, el joven fue arrastrado a la fuerza por varios guardias.

De repente, la oficina se quedó en silencio absoluto, nadie se atrevía a hablar.

Zeus había desahogado la frustración que llevaba dentro y su humor había mejorado notablemente.

Golpeó su escritorio con la porra eléctrica, que chisporroteaba al contacto.

—¡Que se pongan las pilas todos, carajo! El que se haga el vago y no cumpla con las metas, acabará como ellos, vendido al pueblo de al lado para extraerle los órganos y marinarlos en aguardiente!—

Nadie osó decir palabra, todos se pusieron a teclear en sus computadoras.

Cada uno manejaba decenas de cuentas en redes sociales, haciéndose pasar por estafadores sentimentales, ofreciendo falsas oportunidades de amor, inversión y finanzas para engañar a la gente en su país.

Muchos, por un arrebato del momento, habían perdido todos sus ahorros.

Y ni siquiera la policía podía recuperar el dinero.

Zeus, ya satisfecho, disfrutó de su poder y estatus de superioridad.

Luego, se marchó muy a gusto.

Esa vida de estar por encima de todos, sin duda, era demasiado placentera; no pensaba volver a su país por nada del mundo.

......

Al día siguiente, por la mañana.

Farel se cambió las vendas y, llevado por Evrie, salieron del hospital.

—¿A dónde vamos?— preguntó Evrie.

—Ya lo verás cuando lleguemos.—

Farel le dijo de manera misteriosa, sacando una pistola y poniéndola en manos de Evrie.

Era pesada y su tacto, helado.

—Acostúmbrate al peso, vas a necesitarla en un rato.—

Evrie se quedó perpleja, pero pronto dedujo lo que se venía, y con ojos como platos dijo—¿Vas a enseñarme a disparar?—

Farel no lo confirmó ni lo negó—Aprender a defenderse es una habilidad que podría salvarte la vida en un momento crítico.—

Pronto, el auto se detuvo en un terreno baldío.

Todo alrededor era un desierto de arena llana, interminable a la vista, pero había guardias en la entrada; más allá se extendía un campo de tiro espacioso.

Era un polígono de tiro.

Evrie solo lo había visto en la televisión.

No tenía ni idea de cómo Farel había encontrado ese lugar.

Farel la llevó a un puesto de tiro; al mirar a lo lejos, había filas de blancos circulares diseñados para el tiro.

Un empleado se acercó y les entregó varias armas, cortas, largas, de todo tipo y modelo.

Evrie las tomó en sus manos, demasiado nerviosa para moverse.

Eran armas reales.

Algo con lo que nunca había tenido contacto en su país.

—Párate firme, agarra el arma con ambas manos, muñeca recta, el mango en la base del pulgar, relaja el índice.—

Farel se colocó detrás de ella, corrigiendo meticulosamente sus movimientos.

Cómo cargar la pistola, asegurarla, apuntar...

Cada paso era tomado con seriedad.

Evrie tragó saliva, dudando de sí misma.

—Señor, ¿quiere que traigamos blancos vivos?—

Farel, con una expresión sombría, negó con la cabeza—No es necesario.—

Cuando el empleado se fue, Evrie, curiosa, le preguntó a Farel.

—¿Qué son los blancos vivos?—

—Son personas reales.—

—¿Qué?—

—Aquí, si tienes suficiente dinero, puedes comprar una persona y hacer con ella lo que quieras.—

El rostro de Evrie se transformó en una mueca de horror.

La vida humana allí valía menos que nada.

—Ya he practicado suficiente, volvamos.—

Evrie de repente perdió todo interés, deseando solo alejarse de aquel lugar.

—¿Te asustaste?— Farel sujetó su brazo con firmeza. —Si tienes miedo, de ahora en adelante ten más cuidado, y no te dejes engañar por hombres que te prometan sacarte del país. No siempre voy a estar para salvarte.

Evrie se mordió el labio, sintiéndose culpable.

—Entendido, no lo haré de nuevo.

—Nunca confíes en las palabras de un hombre. — La voz de Farel era grave, casi como una advertencia. —Incluyéndome a mí.

Evrie se quedó paralizada por un segundo, tratando de descifrar el significado detrás de sus palabras.

Pero después de mucho pensar, no pudo captar nada concreto.

Incluyéndolo a él, ¿qué quería decir con eso?

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