Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 237

—No, no quiero...—

Evrie retrocedía sin parar, aunque ya había llegado a la pared, no podía evitar temblar.

—¿Ya te asustaste? Todavía no te he mostrado lo mejor.—

Leandro se levantó tranquilamente y caminó hacia la pared opuesta.

Con un movimiento rápido, retiró una gran cortina negra y a través de un enorme cristal, la habitación del otro lado se reveló ante sus ojos.

Un grupo de chicas con el pelo suelto y desordenado estaba sentado al pie de la pared, encadenadas, sucias, sin moverse.

Algunas no tenían brazos, otras no tenían piernas, y algunas estaban embarazadas.

Eran como animales, o quizá peor que los animales.

Evrie se quedó paralizada del miedo.

El impacto visual fue un choque tremendo.

¡Terror, horror, perversión!

¿Qué lugar era este?

—Circo.— Leandro respondió la pregunta que ella tenía en mente. —Aquí hacen de todo: actúan en el escenario, mendigan, tienen hijos, dan leche, todo lo que puedas imaginar.—

Leandro avanzó hacia ella y con su mano sostuvo su barbilla.

Suspiró suavemente.

—Evi, al principio realmente quería fomentar tu talento, te di privilegios sin igual, te hice vivir sin preocupaciones en Brasil, te permití disfrutar de un tratamiento de primera en el Triángulo Norte. Incluso no me atrevía a molestarte, pero ¿por qué no obedeciste? ¿Por qué tuviste que huir?—

—Mira a estas chicas, las que huyen terminan encerradas aquí, nunca podrán escapar. ¿Quieres ser una más de ellas?—

Evrie negaba con la cabeza desesperadamente.

—No, no quiero, por favor...—

Preferiría morir antes que vivir como un animal.

Vivir peor que morir, pero sin poder morir, era la mayor crueldad hacia la vida.

Evrie, desesperada, agarró el dobladillo de la camisa de Leandro, suplicándole. —Por favor, no me hagas esto, te lo ruego...—

—¿Tan asustada estás?— Leandro le preguntó con interés. —¿Entonces, seguirás huyendo?—

Evrie, mordiéndose el labio y temblando, dijo: —No huiré más.—

—¿De verdad?—

—¡De verdad!.— Ella asintió repetidamente. —No huiré más, de verdad.—

Leandro pareció satisfecho con su actitud.

Señaló hacia la pared y le dijo: —Así está bien, anda y colócate esa cadena alrededor del cuello y ciérrala.—

—Lo que Farel puede hacerte, yo también puedo hacerlo, y hoy te dejaré experimentar quién es mejor.—

Evrie temblaba por todo el cuerpo, y comenzó a luchar instintivamente.

—Suéltame, me siento mal, no podemos...—

Leandro ignoró sus palabras, comenzó a desabrochar su blusa, su pantalón, con movimientos rápidos y brutales, sin darle oportunidad de resistirse.

Evrie pateaba desordenadamente, su voz de pánico estaba teñida de llanto.

—Tengo... tengo mi período, no podemos hacerlo, por favor no me toques...—

Leandro se detuvo por un momento y directamente le arrancó los pantalones.

La sangre roja fluyó por sus muslos, resaltada bajo la luz.

Era verdad.

Leandro entrecerró los ojos, su rostro atractivo se veía algo diabólico bajo la luz.

—¿No sabías que también se puede durante el período? Y tiene un sabor especial. Si Farel no lo ha hecho contigo, ¿por qué no lo intento yo?—

Los ojos de Evrie se dilataron de repente.

¡No podía creer que él fuera tan locamente audaz!

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