Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 256

—¿Acaso soy de esos que aprovechan su tamaño para intimidar a los demás?— Federico sonrió con sencillez. —No la he asustado, mi secretario puede dar fe de ello.—

Desde el asiento del conductor, el joven Saúl asintió rápidamente, —Claro que sí, Sr. Haro, puedo confirmarlo.—

Farel, con frialdad, enfatizó de nuevo —Y no te metas más en su camino.—

Federico levantó la mirada, con un tono lleno de significado —Parece que tú amor hacia ella es más que un simple gusto, ¿no es así? ¿No estás demasiado involucrado?—

Farel soltó una risa fría —Para que hayas venido a hablar con ella en privado, ¿no es evidente que ya estás al tanto de mi interés?—

Federico se quedó en silencio por un momento, sin replicar.

Farel se recostó en el asiento del copiloto, su voz resonaba suavemente en el interior del carro.

—Haré todo lo que me pidan; seguiré la carrera que quieran que siga; también aceptaré casarme con la mujer que me escogen, pero a ella, no la toques.—

Federico soltó una risa ligera —Defiendes tu corazón con franqueza, ¿ya ni siquiera disimulas?—

Farel forzó una sonrisa —Nunca he ocultado lo que siento. Si me gusta, me gusta; si no, no. Puedo no estar con ella, pero eso no significa que pueda quedarme de brazos cruzados si la veo sufrir. Espero que lo entiendas.—

Federico reflexionó un instante y finalmente cedió.

—Entiendo.— Insistió —Pero pronto serás yerno de la Familia Da Silva, así que cuida tus maneras y no nos dejes en vergüenza. No me meteré en tus asuntos.—

Farel abrió la puerta del carro y saltó fuera.

A través del vidrio, hizo un gesto de 'ok' a Federico, luego subió a su propio Range Rover y se marchó sin mirar atrás.

—Jefe, parece que su hijo está realmente molesto esta vez.—

El secretario Saúl, observando cómo se alejaba el Range Rover, no pudo evitar comentar.

—Ese chico, parece que solo quería darme una advertencia.—

Federico suspiró ligeramente —Vámonos, no hay que preocuparse por él.—

—De acuerdo.—

...

Evrie acababa de bajar del metro cuando recibió una llamada informándole que había pasado la entrevista.

La persona al otro lado del teléfono confirmó su disposición a incorporarse y la fecha de inicio, prometiendo enviarle la oferta más tarde.

Evrie colgó y respiró hondo.

Por fin algo bueno había sucedido.

Regresó a su departamento alquilado, donde Blanca también compartía emocionada que había pasado su entrevista.

Ambas empezarían en el mismo departamento y el mismo día.

Evrie estaba feliz, finalmente sintió que no estaba sola.

Pero esta vez fue más cuidadosa.

Revisó toda la información de la empresa en línea, los datos del jefe, todas las líneas de negocio, asegurándose de que era una empresa seria y segura.

Blanca la miraba entre divertida y sorprendida.

—Estás siendo demasiado cautelosa.—

Evrie, frente al ordenador, respondió —No entiendes, hay muchos gente mala por ahí.—

—Diría que tienes estrés postraumático.—

Ella era una muchachita muy luchadora y con mucho coraje.

Seria, meticulosa, y también perspicaz.

Al jefe le caía bastante bien.

Al salir de la oficina, incluso mencionó que si aparecía el proyecto de diseño adecuado, se lo asignaría para que practicara.

Cuando salieron del parque empresarial, ya había oscurecido.

El jefe, mientras buscaba un taxi, le preguntó a Evrie cómo se iba.

—Yo tomo el metro, no se preocupe.—

—¿Aún está funcionando a esta hora?, son casi las diez.—

—Sí, todavía puedo alcanzar el último tren.—

Evrie sonrió y saludó con la mano, lista para marcharse.

De repente, un Range Rover negro se detuvo frente a ellas.

La ventanilla se bajó, revelando el perfil refinado del hombre en el asiento trasero, su sola presencia era inolvidable a primera vista.

—¿Sr. Haro?—

El jefe reconoció la cara de Farel y lo llamó con familiaridad.

—Qué casualidad, ¿qué hace por aquí?—

Farel asomó la cabeza por la ventana y con un leve asentimiento dijo: —¿A dónde van? Los llevo.—