Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 275

Cuando Evrie se duchaba, aún podía sentir el suave aroma a alcohol que emanaba de Farel.

Parecía que el sabor de sus besos aún perduraba en su boca.

Él la había besado con pasión, con fuerza, y por un instante, Evrie casi creyó que estaban de vuelta en aquella humilde sala de un hospital en el Triángulo Norte.

Ella había pensado que regresar a su país sería el comienzo de sus vidas juntos.

No imaginó que sería el final.

Evrie bajó la mirada, ocultando las capas de tristeza en sus ojos.

Al salir del baño y prepararse para lavar la ropa, algo plateado cayó de la capucha de su abrigo.

Se agachó para recogerlo.

Era un pequeño gemelo.

Simple, discreto, pero con una calidad que denotaba valor.

Tenía ese toque de frialdad distintivo de Farel.

Parece que el gemelo de Farel había caído en la capucha de su abrigo y ella lo había traído consigo sin darse cuenta.

Se dice que los gemelos de los ricos son muy caros, cuanto más discretos, más valiosos, enfatizando la sofisticación y el detalle.

Evrie se secó el cabello y, sentada en la cama, sacó su teléfono para tomar una foto y buscar la imagen.

Y ahí estaba.

Era una marca francesa poco conocida, y ese pequeño botón costaba una suma de seis cifras.

Evrie sintió un vértigo momentáneo.

No entendía el mundo de los ricos.

Si ella tuviera esa cantidad en ahorros, ya estaría pensando en un pago inicial de una casa.

Guardó el gemelo con cuidado.

La próxima vez que viera a Farel, se lo devolvería.

Justo al mediodía, cuando Evrie se preparaba para ir al comedor a comer, un compañero la detuvo y señaló hacia la puerta.

—Evi, hay alguien afuera buscándote.

Valerio se quedó sin palabras.

Evrie lo dejó sin argumentos y se escabulló de regreso a la oficina.

No quería mezclarse con el hijo de Amir.

Mientras pensaba en esto, su supervisor Diego se acercó con un montón de papeles. —Evi, este expediente necesita la aprobación del Departamento de Planificación Urbana, es urgente, tú que conoces bien al jefe, pídele que firme cuando vayas esta tarde.

Evrie estaba desconcertada.

Intentó explicar. —Diego, realmente no soy tan cercana al jefe...

—Vamos, la última vez tu expediente pasó en un día, cuando normalmente toma una semana. Eso muestra que tienes influencia y eficiencia. Hazme este favor, y te aumentaré tu pago por desempeño.

Evrie no tuvo oportunidad de responder antes de que el supervisor pusiera los documentos en sus brazos y se marchara, dejándola en un estado de confusión.

Se quedó ahí, paralizada por un momento.

Luego, con resignación, se dio la vuelta.

Y, por supuesto, Valerio aún estaba allí.

Evrie —De repente pienso que no eres tan malo. No está bien de mi parte rechazar a alguien sin darles una oportunidad. Vamos, comer juntos no suena tan terrible...—

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