Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 277

Evrie masticaba en silencio cuando de repente se detuvo.

Alzó la mirada y ahí estaba Valerio, con su cara acercándose lentamente, su cabello rizado obstruyendo sus ojos, revelando solo la parte inferior de una cara guapa tan clara y distinta como la de un cachorro adorable y pegajoso.

—¿Qué tal? ¿Vas a decir algo? —presionó Valerio.

Evrie tragó lo que tenía en la boca y soltó unas pocas palabras.

—¿No te cansas, verdad?

—¿Por qué no me das una oportunidad? —replicó Valerio con una ceja alzada—. Afuera hay un montón de chicas que desean salir conmigo, hasta hacen fila esperando para enamorarse de un galán como yo, ¿y tú solo sabes rechazar? ¡Vaya que no ves lo que tienes enfrente!

Evrie se quedó callada.

Admitía que Valerio tenía una cara de esas que llaman la atención en la calle, que atraía miradas de todo tipo.

Pero...

Le echó un vistazo y dijo para sí—No es que en realidad te guste, por eso no quiero salir contigo.

Valerio frunció el ceño con confusión—¿Cómo sabes que no me gustas?

—Porque cuando me miras no hay sentimiento, no hay amor, solo hay brillo de intenciones y cálculos—respondió ella.

Valerio se quedó parado un momento antes de exhalar un suspiro.

—¿Realmente puedes ver eso?

Evrie bajó su mirada y habló con voz suave—No me subestimes por no haber tenido novio antes. Sé leer las miradas.

Antes no podía.

Desde que tuvo aquel romance, aprendió a distinguir.

Aquel chico la miraba con un amor tan descarado como el cielo estrellado, tan profundo como el agua de un estanque, tan inmenso y continuo.

Nadie más la miraría así.

Nadie más llegaría a ese tipo de amor.

De todos modos, nadie podía compararse con él.

Evrie disimuló su expresión, pero su desilusión era evidente.

Valerio se tocó la nariz, sintiéndose un poco culpable, cambió de tema.

—¿Qué tal si hacemos un trato y fingimos tener un romance? —propuso.

—¿Qué?

Valerio comenzó a contarle sus razones con los dedos.

—Mira, ahora estás pasándola mal, tienes que cuidarte de uno y del otro, no te puedes meter con ninguna de las dos familias y encima con mi viejo... Si finges estar conmigo, los desanimas y resuelves todo de un tiro.—

Levantó las cejas insinuante—Te tengo lástima y quiero ayudarte. Podemos ser pareja en público, pero aliados en privado.

—¿Lástima? —Evrie lo miró de reojo—. ¿O es que quieres fastidiar a tu padre conmigo?

Valerio sonrió con malicia—Vaya, también lo notaste eso.

Su mirada era demasiado ardiente.

Federico también la miró.

Evrie no pudo evitar encontrarse con su mirada por un instante.

Ese breve contacto hizo que un escalofrío recorriera su espalda.

No había olvidado la promesa hecha aquel día en la cafetería.

Jamás provocaría a Farel, jamás me metería en su matrimonio, tenía que cortar con él de manera definitiva y absoluta.

Lo único que quería era poder quedarse en Alnorter.

Evrie presionó sus labios, bajo la mirada intensa de los que la rodeaban, levantó su mano y se aferró a la manga de Valerio.

Valerio se quedó sorprendido por un momento, luego giró su cabeza para mirarla.

Evrie mantenía la cabeza baja, su cabello rizado y largo caía cubriendo su rostro, impidiendo ver su expresión, pero se podía sentir la fuerza con la que se agarraba a su manga.

Era como si en medio de una tormenta furiosa, se hubiera aferrado a un salvavidas.

—Valerio, ¿ella es tu amiga?— preguntó Federico.

Valerio frunció ligeramente el ceño, luego tomó la mano de Evrie y se colocó delante de ella, declaró con confianza y sin rodeos:

—Les presento a todos, esta es mi novia, Evrie.—

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