Evrie recibió al día siguiente un paquete de Valerio por un servicio de mensajería local.
El documento ya estaba aprobado y firmado.
Se lo entregó a su jefe inmediato.
El jefe la felicitó por su eficiencia.
Evrie no quiso tomar todo el crédito, sólo dijo que había tenido suerte.
Los días siguientes los pasó en la oficina dibujando planos y, la verdad, no se cruzó con Valerio ni volvió a ver a Farel.
La vida era un ir y venir ajetreado, pero tranquilo y sencillo, y eso estaba bien.
El viernes, día libre, Evrie visitó el hospital.
Iban a operar a Pablo por tercera vez para su recuperación y le habían llamado para que un familiar firmara la autorización, así que la llamaron a ella.
Al llegar al hospital, Evrie se enteró de que Marcela había tenido una gran pelea con Pablo y había hecho las maletas para regresar a su pueblo.
Pablo estaba solo en el hospital.
Ella no entró a la habitación, sino que fue directamente al despacho del médico para firmar.
En su corazón, siempre había una espina clavada cuando pensaba en Pablo: resentimiento, desilusión, algo que parecía que nunca se iría.
Curar la pierna de Pablo era su último acto de devoción.
Al salir, se topó con Berto, a quien no veía desde hace tiempo.
—Berto, buenos días.—
En todo este tiempo, Berto había cuidado de Pablo en el hospital y Evrie le estaba muy agradecida por eso.
—Hola, ¿viniste a firmar por tu papá, verdad?— dijo Berto, tratando de consolarla. —No te preocupes, la operación tiene un gran porcentaje de éxito, en un mes ya estará en casa.—
Evrie le respondió con sinceridad: —Gracias, Berto, por cuidarlo todo este tiempo. Te lo agradezco mucho.—
Berto sonrió: —Somos casi familia, es lo menos que podía hacer.—
Evrie sabía que todo eso era gracias a Farel, que por sí sola no tendría tanta influencia con Berto.
No tenía mucho con qué devolver el favor.
Lo único que podía hacer era trabajar duro y ganar dinero para algún día pagar todas las cuentas médicas de Pablo.
Esa era su responsabilidad, no podía esperar que Farel pagara por todo.
Le pidió a Berto la factura de los gastos hospitalarios.
Berto no entendía muy bien, pero sacó su teléfono y accedió de buena gana.
—Claro, te paso mi contacto y luego te envío el detalle de la cuenta.—
Se detuvo y, casi sin querer, entró a su perfil.
Estaba vacío, sin actualizaciones recientes.
Solo había un artículo compartido sobre una campaña contra el fraude telefónico...
Era parte de su trabajo.
Parecía que él también estaba encontrando su camino.
Eso era bueno.
Evrie guardó su teléfono y se recostó contra la ventana del autobús, cerrando los ojos en silencio.
El autobús se mecía de un lado a otro y cuando llegó a su destino ya era tarde.
Bajó del vehículo y caminó por el sendero familiar hacia su casa, viendo de lejos una obra de construcción.
Unos albañiles estaban levantando paredes y mezclando cemento, sus voces estaban llenas de vida.
—¡Marcela, nos quedamos sin ladrillos, trae más rápido!—
—¡Dos carretillas de cemento para acá, y que sea rápido!—
—Si sigues trabajando tan lento, el capataz te va a despedir!—
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...