Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 291

Evrie levantó la mirada al instante, encontrándose con esos ojos profundos y reservados de Farel.

Inconscientemente, ella preguntó: —¿Sabes algo de ginecología?—

—Podría intentarlo.— Respondió él.

Farel se acercó directamente a Samia, se agachó frente a ella, su voz era fría pero seria.

—Dame tu mano, necesito tomar tu pulso.—

Samia, asustada, extendió obedientemente su muñeca.

Farel la palpó por un momento, su mirada no mostraba cambio alguno.

—Estás tensa, te alteraste.—

—¿Ah? ¿Qué hacemos ahora? ¿Deberíamos ir al hospital? ¿Mi nieto estará bien?— Preguntó Marcela, también muy nerviosa, pero con las calles inundadas y el hospital inaccesible, estaban atrapados.

Farel se detuvo un momento y luego miró a Evrie. —Ven, te enseñaré a hacer un masaje.—

—¿Qué?— Preguntó ella, confundida.

—Masajear ciertos puntos del cuerpo puede ayudarle a relajarse y ganar algo de tiempo.— Explicó él.

Evrie, dudando, se señaló a sí misma. —¿Yo?—

—Inténtalo.—

Apenas se acercó, Farel tomó sus dedos y los colocó con precisión en varios puntos del cuerpo de Samia.

No era de extrañar que le pidiera que lo intentara.

Esos puntos... eran íntimos y delicados.

Evrie se concentró, siguiendo sus instrucciones paso a paso para masajear a Samia.

Después de quince minutos, el rostro de Samia ciertamente lucía mucho mejor.

Evrie encontró una manta y la cubrió, continuando el masaje ocasionalmente para asegurarse de que su estado anímico se mantuviera estable.

Al anochecer, el sonido de un motor rompió el silencio, seguido de un murmullo entre la multitud.

Evrie miró hacia fuera y vio varios camiones grandes y un Jeep negro estacionado.

Cuando la puerta del vehículo se abrió, una figura esbelta saltó hacia fuera.

Esa cabellera rizada familiar...

Evrie no necesitaba mirar de cerca para reconocerlo.

—Hermano Farel, te ves exhausto, has sufrido mucho, un verdadero siervo del pueblo, si no te ascienden a ti, ¿a quién van a ascender?—

Farel le lanzó una mirada fría.

—¿Qué haces aquí?—

—Ah, mi amor, ¡sabía que estarías aquí!— Valerio se iluminó al verla y se apresuró hacia ella.

—¿Por qué no me avisaste que te habías ido a casa? Me tuviste buscándote todo el día. Gracias a Dios estás bien. Si te hubiera arrastrado la corriente, habría sido una gran pérdida para mí.—

Evrie respondió simplemente: —Gracias, no voy a morir.—

Valerio la examinó de pies a cabeza. —¿Estás herida? ¿Estás bien?—

—Estoy bien, pero y tú, ¿cómo llegaste con la inundación? Muchos carros se han apagado con el agua.— Preguntó ella.

Valerio se infló de orgullo al contarle.

—Te lo digo, mi carro está muy bien equipado, pagué un extra por una modificación especial, es una maravilla para atravesar el agua. Si te interesa, puedo llevarte a dar un paseo.—

Evrie negó con la cabeza repetidas veces.

—Gracias... pero no me interesa.—

De repente, una voz fría y clara atravesó el aire desde un ángulo oblicuo.

—Perfecto, tengo una tarea para ti. Ve y conduce para llevar a esa embarazada al hospital del condado. Muévete rápido, no hay tiempo que perder.—

—¿Valerio?—

Farel lo miró de reojo—¿No has venido aquí para echar una mano? La embarazada está sufriendo complicaciones, está en peligro y necesita tu ayuda.—

Había llegado hace unos minutos y ¿ya lo estaban mandando a otra parte?

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel