Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 385

Evrie no se manejaba bien con eso.

Sus dedos tocaban el frío cierre, intentando deslizarlo torpemente.

La cabeza le daba vueltas y sus manos no le respondían.

Luchó con el cierre sin éxito por un buen rato.

Farel cubrió su mano con la suya, murmurando con una sonrisa burlona—¿No puedes? Deja que te enseñe.—

Sin esperar su consentimiento, presionó un cierre en particular con su mano.

—Clic.—

Se abrió.

Evrie aún no reaccionaba cuando él la guiaba hacia arriba.

Luego vinieron la chaqueta, la corbata, la camisa.

Más que una acción propia, era él quien la llevaba paso a paso a través del descubrimiento.

El control seguía firmemente en las manos de Farel.

A mitad de camino, Evrie no pudo más, sintiéndose mareada y fuera de lugar.

No pudo evitar decir—Más despacio, me siento mareada.—

—No puedo frenar, me consumes.—

Farel la miraba con los ojos bajos.

Por el alcohol, sus mejillas estaban sonrosadas, las orejas también, y la nariz.

Se veía tan vulnerable.

Sus ojos se oscurecieron, su voz se suavizó aún más.

—Aguanta un poco, cariño.—

Evrie se aferró a su brazo, con una mirada de súplica—No puedo aguantar.—

—Entonces toma tú el control.—

Farel se volteó, tumbándose en la cama y levantándola, con una mirada relajada y expectante.

Esa noche estaba decidido a no dejarla ir.

Evrie permaneció inmóvil por un largo tiempo, hasta que Farel la provocó.

—Rápido.—

Con la mente zumbando, Evrie simplemente no podía soltarse.

Cuando llegó el momento crítico, le dio miedo.

Ni siquiera el alcohol pudo darle coraje.

Se desinfló, quedándose tumbada sin ganas de moverse.

—Pequeña inútil.—

Farel la ridiculizaba con su tono bajo.

Al final, Evrie acabó siendo llevada por él al baño, colocada en la bañera, con el agua tibia extendiéndose.

Los poros se abrían, y el mareo extrañamente comenzaba a disiparse.

Era tarde, después de tanta agitación.

Aún bajo los efectos del alcohol, antes de dormir murmuró que quería escuchar música.

—¿Qué quieres escuchar? Yo te pongo algo.—

—"Eres tú".—

Ella misma sacó su celular, puso la música, se abrazó al brazo de Farel y cerró los ojos, como un pequeño gato casero dependiente.

Dentro de las mantas, su cuerpo estaba suave y su respiración se calmaba gradualmente.

Farel se recostó en la cabecera, lleno de satisfacción.

Esperó a que Evrie se durmiera.

La música seguía sonando en bucle.

Su lista de canciones estaba llena de viejos clásicos, una y otra vez, esos pocos.

Su canción favorita "Eres tú", siempre se detenía y saltaba en el momento clave.

Porque necesitaba una suscripción, y ella no la tenía.

Farel en silencio, tomó su teléfono, desbloqueó la pantalla con facilidad y compró una suscripción anual para ella.

Este simple gesto, se convirtió en algo elegante.

Al guardar el celular, el dedo de Farel tocó accidentalmente la pantalla y la música se detuvo abruptamente.

Iba a volver a ponerla cuando un sonido sutil de un audio grabado comenzó a reproducirse.

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