Sus ojos eran demasiado penetrantes.
Como si pudiera ver cada uno de sus pensamientos con claridad.
Evrie no podía ganarle.
No podía superarlo en teoría ni en discusiones.
Menos aún podía vencerlo jugando la carta de los sentimientos.
Giró la cabeza y se puso las zapatillas para dirigirse al estudio -Haz lo que quieras-.
Farel se cambió los zapatos conscientemente, dándose cuenta de que las zapatillas de la casa eran muy pequeñas para él.
Ni siquiera tenía zapatillas desechables.
Parecía que ella no había pensado en recibir hombres en esa casa.
La comisura de los labios de Farel se curvó ligeramente, sacó su teléfono y marcó un número.
-Residencias Árbol Dorado, bloque 1, apartamento 801, necesito un par de zapatillas para hombre y las hierbas médicas que te envié, trae nueve dosis-.
Colgó el teléfono y se quedó esperando cómodamente para pedir el almuerzo.
En Alnorter, los restaurantes más grandes ofrecían servicio a domicilio. Farel pidió meticulosamente en dos de ellos, especificando los sabores y la dirección, esperando la entrega.
Él debería haber cocinado personalmente.
Pero temía que Evrie no pudiera comer lo que él le preparase.
Evrie había entrado en el estudio y no había salido.
El proyecto del museo había comenzado oficialmente, todo el equipo estaba trabajando horas extra y ella no quería quedarse atrás.
Justo había recibido una sesión de acupuntura y una inyección para aliviar el dolor.
Ya no le dolía la espalda y su energía interna había vuelto.
Evrie se puso sus auriculares para aislarse del ruido exterior.
Mientras se sumergía en el trabajo, el 99.9% de las preocupaciones se desvanecían.
Trabajar para ella era el mejor antídoto contra la tristeza.
Una hora más tarde.
El timbre sonó y Farel se levantó para abrir la puerta. Joan estaba allí con bolsas grandes y pequeñas.
-Sr. Haro, he traído todo lo que pediste-.
Farel tomó las bolsas, revisando cada cosa.
Además de las zapatillas, había hierbas medicinales, una olla para cocinarlas, dulces confitados y montones de frutas.
Asintió -Está bien, puedes irte-.
Joan miró curioso hacia adentro -¿Este es la casa de la Srta. Evrie? ¿Solo estás tú? ¿Dónde está ella?-
Farel levantó la mirada y lo escudriñó - ¿Por qué tienes la misma manía de siempre?-
- ¿Qué? -
- ¿O prefieres que yo salga y tú entres? -
Joan negó rápidamente con la cabeza y se retiró -No, no, tengo otras tareas pendientes. No te molestaré más en tu cortejo, hasta luego-.
Dicho esto, se giró rápidamente y se fue..
Farel cerró la puerta, se puso las zapatillas y llevó las hierbas y las frutas a la cocina.
Preparó la olla para las hierbas, agregó los ingredientes y encendió el fuego para que se cocieran lentamente.
Después de terminar esto, fue al baño a buscar utensilios de limpieza y limpió el suelo del salón.
Solo cuando el piso estuvo completamente limpio, Farel se sintió satisfecho.
El timbre sonó de nuevo, era la comida especial del restaurante que había llegado.
Los platos estaban recién hechos, todos estaban frescos y eran la especialidad de cada lugar.
Farel recibió la comida, cerró la puerta y dispuso los platos sobre la mesa. Luego fue al estudio a llamar a Evrie.
-Es hora de comer-.
-Bébelo rápido, se pondrá más amargo si se enfría-.
Farel le apuró.
—Ya lo sé. —
Evrie no se demoró tanto, se tapó la nariz y tomó el cuenco para beberse todo de un trago.
Después de vaciar el cuenco entero, su sentido del gusto quedó completamente cubierto por el amargor, era una sensación nada agradable.
Evrie tomó el jarro y bebió un par de sorbos de agua.
En ese instante, un trozo de fruta confitada fue colocado en su boca.
Ella se sorprendió un poco, y al levantar la vista vio a Farel sosteniendo una caja de frutas confitadas, mirándola pacientemente.
—¿Todavía te sabe amargo? Toma otro pedazo. —
—No hace falta. —
Evrie se comió la fruta confitada y negó con la cabeza de inmediato.
No era tan delicada como para quejarse del amargor de la medicina, con un par de sorbos de agua era suficiente.
Pero hace un momento... sus dedos...
Habían entrado en su boca, tocando su lengua...
Las orejas de Evrie se calentaron, y bebió otro par de sorbos de agua, tratando de calmarse.
—Ya terminé de comer, puedes irte. —
Le dijo rápidamente, intentando escapar.
Pero de repente Farel le agarró su muñeca, la miró a los ojos y comenzó a hablar.
—Ya que terminaste de comer y te bebiste la medicina, empecemos con la tercera terapia. —
—¿Qué? —
—Falta el masaje en los puntos de acupuntura. —
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...