Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 533

Al ver la cara amable y atractiva de Jacinto, ella se detuvo un momento.

—Gracias. —

Evrie tomó el agua que él le ofrecía, con una actitud muy cortés.

Jacinto observaba su reacción, sus labios mostraban una sonrisa tenue.

—¿Con quién me confundiste? —

No hacía falta decir con quién lo había confundido.

Evrie sonrió ligeramente y cuando volvió a mirarlo, había una seriedad adicional en sus ojos.

—Sr. Serra, agradezco su atención durante este tiempo y que me tenga en alta estima, pero... le quiero repetir que no tengo intenciones de tener una relación amorosa con nadie. —

Evrie hizo una pausa, hablándole con sinceridad—Es una pérdida de tiempo para usted insistir en mí. No vale la pena. —

Jacinto sonrió con una mezcla de resignación en su voz.

—¿Tan directa vas a ser? No me vas a dar ni una oportunidad. —

Evrie le habló con claridad y formalidad—Entre adultos no necesitamos rodeos, es mejor ser sincera contigo.—

—Es un honor para mí que usted me aprecie, pero si mi actitud ambigua le ha dado falsas esperanzas, fue por mi culpa. Así que, Sr. Serra, seamos claros. No hay posibilidad entre usted y yo. —

Jacinto se quedó atónito ante sus palabras.

Tardó en reaccionar, y su mirada hacia Evrie se llenó de admiración.

—Evrie, eres la persona más directa y sincera que he conocido. —

Aunque directa, no había nada en su tono de voz que lo hiciera sentirse incómodo o desagradable a alguien.

Por el contrario, él lo apreciaba.

Ella era más decidida y honesta que cualquier otra chica que había perseguido.

Jacinto suspiró, todavía con un dejo de renuencia—Llegué demasiado tarde, Farel tiene mucha suerte. —

Evrie levantó la vista hacia el cielo estrellado y esbozó una sonrisa.

—No, soy yo quien tiene suerte. —

Incluso si él hubiera llegado antes, aún no sería Farel.

En el mundo, solo había un Farel.

Jacinto, aunque estaba lamentándose, se retiró con dignidad.

—¿Podremos seguir siendo amigos? —

Evrie asintió amablemente—Claro, amigos sin más. —

Jacinto asintió con una sonrisa—Bien, entonces no te molestaré más. Evrie, ha sido un placer conocerte y también te deseo que consigas lo que deseas. —

Se despidió con elegancia y caballerosidad.

No era que nadie la hubiera buscado en estos cuatro años, o que nadie hubiera tenido intenciones serias con ella.

Pero ella nunca vaciló.

En silencio, tercamente, estaba esperándolo con determinación.

A pesar de los largos cuatro años en los que la había dejado atrás, sin explicaciones, sin consuelo, sin hijos, sin madre, con enfermedades y un futuro incierto.

Aun así, lo esperaba.

Farel cerró los ojos, sintiendo un hormigueo amargo en su corazón.

—Ya te dije, no te guardo rencor. —

Evrie levantó su mano para abrazar su espalda, con una voz suave y gentil.

—Farel, ya no te guardo rencor. —

El viento nocturno soplaba, trayendo consigo un escalofrío.

Evrie tiritó de frío, y luego fue abrazada aún más fuerte, protegida de todo viento por él.

La hoguera se elevaba hacia el cielo, iluminando un pequeño fragmento del firmamento.

Risas y carcajadas resonaban por doquier.

En un rincón oscuro y solitario, Farel agarró el rostro de Evrie entre sus manos, y le besó apasionadamente.

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