Farel se quedó sin palabras ante lo que ella dijo.
Miró cómo Evrie paraba un taxi, abría la puerta y se subía. El taxi se alejó rápidamente.
Él respiró hondo, cerró la ventana del auto y pisó el acelerador para seguirla.
Justo en ese momento, sonó la peculiar melodía de su teléfono.
Era la alarma de reporte importante de Joan.
Farel detuvo el auto de nuevo y contestó la llamada, aún con la voz grave— ¿Qué sucede? —
— Sr. Haro, ha ocurrido un incidente en el lado oeste de la ciudad. Hemos capturado a dos sospechosos y necesitamos que venga. —
Farel, sosteniendo el celular, finalmente decidió no continuar la persecución.
— Entendido, estoy en camino. —
Colgó y miró el plan de adquisición que descansaba en el asiento del copiloto, lo agarró y lo lanzó al asiento trasero.
Nadie estaba contento esa noche.
Evrie regresó a Residencias Árbol Dorado, todavía muy molesta.
Después de tantos años, su actitud autoritaria y dictatorial hacia ella no había cambiado en lo más mínimo.
Sabía que no era solo la antipatía de Farel hacia Valerio.
Lo más importante era que las palabras que Valerio le había dicho aquel día habían tocado el corazón de Evrie, y eso había asustado a Farel; estaba dispuesto a pagar un alto precio para mantener a Valerio ocupado.
Prefería perder que soltar.
— Ding~ —
Un mensaje apareció en su teléfono. Evrie bajó la vista para leerlo.
Era de Farel, diciendo que tenía algo esa noche y no iría a verla.
¿Él realmente pensaba alcanzarla en Residencias Árbol Dorado?
Qué ilusión.
Evrie dejó el teléfono, intentando suprimir la opresión en su corazón, y se dirigió al baño a ducharse.
Al desvestirse, el espejo reflejaba claramente las marcas en su cuerpo: su clavícula, hombros, pecho, todos eran rastros de la noche anterior.
Por dentro y por fuera, ya le pertenecía a él.
Aún así, era tan mezquino.
Evrie tiró la ropa en la lavadora con desdén y giró la llave de la ducha.
Mejor que no viniera; ella dormiría sola.
Él siempre había sido experto en esas cosas.
— No puedo... Tengo que volver para alimentar al perro. —
Blanca intentó soltarse, pero Berto apretó su mano aún más fuerte.
— El perro está con Joan, él te ayudará a alimentarlo. —
Blanca aún dudaba, mirando alrededor de la habitación del hospital.
Berto era accionista del Hospital Asana y, por supuesto, le habían dado la mejor habitación con sala de estar, cocina, baño y cuarto de huéspedes, más grande que su pequeño apartamento.
Pero compartir un espacio con él era como dormir con el lobo.
Blanca apretó los dientes y dijo— Es mejor que descanses bien de la neumonía, sin interrupciones. Prefiero volver a mi propio lugar. —
Justo cuando se giró para irse, Berto tiró de ella con fuerza, llevándola de vuelta a él.
Blanca, tomada por sorpresa por el tirón, tropezó contra su pecho firme.
Levantó la vista apresuradamente, pero Berto ya la tenía atrapada, sus dedos largos entrelazados en su cabello, provocando un cosquilleo.
Se acercó con su atractivo rostro, su aliento se dispersaba sobre la punta de su nariz.
—¿Qué pasa con este lugar, no puedes dormir?—
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...