Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 595

Farel giró la cabeza y sus ojos se posaron en ella en un instante.

Sus pupilas se dilataron y casi corrió hacia ella para abrazarla con fuerza.

Evrie estaba cubierta de barro, con una mirada casi perdida y sin fuerzas, dejándose caer en su pecho.

En ese silencio absoluto, lo único que podía escuchar era su corazón latiendo fuerte y rápido contra su pecho.

No era un sueño, era la realidad.

Él realmente había aparecido frente a ella.

Evrie cerró los ojos y se entregó completamente a él.

Pasó un largo rato antes de que se escuchara un rugido bajo de un tigre, atrayendo la atención de Farel.

Él la soltó y la examinó de arriba abajo.

—¿Te has hecho daño en algún lugar?—

Evrie negó con la cabeza, aun jadeando—Estoy bien, pero el secuestrador está herido.—

Ella sacó un revólver oscuro y se lo entregó a Farel.

—El disparo que le di, fue con esta arma.—

No estaba segura de dónde había acertado ni si el hombre moriría.

Evrie tragó saliva antes de continuar—Intenté bajar de la montaña, caminé mucho y descubrí que el camino había sido destruido por un aluvión, así que tuve que volver y buscar otra salida. Luego escuché ruidos y estuve observando en la sombra hasta que te vi... y finalmente me atreví a salir.—

Farel tomó el arma y la abrazó de nuevo con fuerza.

—Lo importante es que estás bien, fui descuidado al dejarte sola.—

Luego se oyó un gruñido insatisfecho resonó a sus pies, rompiendo la atmósfera entre ellos.

Farel frunció el ceño y bajó la mirada.

Se encontró cara a cara con la peluda cara de un tigre, ninguno de los dos parecía amistoso.

Evrie le explicó—Este es Dulzura, te acuerdas, ¿no? Se encontraron en el Triángulo Norte.—

Farel, por supuesto, lo recordaba. Ese era el tigre estúpido que Valerio había perdido.

Había causado un alboroto en la ciudad con su búsqueda.

Nunca esperó encontrarlo aquí.

Joan, al oír el alboroto, corrió hacia ellos y al ver al tigre, retrocedió aterrado.

—¿De dónde salió ese tigre grande? ¿Muerde? Señorita Evrie, ¿qué hace con un tigre?—

Evrie le habló con paciencia—Lo has visto antes en el Triángulo Norte, es Dulzura, es un tigre domesticado, no muerde.—

Extendió la mano para acariciar la peluda cabeza del tigre.

Era grande y agradable al tacto.

Desde que tenía un gato, los tigres grandes le parecían como gatos grandes, incluso eran lindos.

¡Ah, el gato!

Evrie de repente recordó y se volteó para preguntarle a Farel.

Farel se retorcía una sonrisa—Cuando regresé, estaba acostado en la puerta.—

Evrie—……—

Era un gato astuto, sabía cómo regresar a casa.

¿Por qué había dejado de jugar con la hierba gatera en el pasillo?

El camino principal para bajar de la montaña estaba bloqueado, y Joan encontró una ruta alternativa. Todo el grupo descendió de la montaña durante la noche.

Como Dulzura solo reconocía a Evrie y se negaba a seguir a otra persona, nadie más se atrevía a acercarse a la fiera.

No tenía lesiones graves, pero estaba llena de heridas menores.

Tenía rasponazos en sus piernas, quemaduras, marcas de cuerdas en sus muñecas... cada marca revelaba por lo que había pasado.

Farel, con una bata blanca puesta, se agachó frente a ella y se ocupó personalmente de sus heridas.

Mantenía la mirada baja y su expresión era seria, no dejaba entrever sus emociones.

Pero Evrie podía sentirlo.

Cuanto más tranquilo estaba, más le dolía.

Ella se sentía un poco culpable—Lo siento, te hice preocuparte y además te causé problemas. De ahora en adelante... seré más astuta.—

—Soy yo quien te puso en esta situación, el que debería disculparse contigo soy yo.—

La voz de Farel era profunda, llena de un gran pesar—No te preocupes, esto no volverá a suceder.—

No levantaba la vista, sus manos seguían trabajando hasta que terminó de vendar la última herida, cubriendo todos los daños.

El cielo empezaba a iluminarse levemente.

Era una señal de que el amanecer estaba cerca.

El día estaba aclarándose.

Evrie se sentaba en la cama, mirando a través de la ventana hacia el cielo exterior.

—Ya amanece.—

Sonrió ligeramente—Hoy será un buen día.—

Farel se agachó a su lado, tomó su mano y levantó la vista hacia Evrie.

En sus ojos, en su voz, en su corazón... estaba ella.

—Evrie, volvamos a casarnos.—

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