Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 614

Evrie regresó a la empresa y todavía le quedaban dos horas para terminar su jornada laboral.

Como ya había terminado con los proyectos en sus manos y no había nuevos en camino, últimamente tenía bastante tiempo libre.

Le solicitó a Simeón un mes de vacaciones, alegando que se iba de luna de miel y que quería compensar todas las horas extra acumuladas durante cuatro años.

Simeón accedió con gusto.

—No necesitas decírmelo, Farel ya me había pedido tiempo libre para ti antes de las fiestas. Me pidió que te diera un mes completo—. Simeón sonreía mientras agitaba su teléfono.

—Felicidades y que disfruten su luna de miel—.

Evrie se sorprendió —Señor Simeón, ¿han estado en contacto a mis espaldas?—

Simeón no le escondió nada y le envió a Evrie el historial completo de sus conversaciones de los últimos cuatro años.

—Conoces a Farel mejor que nadie, ¿cómo podría él simplemente dejarte ir hace cuatro años y no haberte supervisado ni una sola vez?—

Simeón suspiró —En estos cuatro años, nunca ha faltado a ninguna reunión sobre ti—.

El corazón de Evrie se estremeció.

Mirando el documento en su teléfono, las palabras, esas conversaciones dispersas, aparecían ante ella.

Todas eran sobre cómo cuidarla.

Le recordó que ella tenía un estómago delicado, no podía beber alcohol, que Simeón no organizara encuentros peligrosos para ella.

Que recién salió del hospital, no la hiciera trabajar horas extras.

También envió unas infusiones que ayudan a relajar y revitalizar, y le pidió a Simeón ponerlas en la sala de descanso.

E incluso dijo que a Evrie le daba miedo viajar al extranjero, y no la dejaría sola.

……

Frase tras frase, desde el principio hasta el presente, golpeaban el corazón de Evrie con insistencia.

Se le atoró la garganta, hasta respirar se le hacía difícil.

Así que así era...

Por eso en estos cuatro años, nunca se había encontrado con una situación incómoda, nunca nadie la había presionado para beber.

Por eso, justo después de salir del hospital, Simeón terminaba su trabajo diariamente en punto, insistiendo en que se fuera a casa.

Por eso, de repente, cambiaron las infusiones en la sala de descanso, diciendo que eran para cuidar la salud de los trabajadores.

Por eso... cuando viajaba por trabajo, la empresa velaba que no se hospedara sola.

Ella pensó que simplemente tenía buena suerte.

Las dificultades de su juventud habían dado paso a una vida llena de facilidades.

Pero nunca imaginó que tras esa suerte, estaba él cuidándola.

Desde el principio hasta el final, nunca dejó de cuidarla.

Si no se hubieran reconciliado, él seguiría así, guardián silencioso y eternamente soltero. La protegería a su princesa hasta el final.

Los ojos de Evrie se llenaron de lágrimas, su cuerpo entero parecía electrificado.

Desplazó el cursor hacia abajo y durante dos horas no pudo recuperarse.

Hasta que la última frase de hace dos días llamó su atención.

Decía: Dale a mi esposa un mes libre, nos vamos de luna de miel.

Entre esas palabras se percibía una sutil arrogancia y orgullo.

Todo el día ella había estado de mal humor, y Evrie podía sentirlo.

Se acercó y le dio una palmada en el respaldo de su silla. —Blanca, ¿no vas a salir ya?—

Blanca negó con la cabeza, una sombra de cansancio cruzó su rostro delicado. —Tú vete, tengo que hacer unos cambios de último momento en un diseño, trabajaré un poco más.—

—Está bien, pero cuida de tu salud.—

—Sí, lo sé.—

Blanca le regaló una sonrisa y continuó sumergida en su trabajo.

Evrie salió de la oficina y, como era de esperar, vio a Farel esperándola frente al coche. Su corazón dio un salto, estaba llena de alegría.

Farel venía a buscarla con tanta frecuencia que ya muchos lo reconocían.

Las miradas hacia Evrie estaban llenas de envidia.

—Diseñadora Evrie, tu novio ha venido a recogerte de nuevo.—

Evrie sonrió y corrigió con naturalidad. —Es mi esposo.—

—¿Ah, ya se casaron? ¿Cómo es que no nos has dicho nada? Estabas manteniendo todo tan misterioso y discreto, con un esposo así deberías presumir todos los días— Alguien expresó su sorpresa.

Evrie pensó un momento y luego sonrió..—

Entre risas y charlas, Evrie apuró el paso, corriendo hacia donde estaba Farel, aún con una sonrisa emocionada en su rostro.

—¿Por qué viniste a buscarme hoy también?—

La mirada de Farel se posó en su rostro y luego en sus ojos, que estaban ligeramente enrojecidos, alzó la mano para tocarlos, con una voz tan suave que sonaba casi como un susurro.

—¿Has estado llorando?—

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