Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 616

Después de diez minutos de alboroto en el coche.

Los labios de Blanca estaban hinchados, y con un respiro profundo logró empujarlo lejos.

—Berto, ya basta.—

Berto había bebido demasiado esa noche y estaba un poco fuera de control, la docilidad que usualmente mostraba se había evaporado en gran medida, y la miraba fijamente.

—No puede gustarte Ion.—

Dijo de repente.

—¿Qué?— Blanca no entendió lo que le había dicho.

En ese instante, su delicado rostro fue girado bruscamente para mirarlo fijamente.

—No puede gustarte de Ion, y mucho menos involucrarte con él.—

Berto se lo repitió, con un tono de voz que llevaba la obstinación de alguien que había bebido de más.

Blanca estaba confundida y su mirada hacia él era de incredulidad.

—¿No te lo aclaré ya? No creo en el matrimonio, tampoco tengo relaciones amorosas, lo dije claro y fuerte, ¿a qué más temes?—

Berto todavía no se sentía seguro.

Solo sabía que cada vez que veía la forma en que Ion la miraba o se acercaba a ella con cualquier excusa, se sentía irritado, y luego, ansioso.

—Cuando estabas conmigo decías lo mismo, y al final…— Berto torció su boca. —Al final, después de acostarnos, todo cambió.—

Si se acostaron una vez, podrían hacerlo de nuevo.

Tenía miedo de que Ion siguiera sus pasos y se convirtiera en un rival serio para él.

Al oír sus palabras, Blanca sintió sus orejas arder de vergüenza y frustración.

¡En su mente, ella parecía ser tan fácil!

Directamente abrió la puerta del coche, salió y rodeó el vehículo para abrir la puerta del copiloto.

—Bájate.—

Berto tardó un momento en salir del coche.

Al bajarse, todavía estaba un poco inestable, apoyando su cuerpo en ella, como un gran perro pegajoso.

Blanca—Sube por ti mismo.—

—No puedo, me siento mareado.—

—Si te sientes mareado, sube gateando, así no te caerás.—

Saliendo, se dirigieron al apartamento de Berto, y Blanca levantó la mano para ingresar el código de acceso.

Luego la puerta se abrió desde adentro.

Al instante, una voz suave y alegre de mujer resonó desde adentro.

—Berto, ya volviste, te he estado esperando toda la noche, ya me estaba quedando dormida.—

Sus miradas se cruzaron.

Ambos se quedaron paralizados por un momento.

La mujer llevaba un camisón de seda que delineaba su figura esbelta, con una camiseta de tirantes debajo del batín, mostrando gran parte de su piel en el pecho.

Sus labios rojos brillaban y su maquillaje era impecable y hermoso.

Era un rostro desconocido para Blanca pero bello.

Blanca se quedó rígida en la puerta.

—Tú… ¿quién eres?—

La mujer estaba a punto de hablar, pero Blanca la interrumpió antes de que pudiera decirle algo más.

—¿Quién eres tú?—

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