—¿Tu mamá está aquí?
Blanca se quedó perpleja.
Miró a su alrededor con nerviosismo y se señaló a sí misma—¿Y yo qué hago?—
—¿Qué vas a hacer? Vístete para recibir la visita.—
Berto se levantó de la cama con total tranquilidad, como si nada pasara.
Blanca lo miró fijamente—Yo... qué visitas voy a recibir...—
No había una relación formal entre ellos.
¡Era algo que ni siquiera podía ver la luz del día!
¿Cómo podía ella encontrarse con la madre de Berto?
Apoyando sus manos en la cama, Berto la miró con una sonrisa burlona—Ya has dormido aquí, anoche te aferrabas a mí sin querer soltarme, ¿por qué no pensaste que esto podría pasar hoy?—
El rostro de Blanca se encendió de vergüenza.
—No es cierto, yo no me aferré a ti.—
—¿Quieres que revise las cámaras?—
—¡¿Qué?!—
Blanca se quedó en shock y sin palabras.
¿Estaba loco? ¿Para qué poner cámaras en su casa?
Berto se encogió de hombros—Me preocupa que alguien irrumpa en la casa, justo puse una hace unos días.—
—...—
Blanca se quedó sin palabras.
Pero no era momento para quedarse muda; el timbre sonó de nuevo, insistente como una sentencia.
En un estado de pánico, Blanca tomó dos prendas al azar del armario, las metió en los brazos de Berto y lo empujó hacia afuera, cerrando la puerta de un portazo.
Berto se quedó parado allí con la ropa en las manos—¿Qué significa esto?—
—Yo... voy a esconderme un rato, tú maneja la situación, es tu madre, no la mía.—
Blanca cerró los ojos, deseando poder saltar por la ventana.
Esto era como una escena de humillación pública, se sentía como si la hubieran pillado en una infidelidad.
Berto miró con resignación la puerta cerrada, se puso la ropa y se dirigió a abrir la puerta.
Cuando Ana entró, vio a su hijo con el pelo alborotado y los ojos medio cerrados, con un aire de pereza y desenfado.
Ella preguntó con sospecha—¿Por qué tardaste tanto en abrir la puerta?—
Si iban a presionarlo, al menos debían repartir la presión equitativamente.
Berto, sin otra opción, cogió las llaves del auto de la mesa y chasqueó los dedos hacia el balcón.
—Auwuu, vámonos.—
Al escuchar el chasquido, Auwuu levantó sus orejas al instante y comenzó a menear su cola como un ventilador, emocionado pensando que su dueño lo llevaría a pasear, y se acercó alegremente.
Al segundo siguiente, tomó la correa de un cajón y, rodeando a Berto, se lanzó contra la puerta del dormitorio, arañando sin cesar.
—¡Guau! ¡Guau, guau!—
El párpado de Berto dio un tic.
En ese momento, Ana percibió algo y se giró hacia Berto.
—¿Tienes a alguien más en tu habitación?—
Berto miró al techo, al suelo, a la izquierda, a la derecha.
Luego, exhaló tres palabras—No lo sé.—
¿No lo sabía?
¡Eso significaba que sí!
Los ojos de Ana brillaron y se dirigió hacia el dormitorio, tocó la puerta dos veces y, con un clic, giró el picaporte.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...