Blanca la miró con ojos desconcertados: —¿Estás loco o qué?
—Si quieres, puedes pensar que estoy loco— respondió Berto con una sonrisa tranquila. —Blanca, yo no soy Farel Haro, no puedo hacer esos sacrificios mutuos. Sé muy bien lo que quiero, y no es matrimonio ni hijos. Es a ti, ¿entiendes?
—Yo me encargaré del resto con tal de que te quedes a mi lado.
Blanca se quedó sin palabras.
Hace unos años, siempre pensó que Berto era despreocupado, relajado, un alma libre y fácil de tratar.
Con el tiempo, descubrió que tenía su propia locura.
Cuando se cruzaba una línea, mostraba su verdadero rostro.
Como ahora, atrapada aquí, sin poder irse, a punto de ser atada con una cuerda en la habitación.
—Toc, toc—
El sonido de la puerta la sacó de sus pensamientos. La voz de la empleada resonó desde afuera.
—Berto, abre la puerta. Le preparé a la señorita Blanca una sopita de pera para refrescarle.
Berto se compuso y abrió la puerta.
La empleada entró con la sopa de pera y detrás venía Ana, con una taza de consomé de pollo en las manos.
Le echó una mirada a Berto y dijo: —Tu papá te espera abajo para ir a la iglesia, anda ya.
Era el primer día del año y tradición de la familia visitar la iglesia.
Aunque a Berto no le gustaba, tenía que ir.
Miró a Blanca preocupado y le dijo a Ana:
—Mamá, por favor, cuídala.
—¿Acaso necesitas decírmelo?—
Ana lo empujó suavemente: —Anda, quizás ella se siente mejor sin ti.
Berto se quedó sin palabras.
Cuando se fue, Ana se sentó al lado de Blanca con una voz dulce y cálida.
—¿Cómo te sientes, todo bien con tu salud?
Blanca negó con la cabeza, todavía le tenía mucho cariño a Ana.
—Estoy bien, gracias.
Ana le entregó la taza: —Te lo preparé con mucho cariño, pruébalo.
El calor de la taza se filtraba a través de sus manos, calentando su corazón.
Sus ojos brillaban con felicidad.
—¡Blanca, feliz Año Nuevo!
Blanca se sintió mejor de inmediato.
La mujer era su amiga de la infancia, habían crecido juntas hasta que Blanca se mudó a Ciudad Alnorter.
—Isabel, feliz Año Nuevo— respondió Blanca sinceramente. —Tu hija es adorable, ¿era ella, verdad?
La mujer sonrió: —Sí, ya tiene cinco años.
Blanca dijo sin pensar: —Qué maravilla.
—No digas eso, tú eres la afortunada.
La mujer observó a Blanca a través de la pantalla, con los ojos brillantes.
—Blanca, te envidio. Puedes vivir libre y tener la vida que quieras sin preocupaciones.
Sus ojos bajaron y sus largas pestañas ocultaron la tristeza.
—Con un hijo, estás anclada de por vida, sin posibilidad de dejar estas praderas.
—Debes ser muy libre en la gran ciudad, ¿verdad?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...