A la mañana siguiente, Blanca despertó y se encontró con que el hombre se había acercado en algún momento durante la noche. Ella estaba acurrucada en un tercio de la cama, con el pecho de él pegado a su espalda, en una postura que denotaba intimidad.
Al mínimo movimiento de Blanca, Berto despertó.
—¿Qué pasa, quieres agua?— dijo él mientras destapaba el termo al lado de la cama y le pasaba un vaso.
Blanca lo reconoció de inmediato; ¿no era el vaso que ella tenía en casa?
¿Había traído incluso su vaso cuando vino a buscarla ayer?
Al encontrarse con su mirada, Berto arqueó una ceja.
—Le puse manzanilla, tiene un efecto antioxidante y mejora la inmunidad— explicó.
Blanca estaba sorprendida. —¿Cómo sabes todo eso?—
Berto sonrió con suavidad. —¿No te lo dije? Nunca subestimes la capacidad de aprendizaje de un médico; anoche me puse a estudiar un par de cosas antes de dormir—.
Ahí Blanca entendió a qué se refería con capacidad de aprendizaje.
Tomó un par de sorbos del agua, que estaba a la temperatura justa, ni fría ni caliente, estaba perfecta; no sabía desde cuándo la había preparado.
Habían dormido tranquilamente hasta bien entrada la mañana.
Cuando ella fue a asearse, Berto se ocupó de hacer la cama.
Para cuando Blanca se cambió, Berto también salió del baño, y justo en ese momento sonó el celular, que él atendió de inmediato.
Era Farel llamándolos para desayunar.
Blanca había pasado la noche en el Barrio El Magnético y pensaba que Farel era un verdadero caballero.
Siempre tan atento, cortando frutas, preparando la cena, e incluso haciendo sopa.
Su habitual aire distante afuera no dejaba ver que tuviera esa faceta.
El desayuno era abundante, variado y deliciosamente aromático.
Blanca tenía buen apetito y comió bastante.
Evrie, viendo que ella estaba de mejor ánimo, no paraba de servirle comida en el plato.
Al irse, Blanca se sintió un poco avergonzada y sacó un regalito que tenía en su ropa para dárselo a Evrie. —Estos días han sido una molestia para ustedes, esto es en agradecimiento—.
Evrie soltó una carcajada al recibirlo, luego sacó otro regalo diferente del bolsillo de Farel y se lo entregó a Blanca.
Con los ojos un poco lloroso, abrazó a Evrie.
—Evi, también te deseo mucha salud y felicidad—.
En la biblioteca, después de mucho insistir, Farel seleccionó algunos libros antiguos sobre cuidados prenatales para dárselos a Berto.
—Son de la enseñanza de mi maestro, devuélvelos cuando acabes—.
Berto asintió feliz. —Claro, claro—.
Salió abrazando los libros como si fuesen un tesoro y, justo al salir, Farel le recordó con un tono sereno.
—No pida comida a domicilio todo el tiempo, no es bueno para la futura mamá, muchas veces no es de buena calidad—.
Berto respondió con terquedad. —Eso no era comida a domicilio, era un menú personalizado—.
Farel lo miró con una sonrisa irónica.
—Pobrecita, la mujer que está contigo, debe sufrir mucho—.
Berto se quedó sin palabras...
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...