Blanca se quedó medio muda. —Berto, ¿en tu cabeza solo hay espacio para besuquear?—
Berto alzó una ceja, —Para ser exactos, como hombre, cada mañana al ver a mi preciosa esposa, solo puedo pensar en una cosa.—
Este hombre se estaba pasando de la raya.
Blanca decidió empujarlo al baño y con un sonoro golpe cerró la puerta.
Por fin, el mundo se volvió silencioso.
El desayuno lo preparó Blanca. Había bastante comida en el frigorífico y ella lo arregló todo en un dos por tres.
Berto, que se moría de ganas de ayudar, pensando que no era cosa de hombres dejar que su esposa embarazada cocinara, fue rechazado sin contemplaciones por Blanca.
Ella temía que volviera a hacer un desastre en la cocina.
Después del desayuno, Berto conducía hacia el aeropuerto.
Primera clase, sala VIP, todo iba viento en popa.
Una vez en el avión, Berto llamó a la azafata, pidió una manta y un vaso de agua, y los puso delante de Blanca.
Cuidaba de ella en cada detalle, parecía un marido ejemplar.
Blanca se sentía de nuevo somnolienta y justo antes de dormir, vio cómo él sacaba de su bolsa un viejo libro de medicina y lo leía con concentración.
—...—
Parece que también se esforzaba en aprender.
El vuelo transcurrió sin problemas y Blanca durmió como un tronco durante dos horas. Cuando llegaron al pueblo, ya era casi mediodía.
Zaida había ingresado al el hospital del lugar, tumbada en la cama con una pierna enyesada, sin poder moverse.
Al ver a las dos personas en la puerta, se quedó pasmada.
—¿Blanca? ¿Cómo es que has vuelto?
Al ver a su madre en ese estado, Blanca se sintió terriblemente triste.
Lo que más le dolía era la pena.
Se sentó al lado de la cama, incapaz de ocultar el desánimo en su rostro —Me enteré de que te habías lesionado la pierna y vine a verte. Con algo tan grave, ¿por qué no me lo dijiste?
Se controló y le dijo a Berto.
—Berto, Blanca ha tenido una vida difícil desde pequeña, tienes que tratarla bien.
Berto rodeó con su brazo los hombros de Blanca, su voz sonaba extremadamente seria —No se preocupe, no la defraudaré.
—Muy bien, muy bien.
Miró al hombre frente a ella, alto y guapo, joven y exitoso. Junto a su hija, hacían una pareja perfecta.
Cuanto más lo miraba, más le gustaba.
Se quedaron un rato más, pero Zaida insistió en que volvieran a casa, alegando que el hospital estaba lleno de gente y virus, y que en casa había un montón de parientes esperando verlos.
Berto, pensando en el bienestar de Blanca, aceptó.
Antes de irse, dejó a dos cuidadores a cargo, prometiendo quedarse con Zaida hasta que le quitaran el yeso.
En el auto, Blanca vaciló un momento antes de mirarlo y decir con timidez.
—¿Por qué no le dijiste a mi mamá lo del embarazo?—
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...