Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 684

Valerio se quedó sin palabras.

Echó un vistazo a Amanda, la chica estaba pálida, con una tez apenas coloreada, pero sus ojos brillaban de manera inusual.

El sol se reflejaba en la ventana, filtrado por una cortina fina que lo mantenía fuera.

El cuarto de hospital no era muy luminoso.

Pero ella sí lo era.

Valerio respiró hondo, apartando rápidamente su mirada de sus ojos encantadores.

—No tengo nada que decir, arregla las cosas con tu sobrina tú mismo, ¡no es asunto mío!—

Tras decir eso, Valerio no volvió a mirar a Amanda y, con un aire de irritación, se dio la vuelta y se fue.

Su figura alta y esbelta desapareció de la habitación, llevándose consigo parte del bullicio.

Amanda lo vio marcharse, su tono aún algo triste, —Tío Farel, ¿estoy acabada...?—

—No te vas a morir.—

Farel soltó esas palabras con un tono de voz que se suavizó un poco.

—Quédate tranquila, espera a que llegue Joan.—

Tomando el informe médico, salió de la habitación y al llegar a la puerta, se detuvo, giró la cabeza y repitió.

—Amanda, no te vas a morir.—

Los ojos de Amanda se llenaron de lágrimas, que cayeron sobre la sábana.

...

Farel salió del hospital, donde Joan lo esperaba en el carro.

Abrió la puerta y se sentó, lanzando el informe al lado y presionando sus sienes.

—Dile al departamento de I+D que aceleren el desarrollo del proyecto de inmunoterapia.—

Joan entendió su intención y asintió de inmediato.

—Entendido.—

Pisó el acelerador y comenzó su reporte habitual, —Por cierto, esta semana hay un simposio de proyectos importante, necesitas ir a Australia para asistir, el jefe de allá está muy interesado y pidió verte personalmente, Sr. Haro.—

Farel conocía la importancia de este proyecto para el desarrollo de Asana este año.

Es fácil tomar el poder, pero difícil mantenerlo.

Él no tenía completa libertad de acción.

Farel asintió, —Está bien, haz los arreglos.—

—Perfecto, entonces sacaré los pasajes por la tarde.—

—Solo uno—, dijo Farel, —tú te quedas, no necesitas ir, prepara bien tu boda.—

Al oír esto, Joan no pudo contener su alegría.

Incluso su voz se llenó de entusiasmo, —Gracias, jefe, eres el mejor.—

Pero entonces, la segunda parte de la instrucción de Farel llegó.

—Y de paso, cuida bien de Evrie.—

Joan —...—

Se lo imaginaba, ¿cómo iba a ser tan complaciente el jefe duro de Farel?

¡Todo era por su esposa!

Farel continuó con las instrucciones, —Puedes delegar algunas responsabilidades de la empresa, el desarrollo de los fármacos y la operación normal de la empresa déjaselo a Berto, que se encargue y esté atento.—

Ahora que la responsabilidad había caído en Berto, Joan volvió a sentirse aliviado.

—Entendido.—

Evrie tuvo que quedarse hasta tarde en la oficina.

Cuando volvió a casa, vio una sombra moviéndose en la cocina y varios platos ya servidos en la mesa, con un aroma delicioso flotando en el aire.

Se sintió reconfortada y entró después de cambiarse los zapatos.

Farel, irritado por su tono burlón, se apresuró a colgar.

—¡Eh, espera!—

De repente, Berto recordó algo y lo detuvo. —Esos libros antiguos de medicina natural que tienes en tu estudio, pásame unos cuantos más, quiero estudiar.—

Farel replicó: —¿Con uno no tienes suficiente?—

—Las complicaciones raras que pueden tener las embarazadas son un montón, y hay más métodos para cuidarse, ¿cómo va a alcanzarme con uno solo?— Berto argumentó con convicción. —No confío en los médicos de por aquí, es mejor tener el conocimiento uno mismo.—

Desde que tuvo esposa e hijo, se volvió aún más pretencioso.

Farel esbozó una sonrisa y dijo con tono misterioso: —Si quieres los libros, dependerá de cómo te portes esta semana.—

Berto se quedó en silencio... Qué actitud tan desagradable.

La llamada se cortó.

Guardó su móvil y saliendo de la cocina con la espátula en mano, arrojó los huevos revueltos que acababa de cocinar en el plato del perro.

—Ven aquí, chico, ¡prueba esto por tu papá!—

Auwuu, lleno de expectativas, se acercó a olfatear y al instante dejó caer su cola, dándose la vuelta sin probar ni un bocado.

Mostrando total desdén.

Berto, desanimado, dijo: —¿No puede ser, otro fracaso?—

Se resignó y con destreza comenzó a pedir comida a domicilio.

Luego, dejó la espátula en la cocina, se trasladó al salón y se apoyó en el hombro de Blanca suspirando.

—Mejor olvídalo, esta noche seguimos con la comida casera y mañana lo intento de nuevo.—

Blanca, acariciando la cabeza de Auwuu, se burló sin piedad de su esposo, —Berto, si de plano no puedes, mejor ríndete, cocinar definitivamente no es lo tuyo.—

Berto no se daba por vencido.

—¿Es en serio? ¿En qué le fallo a Farel?—

Blanca se quedó sin palabras.

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