Johny cuela sus manos debajo de la blusa de mi pijama y en cuestión de segundos ésta desaparece, dejándome solo con mi sostén negro, desvío mi mirada para no ver su rostro, la verdad es que mis senos siempre me han causado cierta inseguridad, los siento muy pequeños en comparación al resto de mi cuerpo, me ejercito todos los días y tengo curvas en ciertos lugares, pero mis senos parecen unos pequeños limones, no como los de mis compañeras que parecen enormes melones.
Johny toma mi rostro con una mano y lo gira delicadamente para que lo observe, sus ojos muestran tal deseo que poco a poco mis nervios se calman, luego trago fuerte ante lo que hace, baja sus labios hasta el nacimiento de mis senos y comienza a besarlos.
—Tú tienes novia —consigo decir después de unos segundos.
—¿Novia? —inquiere con la duda impregnada en su voz—. ¡Son perfectos! —Sus manos desabrochan mi sostén, el cual también desaparece en cuestión de segundos, toma uno de mis senos con su enorme mano y comienza a masajearlo, mientras muerde ligeramente el otro—. Tienen el tamaño adecuado, caben en mi mano. —Pasa su lengua por mi pezón logrando que arquee la espalda ante esta nueva sensación que estoy experimentando.
—Si, Ley… Leyla —gimoteo cuando su boca succiona mi pezón, provocando que mi entrepierna comience a pedir atención cuanto antes.
—Ella no es mi novia, es mi amiga y socia, además, ella es gay, para serte franco su novia es Alice —me confiesa, ante esto me quedo unos segundos sin saber que más decir.
Continúa besándome, volviéndome loca de placer a tal punto que le quito su playera y mis manos frotan su pecho desnudo dejando de lado mi cordura y disfrutando de este momento que estoy segura no se repetirá, se separa de mis pechos por lo que ahora es mi turno de besar su tonificado cuerpo, muerdo ligeramente su pezón y escucho como suelta un gruñido. Me carga como si mi peso no significase nada para él y se encamina a mi cama, me acuesta con mucho cuidado y poco a poco baja el pantalón de mi pijama, dejándome solo en bragas, él se quita su ropa quedando completamente desnudo frente a mí.
Mis ojos se abren como platos al ver su miembro erecto, deseoso de perderse en mi intimidad, la verdad es que a mi edad aún soy virgen y es algo que me da pena confesarle, no quisiera romper este mágico momento y que él me diga que debo entregarle mi "tesoro" a la persona indicada.
Poco a poco se acerca a mí, besando mis labios delicadamente para luego dar paso a un beso más voraz al cual me es imposible de seguirle el paso, continúa descendiendo dejando un rastro de besos húmedos en su recorrido hasta mi vientre, el cual se contrae cuando sus dedos se enganchan en mis bragas y comienza a retirarlas con suma delicadeza, cuando por fin ya no hay nada que se interponga en su objetivo, separa un poco mis piernas y deja un beso en mi monte de venus haciendo que pegue un ligero brinco ante esta acción.
—¿Nunca te han besado aquí? —susurra con maldad.
—¡N-no! —balbuceo con nerviosismo.
—En ese caso, me gusta ser el primero —enfatiza con orgullo.
¿Cómo le explico que en realidad él será el primero en todo?, y antes de que pueda decirle algo más, su boca se hunde en mi intimidad, prodigándome de tanto placer que mis piernas comienzan a temblar incontrolablemente cuando me lleva a tal éxtasis de locura que mi cuerpo parece solo responder ante su toque.
—Eres muy dulce Chantal —me dice relamiéndose los labios, se levanta hasta acercarse a su pantalón y sacar de su billetera un paquetito plateado, el cual rasga para después colocarse el condón, todo esto bajo mi atenta mirada.
Sube a la cama y se acomoda entre mis piernas, comienza a penetrarme lentamente, pero cuando se da cuenta de que le cuesta un poco de trabajo sus ojos me miran con sorpresa, como no deseo que se arrepienta, enredo mis piernas en su cintura y lo pego más a mí al mismo tiempo que me froto ligeramente contra él.
—¿Estás segura?
—Nunca he estado tan segura de algo en mi vida como ahora Johny.
Tomo la iniciativa y comienzo a devorar sus labios, apretando su bien tonificado trasero donde dejo una pequeña palmada y con solo estos pequeños movimientos por mi parte, sus dudas se despejan, vuelve a centrarse en mis senos, saboreándolos como si fuesen lo más dulce que ha probado en su vida y cuando siente que estoy preparada mi embiste de un golpe, espera unos segundos a que mi cuerpo se acostumbre a su invasión y cuando muevo mi cadera en busca de mi propia satisfacción, él hace lo mismo.
Giro mi rostro y veo como una sonrisa adorna sus sensuales labios, levanta la mano y hace lo que le pido, me azota una y otra vez hasta que mis terminales nerviosas se contraen y exploto de placer, después de unas cuantas embestidas más muerde mi hombro y gruñe mientras un gran orgasmo recorre su cuerpo, mis piernas tiemblan y sin poder evitarlo caigo sobre la cama, su peso sobre el mío me corta un poco la respiración hasta que se sostiene sobre sus brazos para liberarme de la presión.
—¡Eres mía Chantal, recuérdalo!
—¿Qu… qué dijiste? —pregunto con temor de haber escuchado mal sus palabras.
—¡Que eres mía Chantal, solo mía! ¿De quién eres? —inquiere besando mi cuello y dejando unas cuantas mordidas en él erizando los vellos de todo mi cuerpo.
—Soy tuya, solo tuya… —Quería exigirle que él me prometiese lo mismo, pero debido a la vergüenza decidí cerrar la boca.
—Y yo soy solo tuyo, Chantal, de ninguna otra mujer —me dice antes de salir lentamente de mí, entra al baño nuevamente, pero esta vez cuando regresa se acomoda en mi cama y me recuesta sobre su pecho desnudo donde en cuestión de minutos me quedo dormida presa del cansancio.
En algún momento de la madrugada volvimos a tener una grandiosa ronda de sexo hasta quedarnos dormidos, al día siguiente cuando despierto siento mi cuerpo tan adolorido que me cuesta abrir los ojos, palpo el lado de la cama donde Johny durmió y para gran decepción mía, se encuentra vacía y fría lo cual me indica que hace tiempo que se ha marchado. Me siento en el momento en que la puerta se abre y por ella aparece mi jefe recién bañado y arreglado para comenzar nuestro día, la sábana que cubre mi cuerpo resbala dejando a la vista mis pequeños pechos, veo como traga fuerte, se acerca a mí y me da un beso hambriento el cual deseo profundizar, pero él se separa con una radiante sonrisa en su rostro a lo cual yo lo miro con el ceño fruncido.
—Debes desayunar, tienes ensayo y necesitas fuerza para aguantar, ya pedí servicio a la habitación, se encuentra en la sala —me informa, se gira y antes de que salga sus siguientes palabras me erizan la piel—: debo irme, ya me están esperando, pero en la noche continuamos con esto Chantal, hoy te enseñaré otras formas de pasarlo bien y disfrutar de nuestros cuerpos tanto como podamos. Quiero que cuando regreses del evento, tomes una ducha y me esperes desnuda en la cama, ¿entendiste?
—Sí, Johny —respondo con la boca seca y muerdo mi labio, ansiosa por todo lo que haremos esta noche.
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