Cuando Johnny sale de la habitación, me envuelvo en la sábana y me levanto ignorando el temblor de mis piernas.
—¡Maldito Johny! —exclamo cuando casi me voy de bruces, por suerte me alcanzó a sostener de la orilla de la cama.
—Te dije que te temblarían tanto las piernas, que por tu mente solo pasarían los recuerdos de lo que hicimos anoche —escucho su voz en la pequeña salita seguida de una contagiosa risa, la cual calienta mi pecho y sin poder evitarlo sonrió ante el recuerdo.
Cuando llegó hasta la salita Johny ya se ha ido, observo y veo lo que pidió para que desayune, es tanto que parece que desea alimentar a todo un batallón, si bien es cierto que soy modelo la gran diferencia entre mis compañeras y yo, es que ellas están en dieta permanente y parece que en cualquier momento una ligera ventisca se las podría llevar, en cambio, yo al ejercitarme todos los días debo de consumir cierto tipo de alimentos para compensar todo mi desgaste físico y bueno luego de lo de anoche mi desgaste es aún mayor, pero he de confesar que es el mejor desgaste físico que he tenido en toda mi vida.
Comienzo por picar un poco de todo y cuando al fin estoy saciada, regreso a mi habitación para tomar una ducha caliente, en cuanto el agua toca mi cuerpo, mis músculos se relajan, acaricio un poco mis senos y suelto un gemido, ¿cómo es posible que desee estar entre sus brazos de nuevo cuando ayer lo hicimos tantas veces que aún estoy agotada? Ahora entiendo perfectamente a que se refería mi amiga cuando me decía que una vez que tienes sexo es imposible dejarlo, es como una adicción, siempre y cuando la conexión con esa persona sea especial.
Salgo de la ducha y me pongo algo cómodo para el ensayo, para mi desgracia cuando bajo las demás chicas ya se encuentran en la camioneta, por lo que debo subir a la parte trasera, me pongo mis audífonos como de costumbre, pero me doy cuenta de que van susurrando y burlándose de alguien, solo ruedo los ojos y las ignoro, odio cuando la gente se mete en la vida de otros.
Durante el ensayo me olvido de ellas e intento poner en práctica lo que vi ayer en los vídeos que me mostro Johny, cuando llega el momento de ir a los camerinos para arreglarnos, alcanzo a escuchar un retazo de conversación entre las chicas y de inmediato me quedo helada.
—Sí, dice Micaela que la escucho gritar durante toda la madrugada.
—Te lo dije, es una zorra —responde una de ellas destilando todo su veneno—. ¿Saben con quién se acostó?
—Dicen que, con uno de los organizadores del evento, supongo que desea escalar, yo solo espero que cuando Johny se entere la corra de la agencia, además, no entiendo que tiene de especial es más vieja que todas nosotras y ni es buena en esto…
—Si supieran que en realidad con quien estuviste fue con Johny, dejarían de inventar tantas tonterías —susurra Alice detrás de mí, pego un brinco y la miro con la boca abierta.
—¿Co… cómo sabes eso? —murmuro y siento como un escalofrío me recorre todo el cuerpo.
—Por dios Chantal es más que obvio que estuviste con él, además desde que pusiste un pie en el ensayo Johny te desnudaba con la mirada, hay que ser muy imbécil para no darse cuenta de ello, parecía que deseaba hacerte el amor por todo el lugar. —Ante su comentario siento que mi cara enrojece violentamente y aparto mi mirada.
—No tienes por qué apenarte, ninguno de los dos tienen algún compromiso.
—Lo sé, pero ellas piensan que me enrede con alguien poderoso para escalar cuando no es así —murmuro con los ojos un poco aguados.
—¿Acaso te importa lo que esas urracas digan? Ya quisieran ellas que Johny les prestase la misma atención que a ti y pasarla de bien como tu ayer, incluso las piernas aún te tiemblan —me comenta sin ningún pudor, suelto un quejido ahogado y ella lanza una risita.
Entramos al camerino y cuando mis compañeras se dan cuenta de quien se trata, la expresión de sus rostros cambia y me miran como si en verdad fuese la zorra que dicen y estuviese cometiendo algo malo.
—Anda déjame maquillarte Chantal —Me pide Alice, mientras me lleva a un lugar un poco apartado, comienza a sacar todo su kit y trato de evitar las miradas de todas las que me observan por el espejo—. Nunca había visto así a Johny en todos estos años —la miro sin comprender a que se refiere, por lo que continúa con su relato—: cuando te vio la primera vez, Leyla se dio cuenta de que no solo era un interés por tu talento, según ella te cohibió tanto que saliste corriendo de tu trabajo.
Comienzo por reír y le cuento lo que en verdad paso por mi mente ese día, a lo cual ambas reímos.
—Gracias a dios, mi Leyla no tiene gustos pésimos, no me malinterpretes, pero no me gustan los muñequitos de pastel como Johny, bueno en general ninguno de su especie.
—¿Cómo entraste a mi habitación? —inquiero cuando recuerdo que en ningún momento le di la llave de mi habitación.
—Soborne a la recepcionista para que me diese una copia, créeme que no fue nada difícil conseguirla —me comenta como restándole importancia.
—¿Y c-cómo sabes lo que se dice de mí? —murmuro conteniendo un gemido cuando se sube sobre mí y comienza a besar uno de mis senos, mientras pellizca ligeramente mi pezón, endureciéndolo en cuestión de segundos, con su otra mano acaricia mi vientre provocando un ramalazo de placer en todo mi cuerpo.
—Todas hablaban de ello, además, de que esperan que me deshaga de ti ahora que sé la verdad, aunque para serte franco es que ellas si tienen razón en algo. —Lo miro furiosa por sus palabras e intento levantarme, por lo que toma mis manos y las levanta sobre mi cabeza, separando mis piernas con las suyas y de esta forma me inmoviliza.
—Eres un…
—No me has dejado terminar Chantal. —Toma la tira de mi bata y ata mis manos con ella a la cabecera de la cama—. Si te acostaste con uno de los organizadores del evento, pero no para escalar como ellas dicen.
—¿Eres uno de los organizadores? —pregunto con los ojos como platos, según tenía entendido su empresa no es tan grande como para organizar algo de tal magnitud.
—Sí, es algo que casi nadie sabe a excepción de Leyla y Alice, aunque bueno, ahora lo sabes tú. ¿Dime Chantal confías en mí?
—¿Por qué lo preguntas?
—Deseo vendarte los ojos. —Observo como toma una pañoleta del mueble que se encuentra junto a la cama y me la muestra.
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