ROMANCE ALOCADO romance Capítulo 33

La noticia de la boda de Catalina no tardó en difundirse, y la más interesada fue su tía, que nunca la había tratado como una familia. En cuanto ella se enteró de que se iba a casar con un militar, acudió a la casa para fingir felicitarla.

—Cuñada, ¿Catalina y ese tipo se licenciaron después de conocerse durante dos semanas?

—Dios mío. Los soldados tienen que estar en el ejército todo el año y no pueden contar con nada.

—La hija de la familia vecina, se casó con un soldado. Sin embargo, en dos años encontró un amante y se divorció de la chica. ¡Qué pobre!

—Ni siquiera está interesada en un buen hombre como Emanuel Guillén, sino que elige a alguien que no conoce bien. Supongo que tendrá que sufrir en el futuro.

Catalina estaba en su habitación, navegando por Internet, pero la puerta cerrada no impidió el parloteo de su tía. Ella cogió las cosas que le había dado Emanuel y salió:

—Tía, ¿aún no te has ido? Mamá, hoy Emanuel me llevó a ver la casa. Está casi decorada, y también me compró un coche, así que quiero sacarme el carnet de conducir. Por cierto tía, El marido de la prima trabaja en una autoescuela. Voy a aprender a conducir con él, vale?

—¿No dijiste que la matrícula era muy cara para aprender?

Catalina se sentó junto a Laura y dijo con una sonrisa:

—Emanuel me dio una tarjeta bancaria —diciendo eso, extendió las llaves del coche y la tarjeta—. Mamá, Emanuel dijo que suele estar ocupado, y el día de la boda dependerá de ti. Solo tienes que hacer la lista de invitados, todo lo demás lo dejará la empresa de bodas y el dinero está todo listo.

«Su marido es tan generosa, y el coche es un Audi.»

—¿Compró la casa él mismo?

—Sí.

—Tonta, la casa que compró antes de casarse es su propiedad personal. Solo quiere encontrar a alguien pagar la hipoteca. Debes haber estado atrapada.

Laura tomó la mano de su hija con ansiedad:

—Catalina, tu tía tiene razón.

Paula sonrió dulcemente:

—No me equivoco. Catalina, Florencia, ¿Mateo está aquí?

Solo entonces todos se dieron cuenta de que se trataba de una conocida de Sr. Hurtado.

Catalina y Florencia se miraron y dijeron tácitamente:

—Está en la oficina.

—Gracias. ¡Disfrutad todos!

Paula dejó los bocadillos y se dirigió al despacho de Mateo.

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