Romance Prohibido romance Capítulo 44

Ver la ciudad desde ese edificio le parecía estar contemplando una inmensidad. Eso, aunado a que Washington era bastante plano y arbóreo, donde no se contemplaban edificios tan modernos, sino estructuras más bien antiguas.

El clima se sentía más templado, pero había algo que hacía sentir cómoda a Elizabeth. No podía explicar si el hecho se destacaba que aquí estaba muy lejos de sus problemas, pero el peso de sus hombros, y esa presión en su pecho que eran constantes, y que ya había perdido la cuenta desde cuando se sentía así, habían desaparecido por completo.

Ella giró hacia la cama amplia donde Dereck estaba enrollado entre sábanas, y luego miró el reloj digital que daban las 7 de la mañana. Estaba muy acostumbrada a su rutina madrugadora y sabía muy bien que Hunter amaba dormir hasta tarde. Así que, aunque quería seguir entrelazada entre sus piernas y a pesar de lo poco que había dormido, deslizó la puerta del balcón y cerró con cuidado, mientras para dar sus pasos hacia el fuerte aire que golpeó su rostro de inmediato.

Estaba helado, y ella solo tenía la camisa de Dereck. Entonces cruzando sus brazos se pegó al muro mientras respiró todo el aire que pudo y cerró los ojos.

Deseaba con toda su alma quedarse en este lugar, y en este momento. Deseaba olvidarse de su vida y comenzar de nuevo. Sin importar quien dejaba atrás, o qué pasara.

Pero era tan difícil no pensar en su familia, era tan difícil colocarse una venda sin importar que su padre fuese a la cárcel, y que viera sufrir a sus hermanos.

¿Por qué le había tocado a ella cargar con ese peso? ¿Por qué era ella quien debía sacrificar su vida?

Las lágrimas frías comenzaron a correr por sus mejillas y su garganta hizo un nudo insoportable de llevar.

¿Qué iba a hacer ahora?

Como abandonar a este hombre que le había enseñado a verse de una forma diferente, que la había llevado a sentir, y a vivir.

Ellie llevó sus manos para limpiarse las lágrimas y luego recordó en como había pasado su tiempo horas atrás. Nunca iba a cansarse de Dereck, nunca iba a cansarse de su forma de tocarla, de estremecerla, de hacerle el amor.

Amor…

Ni siquiera podía tener un concepto claro de esa palabra, por todo el tiempo que estuvo distorsionado. Si le hubiesen preguntado hace un mes, si ella estaba a favor del amor, hubiese respondido que no.

Hubiese dicho que el amor era el sentimiento más dañino que había y que detestaba el amor de las personas.

Pero ahora… ni siquiera podía sostener la palabra en su boca, en su mente o en su misma alma. Porque, aunque se sentía que se partía, ella quería darlo todo por ese hombre que vino a salvarla, a comprenderla, a sanarla, y sobre todo a valorarla.

Ellie supo en este momento, que, estaba enamorada de Dereck, y que iba a amarlo siempre, pasara lo que pasara.

Ella soltó un suspiro largo, y sintió como unos dedos calientes tomaron su vientre y la empujaron hacia atrás. Todo su cuerpo se estremeció al sentir un cuerpo tibio que hizo que su piel se erizara y se contrajera, y que su centro le recordara que aún estaba resentida.

Las manos de Dereck se deslizaron por sus pechos y fueron apretar su vientre para negarla contra su erección. Ellie echó la cabeza hacia atrás recostándose en su hombro, y luego todo su ser aspiró el aroma del cual ya era adicta.

—¿Qué haces levantado tan temprano? —preguntó ella en un susurro dando un beso en el cuello del hombre.

—¿Qué haces tú aquí? Estás helada…

—Quería ver la ciudad…

—¿Te gusta? —preguntó Hunter mientras apretaba nuevamente sus pechos e insertaba su mano en su centro

Elizabeth no supo cómo su cuerpo estaba reaccionando de nuevo, cuando estaba tan adolorida y tan agotada. Pero ahora mismo volvía a renovarse y sintió que lo deseaba miles de veces más que antes.

—Tú me gustas más… —se atrevió a decir con la respiración entrecortada, y en cuestión de segundos, ella ya no sintió más el suelo, ya que, Dereck la había levantado como una muñeca de trapo.

Ella intentó voltearse para besarlo, pero él la mantuvo de espaldas hasta llegar a la cama. Tomándola de sus brazos la puso con cuidado boca abajo y apretó sus muñecas encima de su cabeza, para que no se le ocurriera moverse.

El hombre separó sus piernas con sus rodillas, y luego comenzó a besar su espalda mientras Ellie descargaba sus sonidos contra la cama.

—No volverás a levantarte de la cama sin mí, Ellie… —le dijo llegando a su oreja y pegando su cuerpo completo encima de ella.

Con la otra mano comenzó a delinear su espalda, y luego amasó su trasero hasta llevar la mano a su centro, para comprobar si estaba lista.

Pero Ellie no necesitaba mucho preludio con él, solo con verlo, escucharlo, y olerlo, ella estaba más que dispuesta para recibirlo.

Elizabeth podía sentir su fuerte erección, porque su aliento se cortó cuando lentamente comenzó a hundirse dentro de ella. Sus dos manos fueron puestas a los costados su cabeza, y luego sintió como sus dedos fueron entrelazados con los de él.

No podía soportar lo irreal de cómo se sentía esto. No solo Dereck movía sus caderas. Su cuerpo entero se frotaba contra ella, mientras sus embestidas eran fuertes y profundas. Ellie estaba tan sensible que allí sintió el fuerte golpe, y todo su cuerpo convulsionó sintiendo como Dereck la abrazaba entera, y se dejaba ir también encima de ella.

Ella no podía dejar de sonreír unas horas más tarde cuando sentada aun en la cama de Hunter lo veía ver deshacer su maleta.

Sus vestidos, zapatos y ropa interior estaban siendo guardadas por él mismo, mientras inspeccionaba prenda por prenda.

—Fui de compras hace unos días —ella confesó y lo vio sonreír.

—Imagino que intentabas atraparme con esto —Le respondió asomándole un bikini diminuto.

Ellie tapó su rostro mientras reía, y como una cachorra regañada escondía su rostro entre las almohadas.

—¡No tienes que mostrarme todo lo que compré! Ya lo he visto, ¿de acuerdo?

En dos zancadas Hunter llegó a la cama y haló su pie para hacerla resbalar por todas las sábanas.

—No tienes que sentir vergüenza conmigo… tu cuerpo es mi cuerpo, ambos nos pertenecemos —las palabras quitaron toda la gracia del rostro de Elizabeth, mientras soltó el aliento que quemaba su pecho.

Con sus dedos delineó su boca y luego le hizo una pregunta.

—¿Necesito saber qué día partiremos para Memphis?, porque quiero disfrutar cada día aquí…

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