Romance Prohibido romance Capítulo 51

Ellie sintió que su estómago se enredó en un fuerte nudo al momento en que el avión aterrizó. Aunque al girar a su lado la sonrisa de Dereck aplacó un poco sus nervios, había una sensación dentro de ella que aceleraba su propia respiración. Le envió un gesto en respuesta para no preocuparlo, y luego de que el hombre tecleara rápido en su celular, soltó el aire tratando de decirse a sí misma que todo iba a salir bien.

Llegó a la conclusión de que esta noche se quedaría con Dereck, porque él estaba pidiendo un auto, ya que era casi media noche; y aunque no quería despegarse del hombre que amaba ni por un segundo, sabía que el día de mañana necesitaba dar la cara a su familia revelándoles toda su verdad.

Debía comenzar por recoger sus cosas, y necesitaba irse al piso que anteriormente estaba gestionando. Su guerra había llegado, y solo esperaba tener las suficientes fuerzas, y el suficiente coraje para no derrumbarse frente a cualquier cosa que estuviese por venir.

—Nos quedaremos en mi casa —escuchó que Dereck se acercó cerca de su oreja acariciando con los dedos el cuello.

Ellie asintió lento apretando su mano y esperó que Hunter guardara el móvil en su bolsillo.

—Sabes que mañana debo volver ¿verdad?

El hombre cambió su expresión e hizo un asentimiento casi imperceptible.

—Podemos ir juntos… no me siento seguro de que estés a merced de… ese tipo.

—Solo iré a buscar algunas cosas necesarias, el resto mandaré a recogerlas —dijo Ellie pensando en esa carpeta que requería para enfrentar a su padre con pruebas. Y en el momento sintió un afán muy grande porque fuese mañana mismo.

—Sé que ahora mismo no puedes quedarte en mi casa… entiendo el procedimiento que vamos a comenzar —Hunter tomó sus dos manos mientras las personas comenzaron a levantarse de sus puestos en el avión para bajar del mismo—. Pero déjame encontrar un lugar provisional, algo que sea cómodo, quiero ser parte de esto.

Ella no pudo evitar sonreír.

—No eres parte, lo eres todo Der. Y aunque ya tenía arreglado algo, aceptaré lo que me dices para que te quedes tranquilo. Pero por favor, déjame hacer esto. Mañana en la mañana iré a esa casa, buscaré algunas cosas importantes, y saldré directo a la casa de mis padres. Les diré la verdad, y pase lo que pase, mi decisión de estar contigo nunca cambiará.

La mano de Dereck acunó su rostro y no pudo dejar de unir su boca con la suya mientras su aire salió.

—Solo… no olvides que te amo, Ellie, y que haré cualquier cosa por ti.

***

Su cuerpo emanó una especie de corriente muy fría y muy aterradora, cuando el auto comenzó a andar y Dereck fue quedando atrás en el camino. El guiño en su ojo fue lo último que vio al salir de su residencia, para luego recostarse en el asiento trasero y cerrar los ojos de golpe.

Su estómago estaba muy apretado, era imposible no sentirse tan tensa, tan incierta, y tan insegura sin su mano apretando la suya. Miró por el retrovisor y vio que el hombre que manejaba iba concentrado en su camino, y que no faltaba mucho por llegar a esa casa, a la que no quería llegar.

Sacó su teléfono, miró la hora, y soló resoplo sacudiendo su cabeza para decirse a sí misma de nuevo; “Todo va a estar bien”.

Pero por más que se esforzaba, ella no podía sacarse esa sensación pesada que la hacía hundir en el suelo.

¿Por qué se sentía así?

—¿Quiere que la espere? —la voz del conductor golpeó su conciencia y parpadeó muchas veces para volverse a la realidad.

Ella vio su casa con evidente tranquilidad y luego negó.

—No es necesario. Puede irse, le agradezco mucho.

El hombre le pasó un gesto amable, pero Ellie estaba tardando mucho en siquiera tomar la manilla para abrir la puerta.

—¿Está bien, señora Elizabeth? —su pregunta solo hizo que su latido aumentara.

—Sí, lo siento —con toda la actitud se bajó del auto y comenzó a caminar en dirección a la puerta.

No llevaba su equipaje, porque no era necesario devolver nada a esta casa, y en cuanto tomara esa carpeta, se aseguraría de no volver a pisar este lugar, más nunca en su vida.

Cuando metió la llave y abrió la puerta, divisó que todo estaba tranquilo y en perfecto estado. Por un momento pensó en llamar a Emma, pero decidió ir directo al grano. Subió las escaleras y a pasos firmes se direccionó hacia la habitación de huéspedes.

Estaba sacando la llave para abrir, pero al llegar cerca, evidenció que la chapa de la puerta estaba totalmente rota.

Como si el tiempo se hubiese detenido, poco a poco comenzó a entrar a la habitación mientras sus ojos se abrieron ante la impresión. Todo en el lugar le decía a gritos que un tornado había entrado para destrozar cada uno de sus rincones.

Muchos de sus vestidos estaban rotos encima de su cama, sus perfumes regados y los vidrios esparcidos por todo el lugar. Las cosas encima de su mesa de noche estaban tiradas, e incluso muchos de sus zapatos parecían estar cortados por una tenaza.

Un sonido muy débil salió llevando la mano a su boca, para que de cierta forma su impresión se desahogara. Así que en el momento corrió con cuidado hacia las gavetas, y con las manos a punto del desequilibrio, revolcó todo para darse cuenta de que nada estaba allí.

La carpeta, en la que hizo todas esas copias, NO ESTABA ALLÍ.

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