Dereck giró su muñeca para ver que marcaban la una de la tarde y Ellie no daba una señal. Sabía que ella debería estar hablando con sus padres, y que todo esto tomaba tiempo, pero estas cinco horas en las que ni siquiera hablaron por un mensaje, le parecía un martirio.
Ordenó unos papeles que estaba leyendo, algunas cosas se habían acumulado en la oficina y tampoco sabía si Carter llegaría hoy por la noche. Se sentía como un tonto en estos momentos por querer tener el control de todo a su alrededor, pero también se sentía completo sabiendo que formaba parte de una persona, y que esta era también su mundo.
Viendo la pantalla de su celular pensó en ordenar algo para comer, pero se retractó por un segundo al preferir esperar a Elizabeth para hacerlo. No podía negar que estaba ansioso por lo que tenía por decir, sabía que no era un procedimiento fácil, y que el apoyo sería indispensable para ella.
Para terminar en su computadora, envió un correo a la agencia que contactó para buscar un apartamento para Ellie, y dejó su número personal para que le informaran lo más pronto posible cuando estuviera listo. Mañana mismo, quisiera Ellie o no, ella se mudaría a su nueva estadía, y por nada del mundo volvería ir a un lugar sin su presencia.
Necesitaba protegerla, y él necesitaba que ella estuviera bien.
Hunter se levantó del asiento, caminó un poco hacia el vidrio y extrañó estar en Washington. No quería desprestigiar esta ciudad. Pero incluso el aire que se respiraba aquí era diferente.
Unos toques suaves le hicieron sonreír, giró de inmediato y se consiguió con su asistente en la entrada, decepcionándose.
Todos los vidrios de la oficina están claro, así que podía ver desde allí a todos los trabajadores ocupados en sus funciones. Le hizo un ademán a Claire, pero cuando ella estaba entrando, sus ojos viajaron al instante en una pareja que estaba saliendo del ascensor.
Él escuchó que Claire le estaba dando una serie de informaciones, estaba seguro de que lo hacía porque su boca se movía, y algunas expresiones en sus manos le dejaban claro que era un asunto importante. Pero nada de lo que ella dijo pudo ser procesado por su cerebro, porque sus ojos y su concentración estaban totalmente enfocados en aquellas manos entrelazadas, que caminaban rumbo a su oficina.
Nunca en su vida sintió un tirón tan fuerte en su pecho. Ni siquiera sabía si era normal que el latido de su corazón fuese tan rápido. Ahora mismo su cuerpo comenzó a temblar mientras su frente se llenó de sudor.
—Señor Hunter… —Claire le tomó el brazo, pero por nada del mundo apartó la mirada de Elizabeth que ya se encontraba en la puerta de la oficina, mientras el maldito estaba rodeándole la cintura.
¿Qué mierda era esto?
—Claire, vuelve en un rato —le costó mucho decir cualquier oración, y entendiendo el asunto, la chica asintió y desapareció en el instante.
Sus ojos viajaron nuevamente a las manos entrelazadas, y evidenció al momento que Elizabeth tenía ese anillo puesto, de nuevo.
—Buenas tardes, Señor Hunter… —escuchó la voz del mal nacido y eso solo aumentó su irritación.
No le importaba ninguna mierda, ni ninguna consecuencia ahora, dio largas zancadas y de un empujón separó al hombre de Elizabeth, hasta que sus manos se despegaron del otro. Michael dio un traspié, pero de forma pausada se arregló la corbata mientras su ceño se fruncía posicionando una mirada dura en Elizabeth.
Hunter se puso en medio de ellos y con la respiración entrecortada lo enfrentó.
—No la mires a ella, mírame a mí.
—No entiendo señor Hunter —comenzó Michael mientras Dereck soltaba una sonrisa cínica—. Vine a acompañar a mi esposa a su trabajo.
—¡Vete a la mierda! Ella es no tuya. No sé qué le dijiste para que aceptara tu asquerosa mano, pero no la volverás a ver a partir de ahora, ¿de acuerdo?
El rostro de Michael palideció al instante, pero carraspeando un poco, dio un paso para tomar de nuevo la mano de Ellie.
No pasó un segundo cuando todo el cuerpo de Dereck se fue encima de él y lo pegó al vidrio, tomándolo fuertemente del cuello y de su chaqueta.
—¡Te dije que no la toques!
—¡Señor Hunter! —Por primera vez en todo este tiempo, ella abrió su boca y tomó de su brazo, pero en esta ocasión, su intención era para que quitara las manos de ese cretino.
Hunter giró lentamente hasta posicionar los ojos llenos de ira en Ellie, haciéndole miles de preguntas, sin soltar el agarre que tenía del hombre, sabiendo que el rostro se le volvía más rojo por la falta de aire.
Necesitaba encontrar una explicación en los ojos de Elizabeth, pero toda ella ahora mismo, no era su Ellie. La falta de expresiones en su rostro y aquel brillo particular había desaparecido, y por un momento sintió que su mundo se desvanecía al pensar que la mujer que estaba frente a él, no era la misma. No era suya.
—Suéltelo señor Hunter… le pido suelte a mi esposo —sus palabras fueron mil hojillas por todo su cuerpo, miles de puñaladas que traspasaron cada poro de su piel, y como si con su mismo puño estuviese arrancando su corazón.
—Lo he pensado… —dijo con mucho esfuerzo, pero aun así su voz fue muy rota—. Yo, he cometido un error, Dereck.
—¡¿Qué carajos estás diciendo Elizabeth?!
—Dereck, suéltame…
Hunter no sabía si gritar, golpearse a sí mismo o destruir toda la oficina, la sangre en sus venas corriendo velozmente hacía que estas le ardieran, y su cuerpo entero adoleciera. Esto debía ser simplemente una broma.
Rápidamente soltó a Ellie de los brazos y llevó sus manos a sus mejillas para acercar su rostro a ella tanto como pudo.
—No me hagas esto Ellie… no nos hagas esto… —dijo en forma de quejido y ella agradeció que sus ojos estuvieran cerrados, porque no pudo evitar contraer su cara en dolor.
—He hablado con… Michael, he sido muy injusta, y muy culpable también. Yo… daré una segunda oportunidad a nuestro matrimonio y…
El cuerpo del hombre se apartó de ella bruscamente interrumpiéndola, y vio como dio varias vueltas por la oficina creyéndola totalmente loca.
—No me mientas más. ¿Con qué te amenazó? Ellie… —él volvió acercarse y luego juntó su boca hacia ella besándola con fuerza, para luego tomar su rostro con una sola mano—. No puedes mentirle a esto.
Y aquí estaba su peor parte. Sabía que esto pasaría, y que era imposible decirle cualquier cosa a Dereck para que se fuera de su lado, y él lo aceptara fácilmente. Con la irritación y el dolor en su garganta, en su pecho y en su alma, alzó la mirada mientras varias lágrimas cayeron por ambas mejillas.
—No es la primera vez que esto me pasa Dereck, antes de ti, también existieron otros hombres… —los ojos del Hunter se abrieron mientras sus brazos cayeron a los costados—. Soy inestable emocionalmente, e insegura. Pero Michael me conoce y me acepta. Me ha dado una oportunidad, y yo a él. Lo mejor es que sigamos con el trabajo, y nos olvidemos de todo lo que en algún momento te dije. Soy así, cambio de la noche a la mañana y te pido disculpas por haberte ilusionado. Seguiré con mi esposo, y creo que esta vez es definitiva.
Ellie sintió que el alma salía de su cuerpo cuando lo vio retroceder dos pasos, y unas lágrimas brotaron de sus ojos, para mojar sus mejillas apretadas. Sus ojos mirándola de esa forma solo terminaron por acabar con ella. Esa mirada estaba diciéndole lo que no arrojaba audiblemente, y entonces para terminar de apagar su mundo, él hizo una pregunta que finalizó con romperla.
—¿Quién eres Elizabeth?
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