Romance Prohibido romance Capítulo 55

—¿Connor?

—¡Maldito, me dejaste embarcado en Washington! —solo hasta ese momento Dereck se dio cuenta de que había olvidado por completo en llamarlo, y solo pudo volver a reprimirse ante tanta estupidez.

—Han pasado algunas cosas. Pero en una semana estaré de vuelta.

—Bueno, creo que eso no va a poder ser, porque necesito que me devuelvas todos los favores.

Su ceño se profundizó mientras vio a Carter reflejando su duda.

—¿De qué estás hablando?

—Estoy hablando de que estoy aquí en Memphis, y me urge hablar personalmente contigo…

—¿Estás bromeando?

—No, y hablo en serio. Tengo un asunto aquí, y tú estás muy involucrado en ello…

**

La cabeza de Elizabeth estaba recostada en el asiento, mientras veía de reojo en como Tom la miraba furioso por el retrovisor.

Apretó un poco el pañuelo en su labio, sabiendo que era solo de minutos para que su boca se hinchara más y su corte se secara. Todavía no podía creer que ese maldito se hubiese atrevido a darle un golpe en la cara, pero ahora estaba más jodido que antes.

Estaba cavando su propia tumba.

A pesar de la discusión y el forcejeo, gracias a Tom pudo montarse en el vehículo y ordenar que la llevara a donde su madre. Por supuesto, había un auto detrás de ellos, y ahora más que nunca estaría vigilada, pero su madre lo sabría hoy.

Con las manos temblorosas, buscó su móvil en el bolso e investigó los correos a los que daría una respuesta. Desde el día en que Michael la amenazó, averiguó en internet y contactó a un investigador privado, para que la ayudara a salir de esto, después de que Dereck se fuera.

Necesitaba saber legalmente que pasos dar, y necesitaba tener algo con lo que también chantajear a su marido.

No fue difícil que contestaran a su correo, cuando dio un ápice de lo que estaba haciendo su padre, sin nombrar que era Jarod quien estaba detrás de esto. Necesitaba primero entender cuáles eran las consecuencias para luego proceder, y aunque sabía que diera las vueltas que diera, debía buscar la menor sentencia para él, aunque terminara por ir a la cárcel.

Esto lo hacía más por su madre y hermanos.

La persona con la que se había contactado se llamaba “Alexander Johnson”, y le aseguró tener contactos limpios que le certificaban confiabilidad en todo el procedimiento. Estaba cansada de las cosas ilegales y ocultas, y como no podía ir directamente a una estación policial, lo había hecho de esa manera.

El hombre tenía todas las estrellas de recomendaciones, y miles de comentarios positivos en la página.

Ellie fue hasta el nuevo correo y lo abrió leyendo con cuidado la última indicación.

¿Puede dejarnos un número telefónico?, es necesario que tengamos una conversación acerca de las pruebas que tiene? Aquí le dejo un enlace donde podrá ver las salidas que tiene este caso, la condena puede ser de unos 30 años, y se puede acortar con fianzas, pero en necesario revisar todo detalladamente. Confíe en nosotros, todo saldrá bien.

Alexander Müller, investigador privado.

Un suspiro salió de su boca, y luego recordó que ella no tenía las pruebas ahora mismo en sus manos, y si fuese por averiguar en donde ocultó Michael esa carpeta, le llevaría mucho tiempo. Y no estaba dispuesta a seguir en esto por mucho. Este era un factor en su contra.

Así que, volvería al despacho de su padre, ¿Cómo? No lo sabía, pero lo haría.

Cuando estuvieron frente a su casa, Tom apagó el motor, y luego se giró hacia ella, desde el asiento delantero.

—Señora, Elizabeth…

—Tom… solo Elizabeth, por favor.

—¿Hasta cuándo seguirá así? —le preguntó el hombre y luego lo escuchó soltar el aire—. No seguiré trabajando con el señor Michael, no puedo quedarme en este ambiente. Hay un trabajo para mí ahora, pero solo imaginar que usted estará sola, en definitiva, me revuelve las entrañas.

Ellie le asomó una sonrisa, y luego limpió su lágrima.

—No te preocupes por mí. Toma el trabajo… ya es hora de que maneje mi propio auto. Y Tom… no creas que me gusta esta vida. Quiero salir de ella, créeme.

Antes de que saliera, decisiva, Tom le atrapó la mano y la hizo que se girara hacia él.

—El tiempo va en contra de quienes padecen este tipo de agresión. Escuche, he visto muchos casos, y aunque mi intención no es asustarla, muchos de esos, terminan en la muerte señora Elizabeth.

El cuerpo de Ellie se estremeció entero al escuchar sus palabras. Y aunque tenía miedo no se lo demostró.

—Gracias, Tom… yo estoy intentando salir de esto… —apretó su mano, y sin esperar más, se dirigió hacia su casa mientras apretaba el pañuelo en su boca.

Estaba rogando que sus hermanos no estuvieran en la sala y que solo su madre la viera en estas condiciones. Decidió no abrir, sino tocar.

—Cariño, estaba ansiosa, porque… llegaras —helena detuvo sus palabras y luego quitó la mano con el pañuelo de su boca—. ¡Por Dios Santo, Ellie! ¡¿Qué ha pasado?!

Elizabeth terminó de pasar.

—¿Emy y Eliot?

—Arriba… —la voz de su madre tembló y eso la hizo sentir peor.

—Ven, vayamos a la cocina, no tengo mucho tiempo.

Ambas caminaron de forma apresurada, y luego helena se adelantó por ir por un vaso de agua y hielo para ella.

Los ojos de Ellie se cerraron cuando sintió el frío en su boca.

—Ellie… ¿Qué pasó?

Pasaron tres segundos, ella los pudo contar cuando su boca se abrió.

—Michael me golpeó, Madre… —los ojos de Helena se abrieron y se llenaron de lágrimas al instante.

—¿Tu padre sabe esto?

Ella negó.

—¿Es la primera vez que lo hace? —Ellie volvió a negar—. ¿Por qué? ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué no nos has dicho nada? —después de que la voz de su madre se rompió Ellie fue hasta ella para abrazarla.

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