Romance Prohibido romance Capítulo 59

—Sus ojos se abrieron mesuradamente. Pudimos ver su yaga latiendo al saber la cantidad de dinero que estábamos invirtiendo aquí. Nos aseguró que la carga parte mañana a las cuatro de la mañana, y nuestros hombres ya pusieron los dispositivos. Iremos tras ellos.

Dereck asintió mirando al vacío mientras su corazón latía. Parecía que Connor tenía todo resuelto, y que en pocas horas esta pesadilla acabaría.

Pero ahora se preguntaba, ¿estaba terminando, o apenas comenzaba para Elizabeth?

El ansia de su cuerpo era extenuante, y a pesar de que había conseguido el número de esa mujer, Lindsay, la asistente de Ellie, y que le aseguró de que ella estaba en casa de su madre, la sensación que tenía en su pecho era suficiente para mantenerle preocupado.

La presión de no decirle todo a Ellie lo estaba agotando, sabía que ella estaba pasando los peores días de su vida, pero también sabía que un error podía postergar todo este suplicio.

No podía olvidar tampoco el rostro del malnacido cuando dejó la empresa, su cara magullada no había calmado la sed de matarlo, y de hacerle pagar por todo lo que le hizo a su mujer.

Vio que Carter y Connor estaban hablando de algo, y que Lenin estaba tecleando el celular, y se apresuró a tomarle el brazo.

—¿Sabe ella algo de mañana? —Lenin lo observó con el ceño fruncido y luego dejó el móvil en la mesa.

—No sabe que tenemos dispositivos en el cargamento, ni sabe que iremos camuflados detrás de ellos. Solo le hice saber que había recibido la documentación y le advertí que mañana no saliera de su casa, que se tomara el día, inventado que se sentía mal…

Dereck asintió y luego el aire salió de él sin que la información que le dieron lo calmara.

Se levantó del sofá y caminó hasta el jardín mientras puso las manos en los bolsillos.

—Te ves muy tenso… —la voz baja de Connor lo alertó, pero no se giró, sino que continuó mirando hacia adelante.

—Quiero irme de aquí lo más pronto posible… quiero llevarme a Ellie, y siento impotencia de que no puedo hacerlo por el momento.

—Después de que lleguemos a la cabeza de esa mafia, podrás verte con ella. Jarod y su compañero solo serán carnadas para desmantelar toda esta red.

Dereck asintió.

—¿Te has preguntado que puede sentir ella? No sé si lo has olvidado, pero es su padre.

—Sabes que me importa un carajo, y si estoy haciendo las cosas de esta manera es por ti. Y por protegerla a ella. Miles de familias han arruinado sus vidas porque ese hijo de puta quiso más dinero… ¿Y para qué? Para joderse en la suya propia. Esto nunca termina bien… y no siento compasión con ninguno de ellos. Elizabeth debe entender que su padre jugó del lado equivocado en su vida…

A Dereck no me importaba Jarod, y tampoco podía ser hipócrita al pensar que el resto de su familia también. Pero si le incumbía los sentimientos de Ellie, y su dolor era su mismo dolor.

Asintiendo hacia Connor, metió la mano en su bolsillo y decidió adelantarse a los hechos. Llamaría a Michael, y necesitaba que fuese agilizando el papeleo para que mañana por la tarde estuviese visitando a Michael Hansen. No sabía de qué forma iba a hacerlo, ni le importaba tampoco, pero Michael debía conseguir una firma de acuerdo, para que estuviera totalmente desligado de Elizabeth, porque no estaría dispuesto a seguir en esta situación, ni tampoco dejaría que ella volviera a ir a otra parte sin él.

Que ella lo amara, ya no lo dudaba, y enviando la llamada y escuchando la voz de Michael, dio unos pasos para alejarse del círculo, y hacer lo que tenía que hacer por su cuenta.…

*

—Quiero brindar en esta noche acompañado de mi hermosa familia, porque nuestro negocio va cada día mejor —Jarod alzó una copa de vino mientras Ellie lo miraba desde su lugar.

Sus dos hermanos estaban sonriendo en su inocencia, Benjamín y Michael a su derecha juntaron la copa con su padre impregnado en su diversión, mientras que su madre tenía un rostro estoico, serio y sin ninguna expresión de alegría, tal como la suya.

Sufría por ella, y más aún por lo que sabía que vendría cuando se enterara en que negocio andaba su propio padre. Desvío la mirada a sus hermanos y fue imposible evitar el nudo que se apretaba en su estómago. Como deseaba tomarlos a todos y juntarlos en sus brazos para protegerlos. Deseaba despertar de este gran engaño que tenía años, y deseaba desaparecer con ellos de esta ciudad.

Tomó la copa de vino sin hacer ningún brindis, y llevó el líquido de golpe a su boca. Necesitaba calmar sus nervios acumulados, porque después de que el investigador le advirtió que se quedara mañana en la casa de su madre, supo que algo no bueno sucedería por la mañana.

Su cuerpo temblaba de anticipación en angustia. Entendía que su padre debía pagar, era lo justo, pero eso no quitaba que lo amara, ni él dejaba de ser su padre, y el alma le dolía solo de pensar que su familia se desmoronaría en un santiamén.

—Un nuevo comienzo para todos… —escuchó que Michael le susurró cerca y parpadeó varias veces para contener las lágrimas en sus ojos y mirarlo.

—Espero que sí, espero que sea un nuevo comienzo —sus palabras heladas hicieron que se borrara toda la alegría del rostro del hombre, y luego de que giró nuevamente a la mesa, vio que la mirada de su madre estaba fija en ellos.

Asintió hacia ella dándole a entender que todo estaba bien allí, y ante las palabras tontas de su padre, no pudo evitar recordar su encuentro con Dereck, que era otro punto para que su cordura estuviera a punto de desaparecer.

¿Qué había pasado para que la buscara de esa forma? Podía entender que en su rabia y decepción aun la deseara; pero sus palabras, sus toques y su manera de hacerle el amor en ese baño, iban más allá de una despedida, y de unas palabras rebuscadas para poder tenerla una última vez.

Estaba segura de ver en sus ojos una promesa y por su acto violento en la sala, se aseguró que Dereck no estaba al tanto de lo que estaba pasando. Pero muy en el fondo una leve esperanza seguía en una llama muy pobre dentro de ella, una que no estaba dispuesta a apagarse por más agua que le echaran, una que le hizo tener la fuerza para mantenerse de pie, y tal vez, resultara ilesa de este golpe tan duro que la vida le había dado.

No dudaba de que cuando su vida fuese relativamente “normal”, lo buscaría, a donde fuera que tuviera que buscarlo.

Esperaba que la perdonara, y que entendiera su punto, esperaba que la vida le diera una segunda oportunidad, porque todos merecían una, ¿no?

—Has estado muy callada —su padre la hizo salir de su agonía y solo pudo pensar que este momento era perfecto para mantener su cuartada de mañana.

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