¡Se busca un millonario! romance Capítulo 100

POV: William.

Mi conversación con Clarisse termina siendo muy importante, porque por fin puedo hablarle claro sobre mis intenciones con su hija. Ella no se sorprendió para nada con mi decisión y me dijo que era algo que veía venir. Que, a pesar del poco tiempo que llevamos juntos, es evidente cuánto nos amamos. Me emocionó mucho que ella estuviera de acuerdo y ahora, solo me resta comunicarle la noticia a Christopher y preparar hasta con mínimos detalles, la petición. Tengo una idea de dónde pretendo desarrollar todo y sé que no me pondrán peros.

Ashley despierta cuando ya hemos terminado de hablar y me alivia un poco que se vea mucho mejor su estado de ánimo. Según me dijo Steph, cuando ella despertó la primera vez luego del accidente, no se encontraba en buenas condiciones y eso me tenía demasiado preocupado. Ahora disfrutamos de su sonrisa dulce y soñolienta, mientras nos observa a su madre y a mí.

—Buenos días, mi niña —saluda Clarisse, yendo a su lado—, ya era hora de despertar.

—Buenos días, mami —responde, con su voz rasposa por tantas horas de sueño y acepta el beso que su madre le deja en la frente.

Me mira a mí, con un brillo hermoso en sus ojos. Mantengo la distancia porque su madre está aquí, pero quisiera ir hasta ella y comerla a besos, demostrarle que ya todo está bien y que estamos juntos. Un poco cohibido, camino hasta ella, acerco mi rostro al suyo y dejo un corto beso sobre sus labios, luego le doy otro en su cabeza.

—Buenos días, preciosa —murmuro—, te extrañé.

Una hermosa sonrisa se dibuja en sus labios, aunque segundos antes tenía un pequeño fruncimiento de labios, supongo que por mi pequeño gesto de amor. Ganas no me faltan de darle todos los que quiera, pero no quiero sobrepasarme delante de su madre. No obstante, Clarisse no piensa lo mismo.

—Muchacho, es evidente que mi hija quiere más de ti —farfulla, con tono divertido—. Mejor salgo de la habitación por unos minutos.

Me guiña un ojo y sale; un aleteo se remueve en mi pecho ante sus palabras y cuando miro a Ashley, esta no puede estar más colorada.

—Eso fue un poco incómodo —asegura y yo asiento, de acuerdo con ella.

—Tu madre es muy directa —declaro, con una sonrisita ronca—, no tiene filtros.

—Para nada —coincide Ash, con una carcajada.

Reímos juntos y nos quedamos mirando, después, cuando con nuestros labios extendidos y un brillo sin igual en nuestros ojos, nos decimos tantas cosas; hasta que no aguanto más y elimino la distancia entre nosotros, para besarla como quiero.

Sus labios se sienten resecos y a mí, me llena la necesidad de humedecerlos. Lo hago. Con mi lengua juego a complacerla y no hay nada mejor, que el suspiro jadeante que sale desde lo más profundo de su ser, horas después de haber sentido el peor miedo que alguna vez yo había experimentado. El miedo a perderla.

Por eso, ahora, mientras disfruto de su sabor y palpo con mis manos su suave piel, la desesperación juega con la paciencia y tengo que controlarme para no lastimarla con mis gestos ansiosos.

—Te amo, preciosa.

Dejo salir lo que estoy sintiendo en este preciso momento. No son palabras de compensación, mucho menos de consolación; es la cruda realidad, mientras pienso y siento en que ella, es mi todo. Y que yo soy suyo.

—Te amo, mi vida —responde ella y con su sola confirmación, me hace el hombre más feliz del mundo.

Mis manos no dejan de estar sobre ella, durante todo el tiempo que nos quedamos solo viéndonos a los ojos, sonriéndonos sin otro motivo aparente, que no sea el amor dulce que nos profesamos. Ahora no existen culpas, solo alivio. Ahora no quiero pensar en lo que hay allí fuera esperando, solo en ella y en su bienestar. Porque de más está decir, que cuando salga de aquí, no tendré un estado de ánimo ni remotamente parecido a este que ahora desempeño.

Ella es mi vida y por ella, velo. Alguien quiso interponerse en mi felicidad y pretendía llevarse en el proceso, a mi mayor debilidad. Pero no logrará su cometido. Ni ahora, ni nunca.

Con esta acción, Vivianne solo demuestra el nivel de locura que carga. O descaro, en contraposición.

No está nada cuerda si se atrevió a tocar lo que más amo en este mundo. Y la haré pagar por eso.

Ella sabrá quién es en realidad, William O’ Sullivan.

(…)

El día transcurre tranquilo y a media tarde, cuando llega Christopher, decido hablar con él sobre lo que pretendo hacer.

—No tienes que pedirme permiso, Will, pero te agradezco que me tomes en cuenta —agradece, con los ojos aguados—. Pero ya que preguntas, estoy de acuerdo contigo y la decisión que tomaste. Mi hermana te ama, eso lo puedo ver; ella no dudará en darte el sí más grande que hayas escuchado antes. Y nosotros la apoyaremos siempre en sus decisiones. —Hace una pausa y me mira más serio ahora—. Solo te pido, porque no te diré que te lo exijo, que la cuides. Que la cuides con tu vida, de locuras como esta última o de cualquier otro daño colateral en este mundo agresivo en el que vives; y al que nosotros pertenecemos ahora.

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