¡Se busca un millonario! romance Capítulo 106

POV: William.

¿Puedo ser el hombre más feliz del mundo de solo pensar que existe la posibilidad de que sea padre?

Sé que tal vez me estoy adelantando a los acontecimientos, que puede ser una falsa alarma; pero es inevitable sentir que mi vida comienza a encausarse. Y esto solo ha sido gracias a la llegada de ella a mi vida: Ashley, la mujer más hermosa, humilde y especial que pude conocer, que aprendí a amar.

Desde hace cinco días, no existe un minuto en el que no piense en eso. Me la paso buscando información sobre todo lo relacionado con los bebés, el embarazo, los riesgos…absolutamente todo lo que necesito saber para asegurarme que mi hermosa novia, se encuentre bien. Y ella se ríe de mí, con una mezcla de diversión y asombro, cada vez que le muestro algo nuevo. Sus ánimos, cada vez, son mejores. Y cuando llega del hospital, después de horas acompañando a Clarisse con su tratamiento, no puedo evitar desear que desconecte un poco de todo. Y así lo hago.

Hablamos emocionados de lo que puede ser y aunque en ocasiones su sonrisa sea una de tristeza, por lo que significaría que su madre no tenga la posibilidad de conocer a nuestro hijo, sus manos se aferran a las mías buscando fuerzas, motivos, para soportar el peso de todo.

No tenemos la seguridad de nada, pero cada nuevo día, es una batalla ganada. Tanto para su madre, como para nuestro sueño.

(…)

Entro a la clínica luego de un día demasiado largo en la oficina. Voy directo a la sala donde Clarisse está internada, para esperar a Ashley. Durante el trayecto hasta aquí, la llamé y me comentó que estaba hablando con el doctor Bing sobre el siguiente paso del tratamiento. Cuando atravieso las puertas que separan el área privada de las demás zonas, me encuentro con ella.

Al instante en que nuestros ojos se encuentran, sonríe. Y yo le correspondo el gesto. En mi pecho mi corazón salta ante las ganas que tenía de verla.

—Hola, preciosa —saludo, llegando a su lado y besándola con ansias.

Tantas, que cuando nos separamos, la miro y ella mantiene sus ojos cerrados. Un suspiro se escapa de sus labios y luego, una de esas sonrisas perezosas que tanto disfruto provocar, sale a relucir.

—Hola, amor —saluda, entonces, cuando recupera el aliento. De más está decir que mi bestia interior y mi orgullo masculino, no dejan de sentirse importantes ante las reacciones que siempre tiene al verme—. Tengo buenas noticias.

La miro y puedo imaginar lo que sucede, el brillo de sus ojos me lo confirma.

—Mañana es la última sesión de este primer ciclo —informa, mientras pasa sus manos por mi cintura y las junta en mi espalda. La miro de cerca, ella tiene que alzar su cabeza por ser más pequeña que yo—. Puedo llevar a mamá a la casa.

—Esa es una excelente noticia, amor —confirmo y dejo un beso sobre su cabeza. Se cuela entre mis brazos con una sonrisa emocionada y sentir su calor, me hace sentir bien—. ¿Cuándo empiezan con el otro tratamiento? ¿O con ese basta?

—No, todavía no termina, pero unos días de descanso le vienen bien —exclama, con menos entusiasmo, pero un poco más tranquila—. Esas horribles náuseas que ha tenido últimamente, no la dejan descansar como debería.

—Es inevitable, preciosa —le recuerdo.

—Lo sé, la vez anterior también fue así —suspira entre mis brazos otra vez y apoya su cabeza en mi pecho.

La sostengo por unos minutos y paso mi mano por su espalda.

—¿Pasamos a darle la buena noticia? —pregunto, al poco rato.

Ashley se separa y asiente. Tomo su mano y nos encaminamos hacia la habitación donde descansa Clarissa. Casi al llegar recuerdo lo que me trae de cabeza y, con nervios, le hago la pregunta que llevo haciendo los últimos cinco días.

—¿Hoy tuviste que usar alguna sanitaria?

Mi pregunta la detiene en seco y al instante, sus mejillas enrojecen. Niega con la cabeza y yo suspiro, aliviado. Rodeo su rostro con mis manos y la beso, con cuidado.

—¿Por qué no vemos a algún médico? Ya son unos cuantos días —pido, nervioso y con las ganas de confirmar por fin seremos padres.

—Es muy pronto, Will —sonríe y se alza sobre la punta de sus pies para alcanzar mis labios y darme un beso—. Esperemos un poco más.

Un puchero se forma en mis labios y Ashley suelta una carcajada.

—Señor O' Sullivan, no puedo creer que usted esté haciendo un puchero infantil —se ríe y a pesar de la burla, es el sonido más hermoso que podría escuchar.

—Me gusta conseguir todo lo que quiero y me pone furioso cuando me lo niegan —afirmo, fingiendo arrogancia.

—Pues, no siempre eso sucede, señor —declara y con la punta de un dedo, toca mi nariz.

Me provoca cosquillas y ganas de besarla. Cosa que hago sin dudar, hasta que Ash se separa mirando a todos lados y con una sonrisa preciosa en sus labios.

—Vamos, ya, que no respondo de mí —farfullo, con voz ronca y encendida.

Ash abre los ojos sorprendida y suelta una risita nerviosa, sus mejillas enrojecen y asiente, antes de volver a tomar mi mano y encaminarnos hacia la habitación.

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