¡Se busca un millonario! romance Capítulo 107

De solo verla, sé lo que sucede. Y aunque mi corazón duele, no puedo hacer otra cosa que abrazarla y decirle que la amo. Ashley se deja hacer y entre mis brazos, suspira. Puedo imaginar cómo se siente; es más, puedo sentir exactamente lo que ella, porque era algo que ambos deseábamos.

—Míralo por el lado bueno —susurro, apelando a mi parte divertida para intentar sacarle una sonrisa—. Ya sabemos lo que queremos, ahora tenemos que disfrutar, aún más, del proceso. ¿Qué me dices?

Siento su risa contra mi pecho y sé que el momento incómodo acaba de pasar. No puedo permitir que la falsa alarma sea algo a lo que nos aferremos con tristeza; si no fue hoy, será mañana.

—¿Comenzamos hoy mismo?

Ashley alza su cabeza, escondida entre mis brazos, con una sonrisa hermosa en sus labios. El brillo de sus ojos es la confirmación de que, hacerla feliz, es mi pasatiempo favorito. Un leve asentimiento, solo un minúsculo y tímido movimiento de su cabeza, me hacen sonreír a mí como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Eso es un sí —determino y junto nuestros labios, para darle el beso que llevo deseando desde que nos despedimos horas antes.

Minutos después, cuando decidimos que uno más dentro de su habitación puede ser demasiado, salimos tomados de la mano. Pasamos antes por donde Clarisse, que está leyendo un libro y sonríe al vernos juntos. Conversamos un poco y cuando Ashley sale por unos segundos, para buscar a Christopher, Clarisse me pide que me acerca un poco más.

Yo lo hago, sin dudarlo, me siento a su lado en la cama y la dejo cubrir mis manos con las suyas.

—Will… —Sus ojos se aguan con solo mencionar mi nombre. Siento un pinchazo en mi pecho, donde está mi corazón; me preparo para lo que tiene que decir—. No tengo forma de agradecerte todo lo que has hecho por mí…y por mis hijos. Este tratamiento podrá alargar algunos meses, puede que algunos años, mi vida. El tiempo que sea, puedo decirte que me iré en paz.

Niego con la cabeza, no puedo permitir que diga algo así, ella tiene que mantener las esperanzas.

—Sí, Will, sé lo que vas a decir —interrumpe lo que yo pretendía, con una sonrisa triste—. Yo lucho cada día, de eso no te queden dudas. Pero quería que supieras que estoy orgullosa de tenerte en mi familia, en nuestra pequeña familia.

—Que ahora será mucho más grande, Clarisse —susurro, con un nudo en la garganta—. Mis padres y mis hermanos adoran a Ashley —hago una pausa— y Ricardo te adora a ti.

Sus mejillas enrojecen en el mismo instante en que menciono a mi amigo. Una sonrisita pequeña se dibuja en sus labios, esta sí es una sincera y de las felices.

Aprieto sus manos para llamar su atención y levanta su cabeza, con timidez.

—Ahora me toca a mí —declaro, mirándola con determinación—. Yo estoy agradecido de haber encontrado al amor de mi vida. Tu hija, es todo mi mundo. Y te agradezco a ti por eso; por darle vida, por hacerla la mujer maravillosa que es. Te debo más de lo que imaginas.

Por las mejillas de Clarisse ruedan dos lágrimas, las que seco con la yema de los dedos. Ella es como mi madre, también.

—No pienses que debes despedirte —aseguro, sonriéndole, porque conozco el pensamiento detrás de sus palabras—. Vivirás muchos años más, serás la primera en la fila cuando por fin Ashley me dé el sí definitivo, conocerás a tus nietos y les darás todo tu amor. Haremos todo eso, juntos.

Un sollozo sale de su cuerpo, me acerco para abrazarla.

—Eres más fuerte de lo que crees. El amor mueve mundos y a estas alturas, debes saberlo. Te ha dado más de lo que muchos creían. De lo que tú misma esperabas.

Asiente con la cabeza muchas veces y su llanto se exacerba. La sostengo, porque sé que necesita soltar todo esto con alguien que no sean sus hijos.

—Y también, si te abres a la oportunidad, podrás ser más feliz aún. Ricardo está dispuesto a todo por ti, Clarisse.

Alza su cabeza y esos ojos, tan parecidos a los de su hija, me miran esperanzados.

—No te pongas límites, creo que ya no es momento de hacerlo.

(…)

Otra cuestión que aún no me deja dormir, es la desaparición de Vivianne. No confío nada en el tiempo que lleva perdida, aunque se sobre entiende que haya huido lejos, después del atentado contra Ashley. De solo pensar en lo que pudo haber provocado, me hierve la sangre y un miedo helado me recorre la espalda. Pero el delegado Mars no ha podido encontrar ni una pista del paradero de ella, lo que nos tiene nerviosos a todos.

Hoy Ashley se quedará en su casa, fue un día difícil para Clarisse y está teniendo muchas náuseas. Cómo lo deseé semanas atrás, Ash estaba amaneciendo cada día a mi lado, pero ahora debo entender que su lugar está con su madre.

Con un pensamiento al azar, decido ponerme en contacto con Blake; desde que supe que tenía problemas con su Amelia, entre una cosa y otra no hemos hablado más. Le envío un mensaje, mientras voy camino a casa y vuelvo a guardar el teléfono.

—Señor, ¿cree que mañana puede darme la mañana? —interrumpe Ricardo el silencio, me hace regresar de mis pensamientos. Lo miro por el espejo retrovisor y frunzo el ceño. Ricardo nunca me pide nada parecido—. Yo lo recogería como cada mañana y lo llevo hasta las oficinas, solo necesito unas horas a media mañana.

Ricardo me explica, pensando que, tal vez, no estoy de acuerdo. Pero nada más lejos de eso, él es un excelente trabajador y se merece eso, incluso más. Lo que me extraña es que me lo pida. Sin embargo, cuando sus mejillas se enrojecen, comprendo por dónde viene todo.

—¿Tiene algo que ver, con la sesión de mañana de Clarisse? —pregunto, indiscreto.

Ricardo abre mucho los ojos y a pesar de todo, me divierte la forma tan tierna en que está actuando.

—Por supuesto, no tenías siquiera que pedirlo —aseguro, sonriendo satisfecho—. Solo asegúrate que ella se sienta bien.

Hacemos contacto visual por el espejo solo un segundo, puesto que él continúa conduciendo. Me da tiempo guiñarle un ojo, de acuerdo con su pedido. Si hay algo que deseo, es que ellos dos se den una oportunidad.

—Gracias, señor —murmura, con voz apenada.

—No tienes que darlas, amigo, están de más.

El resto del trayecto lo hacemos en silencio. Yo, pensando en que Ashley se alegrará de saber esto. Ricardo, supongo que emocionado por lo que le espera mañana. Cada uno va sumergido en su mundo, pero no andamos tan distantes. Ambos, nos mantenemos entre suspiros. Por más jodido que sea eso.

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