En medio de mi sueño, en el mismo instante en que le pedía a Ashley que fuera mi esposa frente a la Fontana di Trevi, el sonido insistente de mi celular me despierta. Abro los ojos, asustado, pensando que tal vez algo sucedió con Clarisse. Me siento en la cama con un salto y miro a la mesilla de noche, donde dejé mi celular. El brillo de la pantalla alumbra la habitación y suspiro, aliviado, cuando veo el nombre de Blake. De paso, me fijo en la hora.
—Joder, Green —maldigo en voz baja, aunque sonrío.
Blake es mi mejor amigo, es inevitable sentirme feliz por recibir su llamada. Paso mi mano por mi rostro para desperezarme, antes de responder.
—¿Estas son horas de llamar, Blake? —saludo, con mi habitual reclamo. Mi voz suena ronca, después de horas de sueño.
—Yo también estoy muy feliz de escuchar tu voz, Will querido —responde, divertido, fingiendo ternura. Lo imagino con una sonrisa, de esas malditas que disfruta hacer.
Ruedo los ojos y bufo con su respuesta. Es tan esperada como molesta.
—Te odio, ¿lo sabías? —afirmo, con fingido disgusto.
—¿La princesa estaba dormida? —Es su respuesta, luego de soltar una carcajada. Nuestras interacciones siempre son así de fastidiosas.
—Arg, la princesa acababa de acostarse, cabrón. Estoy molido —declaro, restregando mis ojos para despertarme de una vez. Siento el cuerpo pesado del cansancio de estos últimos días.
El silencio momentáneo del otro lado de la línea, me avisa que Blake entiende que algo sucede. Nos conocemos demasiado bien para poder ocultarnos algo. Así la distancia entre nosotros sea de miles de kilómetros, una sola palabra diferente nos pondrá en tensión.
—¿Qué sucedió? —pregunta, con un tono de voz más grave, señal de que dejó a un lado la diversión.
Es momento de ponernos serios y yo no puedo hacer más que suspirar. Me levanto de la cama, camino hasta el ventanal de mi habitación, para observar la ciudad que a esta hora parece dormida.
—Blake, las cosas por aquí no andan muy tranquilas —informo, recostando mi frente contra el cristal—. La madre de Ashley está pasando un tratamiento bastante agresivo y prácticamente no descansamos.
—Ay, amigo, no sabía eso —murmura, compungido—. Disculpa, entonces, por interrumpir tu sueño.
Puedo entender que ahora se siente culpable por haberme despertado. Sonrío por eso, pero con pocas ganas.
—No, no te preocupes, sabes que puedes llamar cuando sea. Además, yo te pedí que llamaras —manifiesto y suelto una risa baja. Paso mi mano otra vez por mi rostro.
—Sí, lo acabo de ver. Y en realidad no miré la hora antes de llamarte, no lo hice adrede.
Sus palabras me hacen resoplar.
—Ja, creo que eso tampoco te hubiera detenido —aseguro y reímos juntos. El momento complicado se disipa—. Dime, ¿qué me cuentas?
Necesito saber más de él, la última vez no fueron buenas noticias y de verdad espero que todo esté bien con él.
—Amigo, con todo lo que estás pasando, me sentiría culpable si te contara cómo me va la vida. —Su declaración, lejos de ponerme triste, me alivia. Eso significan buenas noticias.
—Nah, no digas eso, la alegría es bienvenida entre tantos problemas. Dame buenas noticias —respondo, negando con la cabeza, aunque él no puede verme.
Puedo sentir la risa nerviosa de Blake, antes de comenzar a hablar. Supongo que lo que tiene que decir, es bastante importante.
—Bueno, primero que todo, ¿estás sentado?
Suelto una carcajada, ante su pregunta.
—¿Me recomiendas acostarme para no caerme con lo que vas a decir? —pregunto, riendo.
—Pues sí, es una buena idea; viniendo de mí, lo que te voy a decir será bastante sorprendente —dice, nervioso.
—Ok, déjame acomodarme. —Camino otra vez hasta la cama y me siento en el borde—. Ya, listo.
—Bueno, aquí va. —Toma una respiración profunda—. Voy a ser papá. Por partida doble.
Mi corazón se acelera, por las casualidades de la vida. Una felicidad infinita me llena con esta noticia.
—¡No me digas eso, Blake! Wow…que…wow. —No encuentro las palabras para demostrarle lo feliz que estoy—. Muchas felicidades, hermano; me hace tan feliz saber eso.
—Gracias, Will —murmura y su voz se siente emocionada.
Pudiera molestarlo, apuesto a que ahora mismo sus ojos están aguados; pero mejor lo dejo para otro día. Ahora solo debo enfocarme en saber los detalles.
—¿Qué tiempo tienen ya? O, ¿recién se enteran? —pregunta, con interés.
—Ya esta semana debemos ir a la consulta y hacer el ecograma para conocer el sexo. Estoy tan ansioso, hermano —confiesa y sonrío, no puedo evitar sentirme bien por él.
—Oh, va un poco avanzado ya. Qué bueno, Blake, que ya pronto sabrás con qué estarás lidiando en el futuro —digo y suelto una carcajada. Mi amigo me sigue—. ¿Qué esperas que sea? ¿Uno de cada uno?
De imaginar ese escenario, mi corazón se acelera. Un embarazo de Ashley tiene grandes posibilidades de ser por partida doble, también.
—No lo sé. Supongo que lo que sea, estará bien.
—Bah, hermano, no me dirás que no quisieras un mini Blake, o dos; para que sigan tus pasos y sean unos seductores, como fuiste tú en tus buenos tiempos.
—Oye, yo todavía estoy en mis mejores tiempos —asegura, entre risas y con el ego suyo haciendo su trabajo.
—¿Eso te lo dices todos los días para convencerte? —replico, divertido—. A estas alturas deberías ser consciente de que perdiste tus facultades desde que fuiste cazado.
—Blake Green, jamás perderá sus facultades.
—Me sentí…agradecido. De solo pensar que el amor tan grande que siento por Ashley, podría ser recompensado de esa forma, me sentí increíble. Nada en el mundo se compara a lo que siento por ella y, saber que llegará una personita que igualará e incluso, puede superar ese sentir, me llegó muy adentro.
Mis palabras resultan ser más profundas de lo que pretendía.
—Créeme, hermano. Así es. Y cuando lo veas consolidado, ese sentimiento crecerá más y más; hasta que sientas que tu vida no es tuya, que ya no te pertenece. Será de alguien más, alguien que exigirá con rectitud y a quien le entregarás todo. Hasta el mundo, si llega a pedirlo.
—Y se lo daré, sin dudar —declaro, de acuerdo con mi amigo.
—Se lo daremos, hermano. Se los daremos.
Me emociono, no hay dudas de eso. Compartir con mi amigo este sentimiento, aunque aún no se materializa, no tiene comparación.
—Espero, Will, que se consoliden pronto sus deseos de ampliar la familia —concede—. Espero que me inviten antes a la boda.
—Tenía intención de hacerle la petición, amigo —confieso, recordando aquella tarde en su apartamento, cuando ya había tomado la decisión de declararme, pero sucedió lo de su madre—, pero vino todo esto que ya te conté y pues, no creí que fuera adecuado.
—Entiendo. Y espero que todo mejore pronto, para que puedan fortalecer su amor y entregarse el uno al otro, para toda la vida.
Sus palabras me divierten, aunque concuerdo con él.
—Se te salió la vena romántica, Green.
—Gajes del oficio, O' Sullivan.
Volvemos a ese punto en el que molestarnos es inevitable. Suelto un bostezo, no puedo aguantarlo.
—Will, nos mantenemos en contacto. Ahora descansa.
—Claro, hermano. En cuanto sepas el sexo de tus bebés, me lo comunicas, quiero hacerte un buen regalo.
—Gracias, Will. No tienes que hacerlo.
—Oh, sí que debo —río, imaginando que puedo hacerles un regalo digno. Y al padre—. Tú solo me dices.
—No quiero ni imaginarlo —asegura—. Pero bueno, ya sabremos. Te quiero, hermano. Cuídate.
—Cuídate, Green. Nos hablamos.
Cuando cuelgo la llamada me quedo pensando en todo lo que nos dijimos, en cuánto cambió Blake después de todo el tema con Amelia. Y me alegro muchísimo por él, la verdad sea dicha. Yo siempre supe que quería formar una familia y encontrar a Ashley fue la respuesta del destino a lo que tanto deseaba. Pero mi amigo, no, en sus planes no estaba casarse y cruzarse con Amelia, fue su redención.
Y todo lo que le dije, lo mantengo. Le daré a mi futura esposa y a los hijos que tengamos, absolutamente todo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Se busca un millonario!