¡Se busca un millonario! romance Capítulo 109

POV: Ashley.

Todo un mes pasa y poco a poco, nuestra vida retorna a la normalidad. El tratamiento de mi madre termina y ahora, solo queda esperar a los resultados de los nuevos estudios. Gracias a Dios, la recuperación se desarrolla de forma favorable y los médicos tienen esperanzas, lo que ayuda a conservar la mía.

En este tiempo, ha sucedido de todo. Steph por fin comenzó a trabajar con Esme y han forjado una bonita amistad, lo que me hace doblemente feliz. Christopher comenzó en el instituto nuevamente y a la par, realiza algunas visitas semanales a la empresa de William y sus hermanos, para hacer un tipo extraño de pasantía. Mi madre y Ricardo, después de confesiones, lágrimas y promesas, decidieron darse una oportunidad y ahora viven juntos. Al principio, su relación se desarrollaba como la de dos jóvenes adolescentes; solo se veían durante el día y a la noche, Ricardo regresaba a su casa, solo. Pero una conversación con mi madre, que también incluyó a Chris y a Steph, por ser importantes en esta decisión, la convenció de que no existiría ningún problema y que podían vivir juntos.

Por mi parte, comencé a trabajar otra vez como asistente de William. Pude completar mi adiestramiento y ahora, debo confesar que son pocos los procesos que no conozco de O' Sullivan Enterprises. El inicio de mis clases en la universidad se vio pospuesto con todo el tema con mi madre, pero fue algo que pude remediar con un buen intensivo de estudio; mantengo mis clases una vez por semana y puedo usar la empresa de Will como objeto de estudio para la mayoría de mis proyectos.

El mismo día que Ricardo se trasladó al apartamento, William me pidió que me fuera a vivir con él. No fue algo planeado, pude darme cuenta, aunque sí algo que él tenía decidido. La respuesta fue afirmativa, no tuve que pensarlo mucho; era una rutina que teníamos establecida, aunque no era oficial el hecho de que viviéramos juntos.

Un tema que quedó olvidado, fue lo sucedido con Vivianne. No puedo negar que me preocupa su supuesta marcha, porque nunca se encontraron rastros de su salida del país. Y en ocasiones, me parece sentir que alguien me vigila, pero al mirar a mi alrededor y verificar que no hay nadie, me digo que son solo paranoias mías. Sé que no podré eliminar por completo esta angustia, hasta que se sepa algo de ella, pero tampoco puedo manejar mi vida alrededor de un miedo patente por su culpa.

Todo parece estar acomodándose como debe ser y en días como hoy, en los que pienso en todo lo que ha sucedido en tan poco tiempo, no puedo dejar de agradecer por permanecer un día más, todos juntos.

—Ashley, ¿quieres que te lleve? —pregunta Ricardo, sacándome de mis pensamientos. Me giro para verlo y una alegría infinita me embarga, por saber que es él quien hace feliz a mi mamá—. Solo debo cambiarme de zapatos.

Hace ademán de retirarse para hacer lo que me dijo, pero yo lo detengo.

—No, no te preocupes, de verdad. Quédate tranquilo —pido, con una sonrisa y le hago un gesto para que se siente a mi lado en el sofá—. William ya casi viene por mí, fue a casa de sus padres.

Ricardo asiente y se sienta a mi lado. Tomo sus manos entre las mías y lo miro, emocionada. A pesar de haber tenido esta conversación montón de veces, desde que se le declaró a mi madre, no puedo dejar de agradecerle cada día.

—Gracias, por hacerla feliz —declaro.

En sus ojos brilla amor y niega con la cabeza. Sus manos se aprietan alrededor de las mías.

—Dedico cada minuto, de cada día, a asegurarme de que así sea —manifiesta y yo asiento, soy testigo de cuánto se desvive por ella.

El timbre de la puerta suena e interrumpe lo que quería decir. Steph, que estaba en la cocina, se dirige a abrir la puerta. Imagino que sea William, pero me quedo sentada, esperando.

Desde mi posición, puedo ver que mi amiga se tensa. Frunzo el ceño, extrañada y me levanto, para ver quién la puso así de nerviosa. Comienzo a pensar lo peor cuando escucho la voz de William, saludándola; luego, la de uno de los gemelos, Leonel.

Sonrío, no puedo evitarlo. Si mis instintos no me fallan, aquí hay algo pasando. O por suceder.

William entra en mi campo de visión y dejo a un lado todo el tema de los gemelos y mi amiga; me concentro únicamente en el hombre de mi vida. Una sonrisa de dientes blancos aparece en su rostro y no puedo dejar de admirarlo. Con su traje a medida color gris marengo, sus ojos azules resaltan aún más. La barba de tres días, bien recortada, que ahora le ha dado por mantenerse. Esos labios que ahora están muy cerca de los míos y que siento la necesidad de saborear.

—Hola, preciosa. Ya veo que te alegras de verme —susurra, poniendo sus manos en mi cintura y atrayéndome hasta pegarme por completo a él.

Sonrío aún más. Mi corazón late rápido y solo puedo sostenerme a sus hombros con mis manos, porque las piernas ya son de gelatina. Es tanto lo que me provoca, que parezco adolescente cada vez que lo tengo alrededor; que es casi todo el tiempo.

—Hola, mi amor —susurro, contra sus labios, loca por besarlo.

Y al parecer, Will escucha mis pensamientos, porque su boca se encuentra la mía y en algún punto, necesito recordar que estamos en medio del salón de mi casa con personas alrededor.

—Oyeee, búsquense una habitación. No cuenten dinero delante de los pobres. —Las palabras de Steph no me avergüenzan, pese a eso, le hago caso.

Sin embargo, me parece escuchar que el gemelo le dice algo. Algo que la hace sonrojar. William sigue mi mirada y cuando volvemos a cruzarnos, asiente, confirmando que también ve algo ahí.

Suspiro, emocionada, porque Cupido le traiga algo de amor a mi amiga; ella lo merece. Atrás quedaron las malas acciones, las equivocaciones. Mucho hemos pasado y ella ha estado a mi lado, como una hermana para Chris y para mí; como una hija para mi madre. Cada día mejorando, cada día más consciente de sus potencialidades. Steph me ha hecho sentir orgullosa.

—¿Nos vamos? Presiento que intentarás actuar de Cupido —murmura Will y yo río, entre sus brazos.

—¿Leonel nos lleva? —William niega, con una sonrisa. Yo frunzo el ceño—. Entonces, ¿quién?

—Yo no vine con mi hermano, nos encontramos en el aparcamiento —responde, con una sonrisa radiante y una ceja enarcada.

Los miro otra vez, a Steph y a Leonel, la atracción es evidente entre ellos. Cuando comienzo a imaginar escenarios para juntarlos más, William me interrumpe y me exige que nos vayamos de una vez, entre risas.

Me despido de todos, incluso de mi madre que está en su habitación y cuando salimos del apartamento, que entramos en el ascensor, no puedo evitar molestar a William.

—¿Por qué tanto apuro? —pregunto, pensando en que mañana es mi cumpleaños y que tal vez, Will me tenga preparado algo para comenzar el día.

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