¡Se busca un millonario! romance Capítulo 45

POV: William.

La veo irse con mi hermana y me siento extraño. No sé por qué me hice a la idea de que almorzaríamos juntos en su primer día de trabajo.

Un poco decepcionado regreso a mi oficina e intento dejar de pensar en ella. Es difícil, aún más, después de la sorpresa que me llevé con su trabajo. Ya me imaginaba que sería muy observadora, detallista y organizada, pero no esperaba que tan pronto analizara nuestro trabajo con tanta profundidad y carácter.

Todo lo que dijo sobre el proyecto propuesto, es real. Yo lo vi como una pérdida de tiempo, que estuviéramos hora y media escuchando a Mars hablar sin parar de algo que a la vista no será factible; no al menos sin investigar un poco más, cosa que él no ha hecho. Me pareció de muy mal gusto interrumpirlo, así que nos quedamos hasta el final, pero no pude dejar de aprovechar la ocasión para analizar la perspicacia de Ashley para los negocios. Ya veo que tiene poco más del conocimiento básico y eso será de mucha ayuda.

Me siento en mi sillón giratorio y me ubico de frente al ventanal. Admiro la ciudad y todo su movimiento constante, mientras pienso en Ashley. De pronto, mi estómago ruge y decido ir a por algo de comer. Tomo mi cartera y mi teléfono y los guardo en los bolsillos de mis pantalones. Cuando voy saliendo de mi oficina, veo que una mujer bastante elegante sale del ascensor.

Me extraña encontrar a una desconocida en este piso, generalmente todos se quedan en las diferentes franquicias que tienen su sede en el edificio. Al verme, sonríe un poco y viene a mi encuentro.

—Buenas tardes —saluda, con un marcado acento, brusco.

—Buenas tardes.

—Estoy buscando a William O' Sullivan —informa y me mira a la expectativa.

—Yo soy William O' Sullivan —respondo extrañado—. ¿Para qué me busca?

La mujer alta y pelirroja de ojos verdes, con cuerpo de infarto, sonríe radiante y extiende su mano.

—Mi nombre es Olivia Becker —se presenta, con un español un poco machucado—, co-propietaria de Industrias Becker. Lo estaba buscando porque tengo un negocio que proponerle.

Acepto su mano y con una sacudida, hacemos la presentación formal.

—Supongo, por su acento, que Industrias Becker reside en el extranjero —aseguro, no pregunto. No me suena de nada esta empresa y su acento parece europeo; alemán, quizás.

Ella asiente y sonríe, otra vez.

—Alemania —aclara—, vengo a proponerle una inversión en el extranjero, señor O' Sullivan. Y por supuesto, a nosotros también nos interesa expandir nuestros principales negocios por esta parte del mundo.

Asiento y rasco mi barbilla, pensativo.

—Me interesa escucharla, generalmente estoy abierto a todas las propuestas, luego decido si me conviene o no —declaro y ella hace un gesto afirmativo con su cabeza, de acuerdo con mis palabras—. Iba de salida. ¿Desea acompañarme en el almuerzo y así hablamos mejor sobre su proyecto?

—Estoy de acuerdo.

Asiento otra vez y le indico el camino hacia el ascensor. Margot sale cuando las puertas se abren y le informo sobre mi destino, para que le comunique a Ashley. No le doy muchos detalles. Bajamos juntos, Olivia y yo. Llamo a Ricardo en el trayecto, para que nos lleve hasta el restaurant donde acostumbro tener mis citas de negocio.

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POV: Ashley.

—¿Cómo te ha ido en tu primer día? —pregunta Esme, con su codo apoyado sobre la mesa y la cabeza sobre la palma de su mano.

Yo sonrío un poco, satisfecha con todo lo que hasta el momento he aprendido.

—Me ha ido genial, la verdad —declaro—, William me dejó unos documentos por estudiar hace unos días y los estuve revisando, así que no llegué en blanco. Margot ha sido de mucha ayuda, también.

—Margot es genial —asegura Esme, con una sonrisa—, ella ha trabajado para mi hermano desde sus inicios. La verdad, se merecía su promoción desde hace mucho. Después de mi hermano, es ella quien conoce más de los negocios de O' Sullivan Enterprises. Incluso de mi agencia.

Reímos ante eso y seguimos hablando sobre lo sucedido en la mañana. Le cuento a Esme sobre la pregunta de su hermano y mi respuesta. Ella apoya mi posición y me dice que le extraña que William haya reaccionado raro. Me asegura que son ideas mías y yo me tranquilizo un poco.

Llega nuestro pedido y disfrutamos en silencio de la exquisita comida. Hacemos algún que otro comentario, pero en general, nos mantenemos calladas. Al terminar, Esme pide un extra grande de café para llevar; yo pienso que es buena idea para mantenerme bien despierta en la tarde, así que secundo su pedido. Pienso si llevarle a William también, lo maquino mucho y al final me decido por darle la sorpresa. Me quedé un poco incómoda con su expresión al vernos en el ascensor; así que pretendo llevarle mi ofrenda de paz.

Salimos del pequeño restaurant y caminamos con paso lento. Llegamos al edificio; Esme se queda en el mismo primer piso y yo voy directo al ascensor. Me toca subir junto a otras cuatro personas, pero cada uno va inmerso en su mundo. Al llegar al último piso, salgo del ascensor con una sonrisa. Me dirijo directa a la oficina de William y llamo a la puerta, que está cerrada y espero.

—William no está, Ashley —informa Margot, llegando a mi lado.

—Ah, ¿no? —Frunzo el ceño.

Margot niega con la cabeza y me explica que fue a almorzar con una mujer; una nueva clienta, le pareció entender.

—Qué raro, en su agenda no consta que tuviera un almuerzo planificado —aseguro, extrañada.

—Era una mujer bastante hermosa y elegante —comenta—, no me pareció conocida, por eso te digo que debe ser una nueva clienta. A no ser que venga en representación de alguna otra empresa o solo venga a encontrarse con él. No es algo raro.

Ríe, divertida y conocedora de todo lo que ha acontecido en la vida de William. Yo le sigo la corriente, pero al escuchar sus palabras, siento como si mil cuchillos punzaran sobre mi piel. Me doy cuenta que mi malestar no tiene fundamento, porque de más está decir o asegurar que Will ha llevado su vida personal bien activa. Pero de igual forma, se siente horrible esta sensación de pérdida y decepción. Yo pensando en invitarlo a almorzar y él se fue con una desconocida.

Miro el café que llevo en la mano y lo tiro a la basura. Me siento en mi silla giratoria e intento trabajar, pero los ánimos los tengo caídos y no me concentro en nada. Miro mi reloj con insistencia y me desespero mucho más. Entre eso y mis constantes revisiones en el pasillo hasta el ascensor, no puedo hacer nada más.

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