¡Se busca un millonario! romance Capítulo 67

POV: William.

Salimos del apartamento, Rafael y yo, rumbo al garaje interior del edificio. Mi hermano va directo a un auto de dos plazas que alquiló en algún momento y con una sonrisa de satisfacción, me pide que me suba. Con un ronroneo, el auto se enciende y no puedo hacer más, que disfrutar lo que se siente.

Salimos del parqueo interior y nos incorporamos a la avenida; por unos minutos avanzamos en silencio, mirando el movimiento de cientos de personas y autos a nuestro alrededor. No sé hacia dónde vamos y, aunque aguanto un poco mi curiosidad, termino preguntándole a mi hermano nuestro destino.

—Esta mañana, mientras estaba con Anna, ella comentó algo que me dejó pensando —explica Rafael y yo lo escucho, con atención.

—¿Anna?

—Sí, la morena de ayer.

—Ajá, ¿qué hay con ella?

—Pues que ella vio una rubia con un vestido rojo rondar en nuestras bebidas, mientras Rafael y yo estábamos un poco... entretenidos, con ella y tú, estabas en el baño, creo.

—¿Vivianne? —pregunto sorprendido—. No creo que se haya atrevido a semejante aberración.

—Hermano, yo no lo dudo —niega Rafael con rostro serio y yo me recrimino una y mil veces por ser tan incrédulo en ocasiones—. Tú sabes bien que aguantas la bebida, incluso más que nosotros la mayoría de las veces; no es normal que hayas caído con solo cuatro dedos de whisky.

—De verdad que no puedo creerlo. —Sigo negando y resoplo, frustrado e irritado, con toda esta situación—. ¿Qué se supone que pretendía lograr con eso?

—No sé, hermano, pero no me da buena espina. Creo que debes tener más cuidado con esta loca.

—Estoy de acuerdo contigo —asiento—. Hasta ahora, pensaba que era una persecución para recuperar algo de lo que conmigo tenía, pero ya veo que está yendo demasiado lejos.

—Así es, hay que estar al pendiente —concuerda y luego desvía la vista de la carretera por un segundo, para mirarme con preocupación—. Lo que hizo es de locos, Will.

—Lo sé, hermano. Lo sé.

Nos quedamos en silencio otro poco y yo me pongo a pensar en la Vivianne de mi pasado. Jamás dio indicios de algo parecido, más bien, siempre se portaba formal y educada, con una sonrisa para todos y ojos brillantes para mí.

«Que estúpido fui».

Me dejé engañar por una manipuladora sin escrúpulos. Lo mejor fue que me di cuenta a tiempo, porque, quién sabe lo que será capaz de hacer ahora. Después de esto, no tengo dudas.

Seguimos avanzando por la ciudad y veo que nos acercamos al hotel donde estuvimos ayer. Cuando nos detenemos en la entrada, lo miro extrañado y Rafael me hace un gesto para que tenga paciencia. Se baja y yo lo sigo; le deja las llaves del auto al valet parking, lo que me da a entender que demoraremos un poco. Entra al hotel y, mientras nos dirigimos hacia el bar, me explica lo que sucede.

—Hay otra cosa. —Se gira solo un segundo para mirarme a los ojos.

—¿Más? —replico, irritado con toda esta situación.

—El socio de Anderson estaba con ella —habla en voz baja y mira a todos lados.

—¿Cómo? —No puedo evitar exaltarme un poco y Rafael me hace un gesto para que hable bajo.

«Esto sí que no lo esperaba. Eso explica algunas cosas».

—Sí. El socio de Anderson, interesado en hacer negocios con nosotros, estaba con Vivianne. Anna los vio juntos, luego de que nos fuéramos.

Camina rápido y pasa por el lado de varias camas con dosel, todas blancas y con cortinas de tela fina, casi transparentes, dispuestas para la comodidad de los bañistas, bien pegadas al agua. Sigo a mi hermano, como todo un perro faldero y veo que se acerca a una mujer morena, que está de espaldas a nosotros y viste un minúsculo traje de baño.

—Anna. —La chica se gira al escuchar su nombre. Al ver que es Rafael, sonríe coqueta y sus ojos brillan.

—Hola, Rafa —lo saluda con un beso en cada mejilla. Luego me mira a mí y extiende su mano, para presentarse—. Hola, tú debes ser Will. Yo soy Anna.

—Un gusto. —Acepto su mano y le sonrío.

—No te esperaba tan temprano —dice, mirando directamente a Rafael otra vez. Lleva su mano hasta su largo cabello suelto y retuerce algunos mechones con su dedo.

—Lo siento si soy insistente, pero es que me quedé preocupado y mañana tenemos una cita programada con ese tipo. Solo queremos saber lo que podemos esperar.

—Entiendo. —Me mira a mí, ahora—. ¿Te quedaste bien? Anoche te veías un poco...mal.

—Mucho dolor de cabeza, nada más. Gracias por preocuparte y por avisarle a mi hermano.

—No debes agradecer, solo tener más cuidado. —Camina hasta dónde están sus cosas y se pone un vestido playero para cubrirse—. Yo estuve averiguando sobre ella, porque no es la primera vez que la veo por aquí. Parece que acostumbra a visitar este lugar, siempre con un hombre diferente. Todos a la vista ricos y ella, vestida de gala. Pero no pude saber nada sobre el chico de anoche. No puedo asegurarles si es común que se encuentren, porque no los habían visto juntos antes.

—Gracias por la información, Anna —digo, agradecido con su investigación.

Me despido de ella y le digo a Rafael que lo espero en el lobby del hotel, para que él pueda despedirse como desea. No he caminado dos pasos cuando ya escucho la risita coqueta de ella y el gruñido de mi hermano. Ruedo los ojos, divertido. A veces quisiera que mis hermanos sentaran cabeza y encontraran a una chica que los haga felices. Porque mientras ellos sigan disfrutando de compartir mujeres, no creo que se decidan pronto.

Camino hasta el lobby y en la barra más alejada del salón, me pido un café bien fuerte; algo me dice que mi hermano demorará.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Se busca un millonario!